06 Abr Tres ejercicios para prevenir y tratar la dislexia en niños.
Esta dificultad consiste, básicamente, en tener problemas a la hora de vincular un sonido (o fonema) con un símbolo (o letra) de manera automática.
S.F
Hay errores o pequeños defectos que se manifiestan cuando los niños empiezan a conocer la lectura, o las tablas de multiplicar, que se subsanan cuando los pequeños consiguen dominar la lectura, su comprensión o la propia escritura. Pero hay problemas que persisten y que pueden ser indicios de la dificultad específica de aprendizaje más extendida en el mundo: la dislexia .
Trabajar las zonas del cerebro que repercuten en este tipo de aprendizajes no sólo es útil para ayudar al correcto desarrollo de los más pequeños. También sirve como prevención y tratamiento de la dislexia, un trastorno diferente en casi cada persona afectada, que dura de por vida pero que si se trabaja sobre él no resultará un obstáculo insalvable para ninguno de los objetivos que los niños se propongan en su vida académica o profesional. Conocerlo y trabajar en ello es clave para evitar las consecuencias de un mal con bases neurobiológicas.
«Cualquier manera de trabajar con los niños será más eficaz si se acomete desde un prisma divertido, la dislexia no es una excepción», reconoce la experta en lenguaje y desarrollo infantil Tamara Chubarovsky, quien aporta tres claves o ejercicios para trabajar con los más pequeños y que inciden en las localizaciones sensoriales en las que se ven reflejadas a nivel físico características propias de las personas disléxicas.
Sustituir una letra por otra, falta de ritmo lector, número de errores ortográficos alto en comparación con niños de su edad, deslices con la aritmética, falta de comprensión lectora, dificultad para explicarse verbalmente… Son algunos de los puntos que a menudo se achacan a falta de responsabilidad y atención, vagancia, problemas personales o discapacidad y que sin embargo tienen que ver con la dislexia. La dislexia es la dificultad específica del aprendizaje más extendida en el mundo. Según la Asociación Europea de Dislexia (EDA), en torno al 10% de los españoles la padece. Un diagnóstico tardío y la falta de apoyo para los niños que la sufren, a menudo la encuadra como una de las afecciones con cierto protagonismo en el elevado índice español de fracaso escolar.
A menudo, la dislexia se hace más patente en los primeros cursos de Primaria, cuando los pequeños aprenden a leer y se manifiesta -entre otras cosas- que tienen problemas para identificar, de manera continuada y constante, un sonido con una letra. Pero el entorno de los pequeños no siempre identifica las señales en un punto temprano de la educación. Además, pueden camuflarse fácilmente en otras causas como en las que con frecuencia se culpabiliza al alumno o su entorno. Pero aunque el diagnóstico pueda ser claro y se produzca en un plazo razonable, en muchas ocasiones es complicado iniciar el trabajo para que los pequeños aprendan a vivir con la dislexia y superar los problemas que le puede acarrear.
Dificultades de los niños con dislexia
«La mayoría de los niños con dislexia confunden los sonidos cuando los perciben. No oyen bien, esto genera confusión a la hora de relacionar un sonido con una letra y en su cerebro no está claramente definida la representación para cada fonema», indica Tamara Chubarovsky, experta en lenguaje y desarrollo infantil, que además de los obstáculos sonoros que encuentran los disléxicos, añade dificultades en el aspecto visual que les suele impedir que sus ojos adopten una postura idónea para leer. Este y otros puntos negativos de la dislexia tienen que ver con la falta de desarrollo del sistema vestibular.
El sistema vestibular está alojado en nuestro oído interno y, además de enviarle al cerebro -entre otros estímulos- la posición de la cabeza con respecto al suelo, también es el encargado del equilibrio y el control de los espacios que nos rodean. Así que, entre las trabas que la dislexia proporciona a quienes la sufren, se pueden encontrar varios puntos físicos que trabajar y desarrollar, lo que supondrá ir aliviando los efectos de dificultad del aprendizaje.
«Es fundamental abordar la prevención y el tratamiento de la dislexia desde el habla, mejorando la conciencia fonológica; y desde el movimiento, mejorando la orientación espacial, la lateralidad y el sentido vestibular», explica Chubarovsky quien añade: «Los trastornos del sistema vestibular son la principal causa de dificultades de aprendizaje y la mayoría de niños con dislexia presentan también una inmadurez en este parámetro, lo que les dificulta oír patrones del lenguaje y distinguir fonemas para vincularlos a un símbolo. También se nota en la rigidez de los músculos oculares».
Pero, al margen de estas particularidades, la personas disléxica suele tener diferentes manifestaciones de su afección, por lo que Chubarovsky opta por trabajar y potenciar lugares concretos del cerebro cuya influencia sobre la dislexia está demostrada. Así se simplifica a base de juegos y ejercicios divertidos algo tan complejo para los niños.
Propuesta de ejercicios
Tres claves (y ejercicios) para prevenir o tratar la dislexia.
1. Trabajar el lenguaje oral. Algo tan simple como cantar o escuchar cuentos tiene importancia en las edades tempranas. Centrarnos en que los niños pronuncien bien y estén atentos a lo que narramos de una manera pausada y adecuada a su edad les proporcionará puntos diferenciales para el desarrollo de su lenguaje oral.
Los trabalenguas son un buen arma contra la dislexia si se acompañan de paciencia y se tienen en cuenta algunos detalles: Si un mismo fonema se repite con frecuencia y lo repetimos de una manera más lenta de lo habitual, los pequeños podrán imitarnos y les será muy útil.
2. Atender al sentido vestibular. Sabemos que es importante para el equilibrio, pero no es lo único en lo que es clave. Estimularlo es bueno para la percepción auditiva de los pequeños y también para detalles como la movilidad de los músculos de sus ojos.
Saltar, girar, balancearse en un columpio, saltar a la comba o patinar son juegos infantiles que llevan detrás el desarrollo del denominado sentido vestibular.
Poner atención en que los niños puedan ir ganando aptitudes en este tipo de divertimentos desarrollará esta parte del oído interno tan importante. Aquí tendremos que saber calibrar la destreza que tienen en cada ejercicio para ir aumentando la dificultad paulatinamente.
3. Expandir la lateralidad. Orientarse en el espacio no es fácil según de qué edades estemos hablando, pero sí que podemos seleccionar algunos juegos o ejercicios que ayuden a que los niños realicen movimientos simétricos , en los que tengan que cruzar los brazos y las piernas, o en los que sus extremidades superiores e inferiores no hagan el mismo movimiento. El juego clásico de las palmas-palmitas puede ser un buen ejemplo, aunque también montar en bicicleta o los columpios en los que se puede trepar.
Con estas pequeñas herramientas simples y accesibles para todos, se puede ayudar en el tratamiento de la dislexia en función de la edad que tengan los niños a los que nos dirijamos. Se considera que una detección precoz de la dislexia sería en la franja de edad de los 0 a los 5 años, antes de que concluyan la educación infantil; mientras que una detección temprana se encuadraría entre los 5 y los 9 años. En las aulas la dislexia es una afección frecuente pero su diagnóstico no siempre es lo suficientemente rápido como para que quien la sufre no tenga también problemas de adaptación y falta de apoyo y tratamiento para superarla. De ahí la importancia del trabajo con ejercicios destinados a edades tempranas como los que propone Tamara Chubarovsky