31 Ene Sin miedo al sexo tras un ataque al corazón
Una nueva guía médica recomienda a estos pacientes cómo actuar en cada caso
Patricia Matey | Madrid
Renunciar al sexo tras sufrir un infarto es una decisión bastante común en los enfermos cardiacos. La ansiedad, la depresión y, también, el miedo a sufrir nuevos episodios suelen ser las razones que con frecuencia se esconden tras el abandono de los encuentros íntimos o la reducción de la función sexual. A todos ellos, y a los que padecen otro tipo de enfermedades cardiacas (patología de las válvulas, cardiomiopatía hipertrófica, entre otras) les conviene enterarse de las nuevas recomendaciones elaboradas por la Asociación Americana del Corazón (AHA, sus siglas inglés).
En ellas se puntualiza: «Las cifras absolutas de eventos cardiacos (ataque al corazón) o dolor en el pecho durante una relación íntima son muy reducidas porque la actividad sexual normalmente se realiza en un espacio corto de tiempo».
De la misma opinión se muestra Borja Ruiz, cardiólogo del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid: «Los casos de angina de pecho o de infarto durante los encuentros sexuales son muy infrecuentesy las muertes súbitas, claramente excepcionales», declara a ELMUNDO.es. Es más, reconoce que «aquellos pacientes que sufren un infarto no sólo pueden sino que deben empezar hacer su vida normal a la semana del evento. Siempre hay que valorar los casos, pero al igual que deben recuperar poco a poco la normalidad en sus vidas, también deben hacerlo en el terreno sexual. Se trata de ir despacio, que ellos mismos vean cómo se encuentran, cómo van las cosas».
Publicada en el último número de ‘Circulation’ (la revista de la AHA) y elaborada por un panel de expertos dirigidos por Glenn Levine, de la Facultad de Medicina de Baylor (Texas, EEUU), la nueva guía hace especial hincapié en que los pacientes con enfermedad cardiaca «estable son los que tienen más probabilidades de llevar una vida sexual frecuente».
Asignatura pendiente
El sexo es un ‘socio’ importante de la «calidad de vida de hombres y mujeres con enfermedades cardiovasculares… La intención de la AHA es la de sintetizar y resumir los datos relevantes sobre sexualidad y enfermedades del corazón con el objetivo de que los médicos y los profesionales de la salud puedan realizar recomendaciones a sus pacientes. Las citadas en este documento se basan en los estudios publicados y en los consejos realizados por varias instituciones», introduce el comité de expertos en su artículo. Y recuerdan que «desafortunadamente, las ‘discusiones’ sobre la vida sexual en este tipo de pacientes rara vez tienen lugar en la consulta médica».
La nueva guía es, según el cardiólogo Ruiz, «un documento que tiene mucho sentido común. Es cierto que existe poca evidencia científica sobre la sexualidad en la patología cardiaca debido a la falta de estudios clínicos. Hay evidencias observacionales. Pero se trata de un documento claro y consensuado que puede leerlo hasta un paciente y que se necesitaba. Es una buena herramienta para los médicos de Atención Primaria, para que orienten a sus pacientes y empiecen a preguntarles también por su vida sexual».
Reconoce que el sexo es una asignatura pendiente «en las consultas de Cardiología. La verdad es que el médico está más preocupado en la patología y el paciente, también. Ellos preguntan si pueden ir a trabajar, a caminar… pero rara vez por su vida sexual, aunque les preocupe todo a la vez. Es cierto que este tema debería estar presente en las consultas porque es fundamental para su calidad de vida y, además, beneficioso para su salud física y mental».
Frecuencia cardiaca
Numerosos estudios han examinado la respuesta cardiovascular y neuroendocrina a la excitación y al coito en varones durante un encuentro heterosexual con penetración vaginal. «Durante los juegos preliminares, la presión sanguínea y la frecuencia cardiaca aumentan ligeramente y se incrementan algo más durante la excitación sexual. Los niveles más elevados ocurren durante los 10 o 15 segundos que dura el orgasmo, con un retorno rápido a la normalidad tanto de la tensión arterial como de la frecuencia cardiaca. Hombres y mujeres tienen este tipo de respuestas a la actividad sexual similares».
Los ensayos llevados a cabo principalmente en jóvenes casados muestran que las relaciones con su pareja se comparan «con una actividad física leve o moderada, lo que se conoce como rango tres o cuatro de esfuerzo metabólico (METS, sus siglas en inglés, es una medida de consumo de oxígeno). Un METs de tres y cuatro supone un ejercicio moderado como subir dos tramos de escaleras o caminar a paso ligero. La frecuencia cardiaca rara vez supera los 130 latidos por minuto y la tensión sistólica los 170 mm Hg en personas normotensas», aclaran los científicos.
Pese a estos datos, reconocen que dado que algunos pacientes, especialmente los más mayores, «pueden tener más dificultades para alcanzar el clímax por problemas médicos o emocionales, es posible que el grado de extenuación sea mayor en ellos y la demanda cardiovascular se eleve ligeramente, el problema es que no existen datos específicos de estos casos».
Angina coital
La ‘angina del amor’, como se conoce a la angina de pecho, es la que se produce durante los minutos u horas después del coito y representa menos del 5% de todas las anginas.
«Es rara en pacientes que nunca han sufrido una angina durante un esfuerzo físico intenso y más frecuente en personas sedentarias con enfermedad coronaria severa que sufren anginas ante la mínima actividad física. Si un paciente puede alcanzar un gasto de energía de más de tres a cinco METs sin demostrar isquemia durante la prueba de esfuerzo, entonces el riesgo de isquemia durante el sexo es muy bajo.
Los mismo sucede con las probabilidades de padecer un infarto, donde la actividad sexual tan sólo representa la razón del 1% de los ataques cardiacos agudos. «El riesgo absoluto de infarto con una hora de actividad sexual a la semana se estima en un evento de este tipo en dos a tres personas por cada 10.000 por año. Las personas que más sexo practican tienen menos posibilidades de sufrirlo que los que menos encuentros íntimos tienen», detalla el documento.
Recomendaciones generales
– Tras el diagnóstico de enfermedad cardiovascular, es razonable que los pacientes sean evaluados por su médico antes de reanudar la actividad sexual.
– La rehabilitación cardiaca y la actividad física regular pueden reducir el riesgo de complicaciones en pacientes con insuficiencia cardiaca o que han sufrido un infarto.
– Las mujeres con patologías del corazón deben ser asesoradas sobre la seguridad y conveniencia de los métodos anticonceptivos y el embarazo en función de su perfil de paciente.
– Los que padecen enfermedad cardiaca grave y presentan síntomas ante la mínima actividad física o en reposo no deben tener relaciones sexuales hasta que sus síntomas estén controlados.
– Los pacientes deben ser evaluados para saber si su disfunción sexual está relacionada con una enfermedad vascular o cardiaca subyacente, ansiedad, depresión u otros.
– Los fármacos que pueden mejorar los síntomas o la supervivencia de estos enfermos no se deben dejar de prescribir ni consumir por miedo a que afecten a la función sexual.
– Los medicamentos para la disfunción eréctil son seguros para ellos, pero los pacientes que usen nitratos, deben dejar de consumirlos dentro de las 24-48 horas que tomen la pastilla para la impotencia.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/01/19/noticias/1326996386.html