“Me interesa la tecnología cuando contribuye a mi bienestar en mi hogar, cuando lo hace más hogar».

“Me interesa la tecnología cuando contribuye a mi bienestar en mi hogar, cuando lo hace más hogar».

Publicamos una nueva entrevista de la serie «Conversaciones de apoyos y cuidados» realizada como material de apoyo a las cooperativas de cohousing participantes en el proyecto Comunidades de Cuidados. En esta ocasión, Miguel Ángel Valero Dubois, experto en tecnologías de apoyo, conversa con Lourdes Bermejo sobre el papel de la tecnología en los cuidados.

2024. Comunidades de Cuidados.

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Miguel Ángel Valero Dubois, ingeniero de telecomunicaciones, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid y durante varios años director del Centro Estatal de Autonomía Personal y Ayuda Técnicas (CEAPAT) del Imserso, conversa con Lourdes Bermejo sobre la tecnología como aliadad para una buena vida.

La tecnología es un elemento clave en nuestras vidas y, en muchas ocasiones, se piensa en ella como una especie de solución mágica para afrontar situaciones o solucionar problemas que a los seres humanos nos incomodan. Es el caso de los cuidados de larga duración a personas mayores, un ámbito en el que regularmente aparecen noticias de robots u otras soluciones tecnológicas que, con frecuencia, consiguen desviar nuestra atención de esa realidad que tanto nos incomoda: nuestra condición de seres interdependientes.

Lo cierto es que la tecnología puede ayudarnos a vivir vidas autónomas y a prolongar nuestra capacidad funcional para llevar a cabo actividades cotidianas. Así lo cree Miguel Ángel Valero, uno de los mayores expertos en tecnologías de apoyo en España, que defiende la necesidad de “partir de las necesidades, expectativas y derechos de cada persona”, pero sin atribuir a la tecnología la condición de “diosa” o “diosecilla”. En su opinión, “toda tecnología que no esté al servicio de nuestras necesidades, derechos y expectativas, no es tecnología”.

“Cuando esa tecnología, producto o servicio contribuye a mi bienestar en mi hogar, lo hace más hogar, me interesa”. La clave es que cualquier producto tecnológico contribuya a que cada persona pueda vivir en su casa con comodidad, felicidad, autonomía y seguridad, “lo demás son artefactos, cacharritos”, asegura Valero.

Haciendo la vida más fácil reúne los productos de apoyo disponibles para, como indica el título de esta publicación, hacernos la vida más fácil: comunicarnos, cocinar, leer, tomarse la pastilla, desplazarse, el aseo, oír, son actividades esenciales para la vida diaria que no siempre resultan sencillas, mucho más a partir de cierta edad.

Además de esta publicación la web del CEAPAT dispone de mucha información y catálogos de productos de apoyo, pensados desde un enfoque de accesibilidad universal y asequibilidad. También está la posibilidad de consultar a su Gabinete de accesibilidad, que ofrece asesoramiento sobre tecnologías, presta productos de apoyo, etc.

La tecnología como aliada para conservar la máxima capacidad funcional posible

La Organización Mundial de la Salud distingue entre nuestras capacidades intrínsecas, que se van transformando a lo largo de la vida (por ejemplo, con la edad solemos perder capacidad visual y auditiva) y nuestras capacidades funcionales, que resultan de la interacción de nuestras capacidades intrínsecas con el entorno en el que vivimos. Actuar sobre el entorno con elementos como los apoyos tecnológicos es una forma de preservar esas capacidades funcionales y, en definitiva, la autonomía personal.

«Ya sea en lo cognitivo, lo físico o lo sensorial la aspiración es conservar la capacidad funcional al máximo», recuerda Miguel Ángel Valero. Para conseguirlo, recomienda a las comunidades de cohousing que están planificando su vida y sus cocuidados que hagan una reflexión sobre tres ejes: cognitivo, físico y sensorial, por este orden.ç

El primer paso es que cada persona reflexione sobre su vida, desde las cuestiones más cotidianas y cercanas. En este caso, lo primero es prestar atención al diseño de la vivienda: “Si cognitivamente está bien pensado, es decir, cuando entras en esa casa rápidamente intuyes dónde están el cuarto de baño, el dormitorio, a lo mejor no necesitas señalizar tanto, pero si la casa tiene un pasillo larguísimo, igual tengo que llenarlo de señales”.

Si el diseño es cognitivamente adecuado, repercute favorablemente en lo físico y lo sensorial: “si no haces un pasillo larguísimo, no tienes que recorrerlo y llenarlo de barandillas a los dos lados para llegar a tu baño o a tu dormitorio”. En cuanto a lo sensorial, “como no he hecho un pasillo larguísimo, cuando suena el timbre de la puerta, lo oigo desde cualquier punto de la casa”.

Miguel Ángel Valero defiende un enfoque muy funcional de la vivienda, basado en las actividades de la vida cotidiana de cada persona. “Con un enfoque simultáneo, abordo la cuestión de la sensibilidad, la movilidad y también el bienestar en sentido íntegro”. En esta línea, recomendó a las comunidades de cohousing empezar por un bien acondicionamiento visual y acústico.

A lo largo de la conversación con Lourdes Bermejo, Valero repasa algunas de las soluciones tecnológicas disponibles (cerraduras y mirillas electrónicas, persianas robotizadas, tecnologías de comunicación, domótica, apoyos para la movilidad, sensores, cámaras, etc.) y recomienda atender a la usabilidad y asequibilidad de los productos e informarse bien. “Los profesionales tenemos una misión formativa”, señaló, haciendo referencia al papel de las asociaciones, cuidadores, terapeutas ocupacionales, arquitectos, etc. a la hora de ofrecer información transdisciplinar para elegir soluciones tecnológicas adecuadas.

La imposible neutralidad tecnológica: entre la libertad y la seguridad

En el ámbito de los apoyos, el binomio libertad-seguridad es una fuente habitual de conflictos éticos. En el caso de los apoyos tecnológicos, se suma además la necesidad de contar con dispositivos fiables y con información fiables sobre el recorrido de los datos y la información personal que registran. La clave, según Miguel Ángel Valero, es “que la persona se sienta cuidada pero no controlada”.

Existe una amplia gama de sensores y actuadores para detectar e informar ante situaciones de riesgo (incendio, inundación, etc.) tanto a la propia persona como a otras (del vecindario, cohousing, familia, etc.) en caso de que tenga algún tipo de deterioro cognitivo o problemas de audición. Requiere, según Valero, de “un enfoque que debe ser muy cooperativo”.

Además de no caer en un control excesivo, conviene evitar la sobreprotección y respetar la autonomía personal. “Según mi capacidad cognitiva, física y sensorial, así elijo un sistema automático o un sistema autónomo, un sistema tradicional” porque, como recuerda este experto, “si yo me puedo levantar a subir la persiana a lo mejor no quiero una persiana motorizada que lo haga sola”.

Y lo mismo ocurre con la privacidad, por ejemplo con el uso de cámaras de uno u otro tipo (imagen, temperatura) que para algunas personas puede suponer una invasión de su intimidad y, para otras, un elemento que les proporciona seguridad. “Lo importante —según Valero— es que sea yo quien puede tomar esa decisión”.

Para Miguel Ángel Valero resulta obvio que la tecnología no es neutral, ya que “se construye con un propósito», al tiempo que abogó por una mirada más madura sobre los conflictos éticos que surgen en torno al uso de las tecnologías: “»No le echemos a las máquinas la culpa de las decisiones sobre el bien y el mal, porque son de los humanos, no de las máquinas».

  1. Esta entrevista forma parte de la serie «Conversaciones de apoyos y cuidados» realizada como material de apoyo a las comunidades de cuidados de cohousing participantes en el proyecto Comunidades de Cuidados. La serie consta de doce conversaciones con personas expertas de distintos ámbitos relacionados con el envejecimiento, la dependencia, los cuidados, el final de vida, etc. que publicamos por su indudable interés, no solo para el mundo del cohousing, sino para el conjunto de la sociedad.