Mayores en Málaga: una población que vive más y mejor

Mayores en Málaga: una población que vive más y mejor

En apenas una década el colectivo que supera los 65 años ha crecido un 30%. También son más activos y tienen una mayor estabilidad.
El clima está detrás de ese círculo virtuoso del que se benefician los mayores en la provincia.

ANA PÉREZ-BRYAN

(COLABORACIÓN DE NURIA TRIGUERO)

La persona más longeva de la capital se llama Carmen Prieto. Tiene 105 años y vive en la zona centro. Le siguen Elisa Cebrián, con 104; Adela Sánchez y Pilar Saez, con 103 cada una; y Expectación Ruiz, con 102. En la cifra redonda de los 100 hay otros tres malagueños: de ellos sólo un hombre, Cristóbal Luque, residente de Puerto de la Torre. Todos ellos coronan la pirámide del centenario y son la punta del iceberg del cada vez más numeroso colectivo de las personas mayores en la provincia, un segmento de población que va a más y que le ha dado la vuelta a la estadística en apenas un par de décadas. Basta un vistazo al INE para confirmar una tendencia generalizada en todo el territorio nacional y que dibuja el siguiente escenario en el plano local: en 2005 había registradas en la provincia de Málaga 205.160 personas con más de 65 años; y en 2015 –último dato del que se tiene constancia oficial– esta cifra ha escalado hasta los 267.827. Es decir, las capas superiores de la pirámide de población han incorporado en apenas diez años a 62.667 nuevos ciudadanos, lo que representa un 30% más que en 2005 o un 16,4% de la población total de la provincia. Y no sólo se vive más, sino que además se hace mejor.

El caso de Málaga no es ni mucho menos una excepción; de hecho los demógrafos ya han comenzado a estudiar el efecto que tendrá en todos los ámbitos este envejecimiento progresivo de la población una vez que se vayan sumando a la jubilación, a partir del año 2020, los hijos del ‘baby-boom’, y que situarán a España, previsiblemente, como el país más envejecido del mundo. Lo explica, con los datos en la mano y con la amplia experiencia que le da el llevar varias décadas a pie de estadística el profesor titular del Departamento de Geografía de la UMA y especialista en Envejecimiento Activo Jesús Delgado: «Este crecimiento en las capas altas es bastante significativo, y sí nos afectará claramente si no se eleva la tasa de natalidad o si se sigue aminorando la renovación de población por el efecto de la inmigración».

Un efecto por calibrar

El especialista ya habla en el caso de la provincia de una pirámide de población que los demógrafos califican de ‘tipo-bulbo’: es decir, con un estrechamiento en la parte baja (los que nacen y los más jóvenes) y un extraordinario ensanchamiento de las partes superiores o más longevas. El efecto que tendrá este cambio en la estructura demográfica aún está por valorar en toda su extensión desde el punto de vista social o económico, con la presión que representa el tener más pensionistas y menos personas en edad de trabajar y cotizar; pero hasta que llegue ese momento es un hecho real y palpable que Málaga envejece.

En el caso de la provincia, además, la tendencia es generalizada en todas las comarcas, con una mayor presencia de residentes que superan los 65 en la capital y en la costa del Sol Occidental. Precisamente son ellos, los mayores de entre 65 y 69 años, los más numerosos de entre el resto de tramos de edad avanzada: 28.533 en Málaga; 27.987 en la Costa Occidental; 11.272 en la Axarquía; 6.133 en el Guadalhorce; 2.944 en la comarca de Antequera; 2.675 en la Serranía de Ronda; 1.384 en la comarca nororiental; 1.231 en el Guadalteba y 1.174 en la Sierra de las Nieves.

Los datos, que aporta la Diputación Provincial, dejan constancia también de una presencia significativa de mayores de 85 años en el mapa de la provincia: casi 30.000 personas (29.663) superan esta cota y confirman ese otro fenómeno que ha registrado el INE desde el año 1994 y que revela que en apenas 20 años la esperanza de vida en España ha dado un salto significativo: de los 74,4 años a los 80,1 en hombres y de los 81,6 a 85,6 en mujeres. Esta realidad se suma a otras igualmente relevantes: en términos absolutos, y según datos de junio de 2016, los municipios más envejecidos son Parauta, con el 32,32% de habitantes por encima de los 65; Pujerra (30,31%); Genalguacil (29,17%) y Benadalid (25,21%).

La radiografía de la tercera edad en Málaga está repleta de aristas, pero existe otro dato relevante que convierte a la provincia en un escenario excepcional para el análisis: de los 267.827 mayores de 65 años que viven en Málaga, 44.676 son extranjeros, es decir, ciudadanos en su mayoría del resto de países de Europa que han elegido el sur de España para disfrutar de su retiro. En la actualidad representan el 16,7% de la población mayor, y también en este caso la proporción no ha hecho más que crecer desde 2005, cuando 25.426 mayores extranjeros escogieron Málaga para vivir.

Esa cifra elevada casi al doble en apenas diez años deja constancia, además, de otro de los factores que tienen en cuenta los especialistas a la hora de abordar el binomio vejez-calidad de vida: el clima. Porque no es una casualidad que además de llegar a edades más avanzadas el tránsito se haga cada vez en mejores condiciones. Así lo defiende el doctor José Antonio López Trigo, geriatra, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología y médico geriatra del Área de Accesibilidad Universal del Ayuntamiento de Málaga: «El envejecimiento en unas condiciones cada vez mejores es un logro social por las políticas de salud pública, que han sido muy efectivas», sostiene el especialista a modo de introducción antes de entrar de lleno en el caso concreto de Málaga.

A su juicio, los mayores de la provincia no sólo viven más, sino que además lo hacen mejor por una cuestión puramente geográfica: «Siempre nos preguntamos qué tiene Málaga para ser un lugar privilegiado para vivir, y eso lo da en primer lugar el número de horas de sol de las que disfrutamos. Eso nos aleja de esos otros lugares con mayor número de enfermedades vasculares, mentales y tasa de suicidios, muy relacionados con la poca luz solar». La bonanza del clima está detrás de ese círculo virtuoso del que se benefician los mayores que viven en Málaga. No obstante, López Trigo aporta otra realidad sobre la que pide acción y reflexión, ya que a pesar de estas ventajas naturales con que cuenta la provincia, ésta no está por encima de la media de la longevidad en España y es superada por otras ciudades como Valladolid, Palencia y León. Y la razón está en el hecho de que a pesar de que está más que demostrado científicamente que la dieta mediterránea y el deporte son los mejores aliados para una vida larga y saludable, «a veces no cumplimos con estas recomendaciones».

El perfil tipo

A pesar de que por su consulta pasan cientos de casos, el geriatra es capaz de dibujar el perfil general del mayor en Málaga: «En general, es una persona de unos 77 o 78 años con un apoyo social bastante amplio, ya sea a través de instituciones públicas, privadas u ONG; y que en una proporción bastante elevada vive en compañía». Ahí está, precisamente, otra de las claves de la calidad de vida: si el mayor vive solo o acompañado, pues es un hecho que en todas las encuestas dirigidas a personas de edad avanzada la mayor preocupación, por encima incluso de la pérdida de autonomía o la salud, es la soledad. «No percibo un índice de soledad muy elevado en Málaga», celebra el doctor López Trigo, quien vincula directamente la «actitud positiva» del anciano con una mayor esperanza de vida, que cifra entre cinco y siete años.

La percepción que tiene el especialista sobre ese otro tejido social y familiar que sostiene al mayor está avalada por los datos que maneja el INE sobre la situación doméstica de los que tienen más de 65 años. En este caso las cifras no discriminan por provincias y se refieren a todo el territorio andaluz, pero son extrapolables a la escena local. En concreto, el colectivo más numeroso es el que aún vive con su cónyuge (58,03% del total), de los que el 74,43% son hombres y el 45,27% mujeres. Esta diferencia por sexos pone de relieve que hay más viudas que viudos: concretamente el 43,72% de las mujeres andaluzas ha perdido a su marido, mientras que esta cifra desciende al 12,68% en el caso de los varones.

Entre las formas de convivencia del resto de la población mayor destaca la cifra que sólo el 22,26% vive solo (13,6% de hombres y 29,34% de mujeres), mientras que un 9,01% no convive en pareja pero forma núcleo familiar con algún hijo: en este caso también las mujeres son mayoría, ya que entre ellas el 12,18% declara vivir bajo esta fórmula y sin embargo ellos sólo conviven con sus vástagos en el 4,93% de los casos.

Ahora bien, una vez confirmado que ahora se vive más y mejor, queda otra pregunta por resolver: ¿en qué situación de bienestar económico se encuentran los mayores de la provincia? La respuesta difiere según cada caso, sin embargo los datos oficiales vuelven a constatar una realidad que pinta a favor de los mayores de 65 años: según el INE, desde el año 2008 –fecha del inicio de la crisis económica– la pensión de jubilación media en Málaga ha crecido un 26%. Es decir, si hace ocho años un jubilado cobraba una media de 761,75 euros, hoy esta cantidad asciende a los 962,52 euros (la media nacional está en 1.046,28 euros). Si el cómputo del total de las pensiones se hace teniendo en cuenta, también, a las no contributivas (orfandad o viudedad), la suma es similar, con una pensión media de 682,76 euros en 2008 y 833,05 en la actualidad.

Menos riesgo de pobreza

Los datos del INE no son los únicos que confirman esta tendencia: el indicador que utiliza la UE para medir el riesgo de pobreza o exclusión social desvelan que si los mayores españoles tenían en 2008 un riesgo del 25,5%, hoy en día este porcentaje ha retrocedido hasta el 12,3%. Justo lo contrario ha ocurrido con el resto de la población de menos de 65, que ha visto cómo desde que comenzó la crisis el peligro de formar parte de este grupo ha crecido más de dos puntos (del 19,8% al 22,1%). «Obviamente hay una mejora objetiva de los mayores de 65 años que está avalada por los datos. De una parte la evolución de las pensiones lo acredita, la cual es tanto más significativa en la medida que hemos vivido un periodo caracterizado por un moderadísimo comportamiento de los precios, con ausencia de inflación e incluso episodios deflacionarios (caída de precios)». La reflexión la aporta el catedrático de Economía Aplicada de la UMA Antonio García Lizana, quien incorpora además otros matices a la cuestión del menor riesgo de pobreza al que se enfrentan los mayores: «Esta mejora tiene dos líneas de explicación: de una parte la mejora de las pensiones; de otra, la caída presumiblemente experimentada por la línea de riesgo de pobreza».

El catedrático no olvida, por otra parte, que «hablar de pensión media no nos puede hacer olvidar que existen posiciones desiguales entre las cantidades recibidas por unos y por otros», aunque deja enunciada otra parte fundamental en este debate sobre el bienestar económico de los mayores: «Lógicamente, la mejor posición relativa de los mayores les ha permitido ayudar a sus familias con menores recursos». O dicho de otro modo: muchos de estos pensionistas se han convertido en los años más duros de la crisis en auténticos salvavidas de sus familiares en paro, y sus ingresos fijos han servido para dar cierta estabilidad a todo su núcleo cercano, como hijos y nietos. Los efectos de la recesión económica han terminado por pesar de una u otra forma en la calidad de vida de tres de cada diez pensionistas de la provincia de Málaga, según los últimos datos publicados en el Observatorio Social de las Personas Mayores que anualmente publica Comisiones Obreras. El documento desvela que el 30% de los 254.328 mayores que reciben algún tipo de prestación dedica una parte de esa cantidad a mantener a otros miembros de su familia en paro.

En resumen, este poder adquisitivo relativamente estable, unido a una mayor –pero sobre todo mejor– esperanza de vida y a un interés creciente por mantenerse relativamente activo ha terminado por dibujar esta nueva radiografía del mayor en Málaga. Sobre ella aporta una última reflexión el profesor Jesús Delgado, que además dirige el Aula de Mayores de la UMA desde hace veinte años y ha sido testigo privilegiado de una evolución que también traduce también en cada vez más alumnos (hoy más de mil): «El nivel socio educativo ha mejorado mucho. Ahora hay muchos profesionales que quieren ampliar sus conocimientos, pero también funciona mucho el componente social, el tener un lugar de reunión. Y sobre todo son tremendamente activos».

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