30 Mar Frenar el envejecimiento y llegar a 110 años, una meta posible.
Conocer en profundidad el proceso de envejecimiento amplía las posibilidades de vivir más años y en mejores condiciones.
Marta Sánchez Monge
El aumento de la longevidad hasta cotas insospechadas hace unas décadas está cada vez más al alcance de la mano, pero los expertos reunidos en el congreso Longevity World Forum 2019, que se ha celebrado en Valencia, advierten de la falsedad de ciertas afirmaciones supuestamente científicas que se difunden con frecuencia y aseguran que no seremos inmortales y el envejecimiento es irreversible.
El objetivo de los científicos es prolongar la vida y, sobre todo, aumentar la calidad de los años vividos. Coinciden es considerar carente de sentido aspirar a superar los 100 años de edad si los últimos 20 (o más) están marcados por las enfermedades y la dependencia.
Búsqueda de la eterna juventud, ¿en qué punto estamos?
Para manuel Pérez alonso, catedrático de Genómica de la Universidad de Valencia y miembro del comité de organización del congreso, nos encontramos en un momento muy esperanzador: “Estamos en un punto en que empezamos a entender los procesos biológicos que están detrás del envejecimiento; no es más que el principio, en los próximos años se entenderá mucho más y se va a poder plantear frenar el proceso y envejecer más saludablemente”.
Así lo ve también José Viña, coordinador del Grupo de Investigación en Envejecimiento y Ejercicio Físico de Incliva, director del FreshAge (Universidad de Valencia)
y representante del comité científico, quien cifra la longevidad máxima en alrededor de 110 años. “El límite está ahí, siempre y cuando se mantengan los paradigmas actuales”, matiza. Y añade que la población “que más va a crecer es la de más de 85 años”.
Pérez Alonso pronostica que, si en la actualidad “es una rareza superar los 100 años de edad, dentro de medio siglo será algo habitual”.
Estas son algunas de las líneas de investigación más prometedoras encaminadas a frenar el envejecimiento y aumentar la longevidad con una buena calidad de vida:
Ataque a las células ‘zombies’
La senescencia celular, un proceso fisiológico normal muy ligado al envejecimiento, puede aprovecharse para combatir los estragos que sufre el organismo con el paso de los años. Uno de los grupos de investigación que sigue esta pista es el de Manuel Collado, jefe del laboratorio de células madre en cáncer y envejecimiento en el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS). Según explica, la senescencia celular es “una respuesta que tienen todas las células y que tiene que ver con su capacidad limitada para dividirse de forma continua”. Llega un momento en que ya no pueden continuar reproduciéndose y se acumulan en ciertos sitios. “Hoy en día ya nadie duda de que contribuyen al envejecimiento”, agrega.
Esas células senescentes se conocen coloquialmente como células zombies porque han dejado de cumplir sus funciones pero no están muertas, sino han dejado de dividirse y, además, secretan factores proinflamatorios que fomentan un estado de inflamación crónica que contribuye al envejecimiento.
“Una de las últimas cosas que hemos visto es que eliminarlas de forma específica contribuye a rejuvenecer y mejorar el estado de salud”, señala el científico. De momento, esto solo se ha conseguido en modelos animales a los que se les han administrado unos fármacos denominados senolíticos.
Fármacos antienvejecimiento
Se investigan múltiples fármacos con un gran potencial para frenar el envejecimiento y, en el futuro, podrían emplearse de forma preventiva -como agentes rejuvenecedores– en personas sanas. Pérez Alonso cree que aún es pronto para apostar por ninguno de ellos: “En este momento no hay ningún fármaco que podamos tomar para alargar la vida; no hay ninguno cuyos efectos se hayan demostrado al 100%, pero hay estudios muy prometedores y no descarto que en un plazo no muy lejano sirvan para frenar el proceso de envejecimiento”.
Genética de los centenarios
Muchas de las personas que llegan a los 100 años tienen una salud envidiable. El grupo de Viña investiga a estos individuos porque “sirven como ejemplo de envejecimiento satisfactorio”. El objetivo no es tanto averiguar por qué viven mucho, sino qué es lo que hace que “vivan muy bien, con una gran calidad de vida”.
La clave parece estar en la carga genética de estas personas y por eso los científicos se afanan en buscar los genes que están detrás de esa longevidad saludable. Los estudios moleculares han revelado que poseen genes especiales que, entre otras cosas, controlan la muerte celular programada o apoptosis. Su organismo “maneja perfectamente el control de la muerte celular”, poniéndola en marcha cuando se produce una amenaza. Por ejemplo, cuando las células empiezan a malignizarse, lo que evita que llegue a surgir un cáncer.
Mejorar la ‘salud’ de los cromosomas
Los cromosomas son otra de las bazas que se pueden jugar para plantar cara al envejecimiento. Estas estructuras microscópicas, que están presentes en todas las células del organismo, contienen los genes que determinan todos los rasgos genéticos, como el color de los ojos y del pelo, y que controlan el crecimiento y el desarrollo de cada componente de nuestro sistema físico y bioquímico.
En los extremos de los cromosomas se sitúan los telómeros, que no codifican ningún gen, pero son muy importantes porque se encargan de proteger al cromosoma de los daños. Cada vez que una célula se divide, los telómeros se acortan. Con el tiempo, se vuelven tan cortos que la célula ya no puede dividirse.
Actuar sobre los telómeros impidiendo que se acorten puede ser una forma de prolongar la vida de las células y, de esta forma, mitigar los efectos del envejecimiento. María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), ha presentado en el congreso sus últimos avances en esta línea de investigación. Ha probado que se puede aumentar la longevidad sin intervenir en los genes con modelos de ratón nacidos con telómeros más largos de lo habitual, lo cual no solo incrementa su esperanza de vida, sino que también mejora su salud, ya que están más protegidos ante enfermedades como el cáncer y la obesidad.
Ejercicio, dieta y estrés cero
La administración de fármacos antienvejecimiento, las terapias genéticas que activan los genes de la longevidad o el ataque a las células zombies son estrategias de futuro con un gran potencial, pero hay otras que ya han demostrado su poder antiedad.
Viña enumera las herramientas de eficacia probada, que funcionan de manera óptima cuando se utilizan de manera conjunta: “ejercicio, nutrición adecuada, control del estrés y alta calidad de la medicina preventiva geriátrica”. La actividad física ha de ser “multicompetente, personalizada y social” y para el control del estrés señala dos grandes aliados: el ejercicio y la meditación.