12 Ago Envejecer con actividad digital alarga la vida.
Una tesis del CEU demuestra que los mayores que abrazan de forma activa las nuevas tecnologías tienen un mejor envejecimiento mental y se sienten empoderados.
Juan Carlos Valero
La revolución de las canas ha llegado para quedarse y adquirirá mayor protagonismo con la jubilación de la generación de los «baby boomers». Para quienes nacieron en las décadas de los 40 y 50 y tuvieron una biografía extrema de tránsito civilizacional, del campo a las ciudades, abrazar ya jubilados el mundo digital les supone el elixir de la eterna juventud. Así lo ha comprobado el doctor Manel Domínguez en su investigación sobre los «seniorLab», usuarios del Citilab de Cornellà (Barcelona), que han sido los sujetos de estudio en su tesis «El envejecimiento activo en la sociedad del conocimiento. Análisis del caso Citilab de Cornellà», defendida en la Escuela Internacional de Doctorado del CEU.
El sector de gran consumo ya hace un tiempo que puso su foco en los «viejenials» por su pujanza económica como relevo de los “millennials. También los mayores son el objetivo de una parte de las actividades del Citilab, equipamiento europeo que pone a disposición de los usuarios de la periferia barcelonesa todas las herramientas de la era digital desde una perspectiva social innovadora. Según el estudio del doctor Domínguez, que ha cruzado las metodologías de la encuesta, el «focus group», la observación no participativa y las entrevistas en profundidad, el 95,1 por ciento de los usuarios mayores de este centro perciben la visión de la neotenia humana como una nueva percepción de alargamiento de la vida. Así lo manifiestan en una encuesta en la que manifiestan sentir que ellos son la confirmación viva de un envejecimiento activo con mente activa, altamente participativa e innovando en la era digital de la Sociedad del Conocimiento.
Gran adaptación vital al cambio
En su mayoría, se trata de mayores que a lo largo de sus vidas demostraron una gran adaptación al cambio: fueron jóvenes en el medio agrario en la década de los 50 que emigraron a la periferia de Barcelona y se convirtieron en adultos industriales en la década de los 70. Ahora son ciudadanos activos que aportan sus instantes de vida a la sociedad del conocimiento, porque el uso de las TIC les empodera social y familiarmente, además de que contribuyen a la innovación.
El envejecimiento activo, junto a la innovación social que propone el CItiLab, supone una oportunidad de vida para el 85,4% de los mayores participantes en la investigación, entre otras razones porque experimentan sinergias en la innovación que ellos mismos practican. Sin este tipo de envejecimiento activo mental, «se cae en una trampa para la salud, para la vida actual». También el 92,7% de los encuestados consideran necesario construir una nueva concepción sobre el envejecimiento, y que se debe establecer una nueva línea evolutiva del pensamiento dentro de la sociedad del conocimiento, entre otros objetivos, para promover una nueva convivencia entre generaciones.
No solo el cuerpo envejece
En la actualidad, las políticas oficiales se centran en la idea del envejecimiento activo relacionándolo con el cuerpo, la salud y el ejercicio físico, pero no necesariamente con la mente. Todos los datos que ha barajado el doctor Domínguez, director de estudios de Periodismo en la Universidad Abat Oliba-CEU, coinciden en que, cuando se llega a cierta edad, la mente debe seguir evolucionando. Definen que, si la mente se queda quieta, el cuerpo se frena y se paraliza. También manifiestan la necesidad de salir de la zona de confort, que suele ser una trampa para la salud, para la vida actual de los mayores.
Según esos postulados, envejecer no es un problema, sino una oportunidad para seguir ejerciendo un papel activo, gracias a un nuevo proceso de aprendizaje humano que también contribuye a alargar la vida. Las personas mayores quieren volver a formarse, aprender e innovar, lo que supone una sorpresa para la sociedad. Es la revolución de los sénior, que hasta hace poco «estaban instalados en la sumisión social», según cita de Dolors Solano, coordinadora del proyecto SeniorLab. Los mayuores, junto con el Citilab, deciden qué quieren investigar y qué quieren observar e identificar.
Sentimiento de pertenencia
Además del elixir de la juventud, estos mayores experimentan un sentimiento de pertenencia. Una de las usuarias participantes en el grupo de discusión del estudio reconoce creer que abrazar las TIC “te da un sentimiento de que no eres una ignorante total delante de todo lo que nos está viniendo encima, que en realidad es la tecnología que mucha gente, si no sigue o si no se interesa un poco por ello, se quedará muy desplazado o prácticamente fuera de toda la sociedad”.
También el 93,9% de los mayores encuestados considera que sus actividades digitales potencian su pensamiento creativo, lo que demuestra ser un motor inclusivo y cohesionador de una nueva sociedad del conocimiento, con intercambio generacional entre usuarios a partir de: la persona, una idea y un proyecto. Hasta el punto de que la tesis evidencia la primera generación de seniors digitales (SeniorLab) que lideran proyectos de innovación social.
Citilab, premio Alan Turing
El Citilab y los seniors son partícipes de la nueva revolución tecnológica. En ese sentido, se muestran en la investigación como un referente único en Europa y una sorpresa inesperada para la sociedad en cuanto al proceso colaborativo, cocreativo y de participación abierta. Y eso es posible porque se encuentran en un centro de innovación, que además une empresa, universidad y ciudadanía. Un proyecto que como idea es única, ya que, según el doctor Domínguez, es un referente exclusivo en el mundo con diez años de recorrido.
El Citilab de Cornellà ha recibido este año el premio Alan Turing en el marco de la Noche de las Telecomunicaciones y la Informática, que organiza la Asociación Catalana de Ingenieros de Telecomunicación y el Colegio Oficial de Ingeniería Informática de Cataluña. El galardón reconoce la labor del Citilab como impulsor de un proyecto innovador en el ámbito de las TIC. El jurado valoró «su aspecto social positivo, que aporta valor a la sociedad en los ámbitos de ciudadanía, medio ambiente, educación, cultura e integración social. Rocío García, teniente de alcalde del Ayuntamiento Cornellà y responsable de las áreas de Igualdad y Educación, subrayó al recoger el premio que «en una ciudad de cerca de 90.000 habitantes creímos que teníamos que abrir las puertas a la tecnología y soñar que ésta tenía que estar al alcance de todos, que no se podía dejar a nadie fuera del progreso». Una aportación que, en suma, ha contribuido a cerrar la brecha digital.