12 Ago Cómo prevenir el COVID-19 en verano sin perder de vista un envejecimiento activo y saludable.
Como viene siendo habitual, las altas temperaturas pasan factura especialmente a los más mayores, quienes se enfrentan a un verano inusual con la presencia aún del coronavirus.
S.F
La Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA), a través de su Comisión de Salud y Espacios Sociosanitarios, quiere concienciar a sus asociados y al colectivo de personas mayores sobre cómo prevenir el COVID-19 y como fomentar un envejecimiento activo y saludable también en verano. La estación estival es una de las preferidas por casi todos los ciudadanos. Estas temperaturas tan deseadas, sin embargo, son las que más afectan a las personas mayores.
Y es que, coincidiendo con esta época del año y las vacaciones familiares, las personas mayores deben continuar siguiendo las recomendaciones y criterios del gobierno para evitar el COVID-19.
Debemos estar atentos a los síntomas más habituales del coronavirus: fiebre, tos seca y cansancio. También a otros síntomas como: molestias y dolores, dolor de garganta, diarrea, conjuntivitis, dolor de cabeza, pérdida del sentido del olfato o del gusto, erupciones cutáneas o pérdida del color en los dedos de las manos o de los pies. En el caso de presentar síntomas graves tales como dificultad para respirar o sensación de ahogo o falta de aire, dolor o presión en el pecho, incapacidad para hablar o moverse, hay que buscar atención médica inmediata, llamando al doctor o centro de atención sanitaria.
Como ya saben, es imprescindible protegernos con mascarilla, ya que la transmisión se produce por contacto estrecho con las secreciones respiratorias, pequeñas gotas generadas por la tos o estornudos de una persona enferma. Cuando estas secreciones entran en contacto con la boca, la nariz o los ojos, es cuando puede producirse el contagio. Por ello es muy importante mantener una distancia de un mínimo de 1,5 metros entre personas y como decíamos, usar mascarillas.
Asimismo, es necesario lavarnos las manos con agua y jabón frecuentemente y durante 40-60 segundos y evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca. No compartir vasos, cubiertos, toallas y otros objetos que hayan podido estar en contacto con saliva o secreciones.
El peligro de las altas temperaturas
Desde CEOMA, también queremos que el colectivo de las personas mayores tenga presente que en estos meses de verano es imprescindible protegerse de las altas temperaturas provocadas por las olas de calor. Es necesario hidratarse constantemente, ducharse frecuentemente durante el día o refrescarse con paños húmedos, evitar la exposición prolongada al sol, no ingerir comidas copiosas, evitar las bebidas alcohólicas, llevar ropa fresca y ligera, así como, en las horas de más calor, mantenerse en estancias bien ventiladas y frescas.
En el caso de ser cuidador o cuidadora de una persona mayor, o de una persona dependiente con poca movilidad, es importante mantener a la persona en lugares frescos y si está encamada realizar cambios posturales, ya que la falta de movilidad provoca que se pierda mayor cantidad de líquidos por transpiración, por lo que es imprescindible reponerlos.
Por otra parte, para tener un envejecimiento activo y saludable es necesario evitar el sedentarismo, un factor de riesgo cardiovascular independiente y de primer orden. El sedentario es enemigo del cuerpo y de la mente. Este produce una disminución de las cualidades físicas que traen como consecuencia la soledad y el aislamiento no deseado y que aleja a las personas mayores del contacto social, cayendo finalmente en depresión. Por este motivo, es importante el ejercicio físico para mantenernos activos y mejorar la salud mediante la reducción de factores de riesgo de enfermedades crónicas, retrasar la aparición de discapacidad y mantener la independencia. Asimismo, las personas mayores que padecen diabetes asociada a la edad y que realizan actividad física de forma regular, suelen mostrar un mejor control glucémico y una menor necesidad de medicación.
Entrenar frecuentemente y de manera adecuada hace que los mayores sean más activos, más autónomos y vivan mejor. En ocasiones, para personas mayores de baja condición física es bueno poder contar con un preparador físico titulado en actividades físicas y deporte para poder alcanzar los beneficios necesarios y prevenir enfermedades, retrasar la dependencia, la discapacidad o el deterioro cognitivo. Para ello, se puede contar con programas de ejercicio físico que ayudan a prevenir la fragilidad y fomentar la fuerza, la resistencia, el equilibrio y la elasticidad, mejorando el estado de ánimo, potenciando los reflejos y recuperando la agilidad estancada o mermada. Con programas especializados de actividad física a domicilio se pueden alcanzar resultados notablemente positivos.
CEOMA en colaboración con ‘Mayores en Forma OK’, pone al alcance de las personas mayores con baja condición física y de movilidad, a un equipo de profesionales Titulados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, formados por ‘Mayores en Forma OK’ en el método MAFOR para la prevención y el riesgo de caídas. Utilizan distintos programas de ejercicio funcional para personas mayores, enmarcados en la «Estrategia de Promoción de la Salud y Calidad de vida» de la Unión Europea.
La alimentación, un pilar básico
También queremos recordar la recomendación de una buena nutrición, ya que es una de las principales claves para mejorar la salud. Una alimentación adecuada y un estilo de vida saludable contribuyen decisivamente en el aumento de la esperanza de vida. Una alimentación correcta es parte esencial para mantener una buena salud y, por lo tanto, buena calidad de vida.
Para garantizar una alimentación saludable, es necesario conocer el tipo de alimentos que necesitamos y en qué proporción debemos administrarlos. Los alimentos que deben tomarse diariamente son los cereales y sus derivados (pan, arroz, pasta), patatas, verduras, hortalizas, frutas, leche (y sus derivados) y aceite de oliva.
Es recomendable hacer cinco comidas diarias, preparando los alimentos de forma sencilla, con poca grasa y poca sal, y mantener una hidratación adecuada mediante la ingesta abundante de líquidos (agua, caldos, infusiones).
Para conseguir una dieta equilibrada se debe consumir una amplia variedad de alimentos que satisfagan los requerimientos nutricionales a lo largo de la semana.
Las personas mayores necesitan una menor cantidad de energía que el resto de la población, pero hay nutrientes que son fundamentales para ellos y, por ello, deben aumentarse. En general, es conveniente evitar el tabaco y el consumo de bebidas alcohólicas, así como aportar calcio y vitamina D, consumiendo diariamente lácteos bajos en grasa.