07 Dic Así contribuyen las tareas domésticas a mantener la memoria y atención.
La actividad física regular es buena para mantener una salud física y mental óptima. Y entre los adultos mayores, frena los riesgos de enfermedades de larga duración, caídas, inmovilidad, dependencia y muerte.
S.F
Las tareas domésticas están relacionadas con una memoria más aguda, una mayor capacidad de atención y una mejor fuerza en las piernas y, por extensión, una mayor protección contra las caídas en los adultos mayores, según una investigación publicada en la revista ‘BMJ Open’ a la que ha tenido acceso Ep. Los resultados fueron independientes de otras actividades físicas regulares en el lugar de trabajo y de los desplazamientos activos, puntualizan los autores. La actividad física regular es buena para mantener una salud física y mental óptima. Y entre los adultos mayores, frena los riesgos de enfermedades de larga duración, caídas, inmovilidad, dependencia y muerte.
Sin embargo, los datos de seguimiento mundial indican que en 2016 la actividad física estaba muy por debajo de los niveles semanales recomendados y que apenas había variado en una década, y que los habitantes de los países de renta alta tenían más del doble de probabilidades de no hacer nada que los de los países de renta baja.
Dado que las tareas domésticas implican actividad física y son un indicador de la capacidad de vivir de forma independiente, los investigadores querían explorar si realizar las tareas del hogar podría contribuir a un envejecimiento saludable y potenciar la capacidad física y mental entre los adultos mayores de un país rico.
Incluyeron a 489 adultos seleccionados al azar, con edades comprendidas entre los 21 y los 90 años, con menos de 5 afecciones subyacentes y sin problemas cognitivos. Todos vivían de forma independiente en una gran ciudad residencial de Singapur y eran capaces de realizar las tareas cotidianas.
Los participantes se dividieron en dos franjas de edad: de 21 a 64 años (249; edad media 44), clasificados como «jóvenes»; y de 65 a 90 años (240; edad media 75), clasificados como «mayores».
Para evaluar la capacidad física se utilizó la velocidad de la marcha y la velocidad de sentarse y levantarse desde una silla (indicativa de la fuerza de las piernas y el riesgo de caídas). Se usaron pruebas validadas para evaluar la agilidad mental (memoria corta y retardada, capacidad visoespacial, lenguaje y capacidad de atención) y los factores fisiológicos relacionados con las caídas.
Se interrogó a los participantes sobre la intensidad y la frecuencia de las tareas domésticas que realizaban regularmente, así como sobre el número de otros tipos de actividad física que realizaban.
Las tareas domésticas ligeras incluían fregar, quitar el polvo, hacer la cama, tender la ropa, planchar, ordenar y cocinar. Las tareas domésticas pesadas se definieron como la limpieza de ventanas, el cambio de cama, el aspirado, el lavado del suelo y actividades como la pintura/decoración.
La intensidad de las tareas domésticas se midió en equivalente metabólico de la tarea (MET). Estos equivalen aproximadamente a la cantidad de energía (calorías) gastada por minuto de actividad física. A las tareas domésticas ligeras se les asignó un MET de 2,5; a las tareas domésticas pesadas se les asignó un MET de 4.
Sólo alrededor de un tercio (36%; 90) de los jóvenes y sólo alrededor de la mitad (48%; 116) de los mayores cumplieron la cuota de actividad física recomendada sólo con la actividad física recreativa. Sin embargo, casi dos tercios (el 61%; 152 de los más jóvenes y el 66%; 159 de los mayores) cumplieron este objetivo exclusivamente con las tareas domésticas.
Tras ajustar otros tipos de actividad física regular, los resultados mostraron que las tareas domésticas se asociaban a una mayor agudeza mental y una mejor capacidad física. Pero sólo entre el grupo de mayor edad.
Las puntuaciones cognitivas eran un 8% y un 5% más altas, respectivamente, en los que realizaban un alto volumen de tareas domésticas ligeras o pesadas, en comparación con los que estaban en los grupos de bajo volumen.
Y la intensidad de las tareas domésticas se asoció con dominios cognitivos específicos. En concreto, las tareas domésticas pesadas se asociaron con una puntuación de atención un 14% más alta, mientras que las tareas domésticas ligeras se asociaron con puntuaciones de memoria corta y retardada un 12% y un 8% más altas, respectivamente.
Del mismo modo, las puntuaciones de tiempo de sentado a parado y de equilibrio/coordinación fueron un 8% y un 23% más rápidas, respectivamente, en el grupo de alto volumen que en el de bajo volumen.
Los miembros del grupo de menor edad tenían una media de cinco años más de educación que sus homólogos de mayor edad. Y dado que el nivel educativo se asocia positivamente con la agilidad mental de base y con un declive cognitivo más lento, esto podría explicar las diferencias observadas en el impacto de las tareas domésticas entre los dos grupos de edad, explican los investigadores.
Se trata de un estudio de observación y, como tal, no puede establecer la causa, advierten, pero señalan que investigaciones anteriores indican una relación entre el ejercicio aeróbico y la mejora de la función cognitiva, por lo que la mayor agilidad mental asociada a las tareas domésticas podría producirse a través de mecanismos similares, sugieren.
Y concluyen: «Estos resultados sugieren colectivamente que las mayores funciones cognitivas, físicas y sensoriomotoras relacionadas con las actividades pesadas de las tareas domésticas podrían asociarse plausiblemente con un menor riesgo fisiológico de caídas entre los adultos mayores que viven en la comunidad».
Los autores subrayan que «incorporar la actividad física al estilo de vida diario a través de las tareas domésticas (es decir, las labores del hogar) tiene el potencial de lograr una mayor actividad física, que se asocia positivamente con la salud funcional, especialmente entre los adultos mayores que viven en la comunidad».