13 Oct A más horas de ejercicio, menos ganas de realizar actividades cotidianas después.
Las personas reducen su actividad física diaria como compensación por más deporte, según un estudio.
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Después de una carrera o un entrenamiento extenuante, ¿crees que mereces un descanso más prolongado en el sofá o un viaje en ascensor en lugar de subir las escaleras?; ¿evitas sacar al perro o prefieres que te traigan la compra a casa?. Quizás conozcas estos sentimientos, son las ganas de no hacer nada, es el ‘premio’ a una actividad intensa.
Una amplia gama de estudios muestran que a medida que las personas aumentan su cantidad de ejercicio estructurado, como ir al gimnasio o correr en pista, tienden a «holgazanear» más cuando se trata de realizar actividades cotidianas que no se consideran ejercicio o actividad deportiva pero que tienen un componente de actividad física.
Esto es precisamente lo que muestra un metaestudio de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) que confirma que cuanto más horas de ejercicio se practica, más se tiende a reducir las actividades físicas diarias que no son ejercicio, como ir al trabajo en bicicleta en lugar de conducir, o subir escaleras en lugar de subirse a un ascensor.
Según los autores del estudio, esta es una consideración importante para cualquiera que busque perder peso. «En el 67% de los estudios, podemos ver que las personas reducen la actividad física en su vida diaria como compensación por más entrenamiento. Esto incluye caminar menos, andar menos en bicicleta y tomar el ascensor en lugar de las escaleras», afirma Julie Marvel Mansfeldt, estudiante de posgrado en el Departamento de Nutrición, Ejercicio y Deportes (NEXS) de la Universidad de Copenhague.
El estudio, que se publica en la revista ‘Current Nutrition Reports’, es una revisión sistemática de 24 estudios de investigación, todos describen los niveles de actividad física diaria de las personas antes y durante las intervenciones con varios programas de ejercicio estructurados.
El nivel de actividad física regular parece desempeñar un papel importante en si una persona pierde peso con éxito o no. «Perder peso consiste en cambiar el equilibrio entre la cantidad de energía que consumes y la cantidad que gastas. Puedes cambiar tu dieta para comer menos o aumentar tu nivel de actividad física», señala Julie Marvel Mansfeldt.
En teoría, un déficit de energía resultante de hacer más ejercicio debería resultar en una pérdida de peso. Pero en la práctica, vemos que las dos cosas rara vez están relacionadas y que la pérdida de peso debido al ejercicio es a menudo menor de lo esperado. Esto indica que algún tipo de mecanismo compensatorio debe existir.
«Sorprendentemente y contrariamente a lo que mucha gente piensa, normalmente no aumentamos la cantidad de alimentos que ingerimos al comenzar el entrenamiento físico, lo que sugiere que debemos estar disminuyendo la actividad física sin ejercicio, que se refiere a todas las actividades físicas que realizamos en la vida diaria aparte del ejercicio estructurado», explica la autora principal del estudio.
Uno de los estudios concluye que esta disminución hizo que los sujetos perdieran un 22 por ciento menos de peso de lo esperado en su programa de entrenamiento físico.
Creemos que lo merecemos
Según la estudiante de posgrado Julie Marvel Mansfeldt, nuestra tendencia a ser menos activos físicamente fuera del tiempo de ejercicio es probablemente una mezcla de mecanismos fisiológicos y psicológicos dentro de nosotros.
«La compensación puede venir simplemente de sentirnos más cansados después de una sesión de entrenamiento en el gimnasio. Pero probablemente también hay un factor psicológico en juego, que es una especie de sistema de recompensa que se activa y nos hace pensar que merecemos tumbarnos en el sofá, y evitar los largos paseos con el perro o ir al supermercado en coche en lugar de ir en bicicleta», explica.
Además, y por otro lado, esa compensación también tiene que ver con la alimentación. Cuanto más ejercicio probablemente se siente más hambre y, al final, se come más; aunque, lo cierto es que las investigaciones en esta área en realidad muestran que este tipo de compensación no es tan común. «Actualmente, los programas de pérdida de peso que implican ejercicio siempre afirman que los participantes deben tener cuidado de no comer más», afirma la investigadora, que incide en que en estos programas se recomiende también mantener la actividad cotidiana, y no vaguear tras la practica deportiva.
Los estudios también demostraron que la reducción compensatoria de las actividades físicas sin ejercicio es una respuesta común tanto entre hombres como entre mujeres, y tanto entre personas con un peso corporal dentro del rango saludable como entre aquellas con sobrepeso. Asimismo, mostró que las personas que tenían un ‘efecto positivo’ (aquellos que disfrutaban haciendo ejercicio y mostraban estados de ánimo positivos como alegría, interés y estado de alerta) también comían menos y, por lo tanto, lograron una mayor pérdida de peso que aquellos que tenían un ‘efecto negativo’ ( aquellos que pensaban que el ejercicio era difícil y no muy divertido).