19 Feb González de Posada (82 años), récord mundial con 9 doctorados: «Lo hago por satisfacción personal».
Tiene tres carreras y durante 57 años ha sido profesor de Física.
2024. 65Ymás
Laura Moro
Francisco González de Posada nació en Cádiz en 1942, y ahora, 82 años después, tiene 9 doctorados y ya está pensando en el décimo. Sus ganas de aprender han estado presentes desde sus comienzos, y tal y como nos ha contado en una entrevista a 65YMÁS, lejos de querer batir o conseguir un récord mundial, lo que quiere es no quedarse con «asignaturas pendientes».
Pero para entender mejor por qué el gaditano no quiere decirle adiós a las aulas universitarias, hay que remontarse a su ciudad natal: «Pues mira, yo tenía 19 años cuando me vine a estudiar Ingeniería de Caminos a Madrid gracias a la beca que creó el que fue obispo de Málaga, Ángel Herrera Oria. Lo que él quería era dar la oportunidad de formarse a los que él consideraba que serían “los ministros del mañana”, por decirlo de alguna manera, y por eso no solo te exigían tener el mejor expediente de toda la provincia, sino que, además, teníamos que hacer una carrera “de las suyas”«, comienza relatando González de Posada.
«Entonces podíamos elegir entre Periodismo de la Iglesia (por aquel entonces las facultades de Ciencias de la Información estaban prohibidas) o Sociología. Elegí esta última, y pensé ‘si su eminencia me obliga a hacer dos carreras, pues yo voy a hacer una tercera’, y por eso estudié también Físicas. De las tres carreras a la que me he dedicado profesionalmente ha sido a la Física, que es de la que he sido catedrático y profesor de durante 57 años«, asegura el catedrático.
Después de casi 60 años dedicándose a la enseñanza, González se jubiló y lejos de cerrar este capítulo de su vida universitaria, decidió empezar uno nuevo porque tenía una carrera pendiente: «Como decía, en Madrid estuve gracias a la beca del obispo y vivía en su Colegio Mayor Pio XII. En ese contexto, con el cardenal y la Iglesia de por medio, y los marianistas, comencé a dar conferencias hablando de religión. En consecuencia, la primera asignatura pendiente que tenía al jubilarme era Teología, y por eso, hice mi doctora en esta materia», explica.
«Al año siguiente, ya siendo doctor en Teología, decidí estudiar también la carrera en sí porque no concebía ser doctor sin ser licenciado«, nos asegura González de Posada.
«Nada tiene que ver con batir récords»
Y después del primero llegaron el de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, Filosofía, Sociología, Medicina, Filología Hispánica, Historia, Química y Economía. En total, nueve tesis doctoral, aunque no serán las únicas: «Los doctorados los he hecho por satisfacción personal, por ir cubriendo lo que se llama popularmente asignaturas pendientes del conocimiento a lo largo de la vida, o por anécdotas que me han ido surgiendo sobre temas concretos», asegura.
«Nada tiene que ver con batir récords, como dicen. El trasfondo son las ganas de seguir estudiando. Como mucho, lo que quiero es que mi alrededor sea consciente de que vale la pena estudiar, y que la jubilación no significa que tengas que estar ‘atontado’ el resto de tu vida, ni mucho menos, es sinónimo de ponerse a estudiar. Esto es una locura mía, pero puede hacerse«, aclara.
De hecho, González de Posada nos cuenta que algunas de sus tesis no ha tenido ni que pararse a pensar sobre qué hacerla: «En líneas generales, los temas los he elegido y propuesto yo, y son cosas que me interesan. Pero mira, por ejemplo, el día que leía mi tesis doctoral de Medicina en la Universidad de Alcalá de Henares, entre los asistentes, cuando ya había acabado la ponencia, se me acerca una catedrática de Filología Hispánica y me dice ‘profesor, yo quisiera que usted hiciera una tesis doctoral conmigo’. Es algo que nunca me ha sucedido, y no creo que me vuelva a suceder. Yo nunca había estudiado nada sobre esto, pero al final decidimos hacerlo sobre la mujer en la novela de Cervantes», nos comenta.
Ahora bien, no todo es positivo, y González de Posada tiene claro qué es lo peor de enfrentarse a una tesis doctoral: «El problema más grande que tienen los doctorados es la burocracia. Es deprimente la situación actual de la burocracia española, el ‘vuelva usted mañana’… En mi época de estudiante lo único que tenía que hacer era rellenar un papel, ir al banco a pagar, entregar el recibo en la universidad y ya estaba matriculado. Ya no había que hacer nada más. Hoy sin embargo, es todo muy diferente. Es el mal endémico, como decían en el siglo XVIII», asegura el catedrático.
«Nunca he tenido ningún problema por mi edad desde que empecé los doctorados»
Francisco es el claro ejemplo de que la jubilación es un buen momento para retomar aquellas asignaturas que quedaron pendientes, y por eso, ve con muy buenos ojos que las universidades apuesten cada vez más por los alumnos sénior: «Creo que es evidente que toda universidad que se precie ya tiene sus clases para mayores, aunque suelen ser asignaturas de cine, arquitectura o arte, que son muy llevaderas. Esto es extraordinario y debe continuar y mejorar«, opina González de Posada.
Aunque estas clases son una buena oferta para los sénior, el catedrático da un paso más y cree «que también debemos fomentar y difundir la idea de que puede hacerse estudios reglados, es decir, que se matriculen en las universidades para hacer carreras. Yo invito a todo el que quiera y pueda, y se sienta con un mínimo de posibilidades y de mejora, creo que debe matricularse formalmente, no solo en estos cursos más o menos llevaderos, sino también en cursos reglados«.
«Pero voy un paso más allá: todos los que hayan estudiado en la universidad deben saber que pueden hacer también una tesis doctoral. Creo que hay muchas personas que podrían dejar su sello y su testimonio en aquellas cuestiones sobre las que tengan algo original que ofrecer», añade el catedrático.
Y por si alguien se ha preguntado si la edad es un impedimento para entrar de nuevo o por primera vez a un aula universitaria, González asegura que «nunca he tenido ningún problema por mi edad desde que empecé a hacer los doctorados después de jubilarme. Creo que el límite es la preparación que uno tenga y los conocimientos que haya adquirido y retenido a lo largo de su vida».