20 Jul Todo lo que deberías saber para elegir y aplicar la crema solar de forma correcta.
Nos encerramos en casa en invierno y, tras casi tres meses de confinamiento en los que apenas nos hemos expuesto a los rayos del sol, estrenamos ‘nueva normalidad’ en verano.
Gema García Marcos
Quemaduras, fotoenvejecimiento y aparición de manchas… Nuestra piel es este año más vulnerable y debemos prestarla más atención que nunca. «Debemos exponernos al sol de forma gradual. Sobre todo, los primeros días de playa, naturaleza o piscina, conviene controlar el tiempo e ir de menos a más (evitando siempre las horas centrales del día)», aconseja Susana Mezquita, experta del Departamento Científico de Cinfa.
Por si había alguna duda al respecto, Mezquita aclara que «no tenemos que confiar en que la mascarilla nos vaya a proteger del sol, puesto que la función de este material es otra y, en cualquier caso, sólo nos cubre la zona de la boca y la nariz. Así pues, resulta indispensable aplicarnos siempre el fotoprotector por todo el rostro».
¿Qué tenemos que tener en cuenta a la hora de aplicarnos el fotoprotector? Los expertos nos aclaran algunas de las dudas más comunes.
¿DEBO PONERME LA CREMA SOLAR ANTES DE SALIR DE CASA?
«Lo importante es dejar que impregne nuestra piel durante cinco a 10 minutos antes de ponernos directamente a tomar el sol. La crema habrá sido así más fácilmente absorbida en parte por la capa córnea de nuestra piel (la parte más superficial, constituida sobre todo por restos de células muertas) y, de esa manera, se estabiliza su presencia en nuestra piel y la protección puede ser algo mejor. Da igual si esto lo hacemos en casa o debajo de una buena sombrilla. En cualquier caso, si nos la ponemos justo antes de tomar el sol ya nos ofrece una gran protección, mucho mayor que si no nos la ponemos», asevera Ángel Pizarro, jefe de la Unidad de Prevención y Diagnóstico Precoz del Melanoma en Clínica Dermatológica Internacional (Madrid).
Raquel González, directora de educación de Perricone MD, añade que «los protectores solares físicos (minerales en la mayoría de los casos) protegen de manera inmediata, haciendo como una película reflectora del sol. En cambio, los químicos tardan en reaccionar sobre la piel un poco, unos 10-20 minutos, es con éstos con los que se recomienda una aplicación previa a la exposición. No obstante, si nos ponemos ropa que nos cubra, puede que retire parte de la protección, por lo que deberíamos volver a aplicar al llegar a la playa o la piscina».
¿ACTÚA NADA MÁS APLICARLA?
«Sí. En definitiva se trata de compuestos orgánicos (filtros químicos) o inorgánicos (filtros físicos) que desde el primer momento absorben o reflejan según los casos la radiación ultravioleta. Otra cuestión es que dándoles algo de tiempo estos compuestos impregnan de manera algo más homogénea y estable la superficie de nuestra epidermis. Pero desde el primer momento nos protegen. Con frecuencia se lee que se necesitan 30 minutos para ello, pero algunos estudios recientes sugieren que con cinco a 10 minutos es suficiente» detalla el doctor Pizarro.
¿DEBEMOS INCIDIR EN ALGUNA ZONA CONCRETA?
El doctor Pizarro indica que debemos procurar proteger bien «toda la superficie cutánea que va a estar expuesta al sol, pero yo insistiría en dos zonas especialmente: la cara y la espalda«.
Aquí van sus razones: «La cara porque, a lo largo de nuestra vida, es una de las zonas que más tiempo acaba estando expuesta al sol. Eso acaba teniendo consecuencias indeseables desde el punto de vista cosmético (manchas solares y arrugas) y oncológico, ya que algunas formas de cáncer de piel son especialmente frecuentes en la cara y su tratamiento puede generar secuelas cosméticas y funcionales relevantes».
La espalda es quizás la zona que «nos quemamos casi todos con más frecuencia». Además, si uno está solo, es «difícil o imposible aplicarse la crema en la zona central de la espalda».
La consecuencia de las quemaduras reiteradas en la espalda es que es la zona más frecuente de melanoma en la edad adulta. «Si redujéramos las quemaduras solares en la espalda a medio plazo reduciríamos también la incidencia de melanoma».
«El rostro, las orejas y la parte posterior del cuello» serían, en opinión de Martha Dias de Caupe Brasil, tres puntos estratégicos.
Tampoco debemos de olvidarnos de hacerlo en las zonas cubiertas por la ropa, ya que en la mayoría de los casos, «ésta no llega a proteger al 100%», asegura Estefanía Nieto, directora técnica de Omorovicza.
¿CÓMO SÉ QUÉ ÍNDICE UTILIZAR?
«Aquí hay que aclarar una cuestión muy importante: los índices de protección que marcan los envases se calculan para una dosis de producto de 2 mg por cm2. Pero prácticamente nadie utiliza esa cantidad de crema solar de forma habitual. Siendo generosos, casi todo el mundo, en mi opinión, emplea entre dos y cinco veces menos. Como consecuencia de ello, un 50 teórico será entre un 10 y un 20 en nuestra piel. Y un 20, entre un cinco y un 10. Por ello, los dermatólogos solemos recomendar adquirir siempre productos con protección superior a 20, y en pieles muy sensibles siempre protección de 50. Eligiendo índices altos compensamos el efecto de emplear menos dosis de la necesaria para alcanzar el índice de protección que marca el envase», explica el doctor Pizarro.
Con una protección de 10 a 15 real, «muy poca gente se quemaría tras 30 a 60 minutos de sol, pero eso sólo lo lograremos aplicando un producto de índice 30 a 50, y siendo algo generosos en su aplicación».
Cuanto más blanca y sensible sea nuestra piel, más importante elegir «un índice alto y ser generosos en la cantidad aplicada». Al día siguiente, sabremos perfectamente si hemos acertado en la elección: «Sin rojez ni escozor en la piel, vamos bien».
¿Y PARA LOS NIÑOS?
El planteamiento sería el mismo que en los adultos, pero con algunos matices, tal y como explica Ángel Pizarro, de Clínica Dermatológica Internacional. «En los niños es especialmente importante evitar las quemaduras solares. Su piel es más fina y sensible, se pueden quemar con más facilidad, y las quemaduras solares infantiles son un factor de riesgo bien establecido para padecer melanoma en la edad adulta«.
Por otra parte, en bebés y niños pequeños se prefieren «los protectores solares con filtros inorgánicos o físicos porque tienen la ventaja de que apenas se absorben, no suelen irritar la piel y su acción es más prolongada». El inconveniente es que son «más densos y se extienden peor, aunque en este punto los laboratorios farmacéuticos han logrado mejoras».
¿NOS PONDREMOS MORENOS CON UNA PROTECCIÓN ALTA?
«El bronceado en sí mismo no es malo. Es una respuesta defensiva de nuestra piel al sol, y la gente que se broncea con facilidad tiene de hecho menos riesgo de cáncer de piel. Pero, obviamente en la medida que reduzcamos la cantidad de luz ultravioleta, que penetra en nuestra piel el bronceado será algo más lento y algo menor«, afirma Pizarro.
Con todo, «hay personas que pueden lograr un buen bronceado usando cremas solares y otras que difícilmente lo lograrán. Lo que hay que evitar siempre es quemarse antes de broncearse, ya que es molesto a corto plazo y aumenta el riesgo de melanoma a largo plazo».
El problema surge sobre todo en personas de piel clara a las que les cuesta broncearse y quieren volver morenas tras unas vacaciones cortas de 10 a 15 días, por ejemplo. «Saben que si no se queman no van a tener tiempo de broncearse de forma llamativa y asumen el riesgo». Error obvio. «Eso hace, por ejemplo, que los países nórdicos dupliquen la incidencia de melanoma respecto a lo observado en el sur de Europa. En mi opinión, en esos casos es mejor no asumir riesgos innecesarios y emplear autobronceadores, con los que se puede alcanzar un efecto cosmético muy favorecedor si se usan bien», recomienda.
Con un factor de protección solar alto, aclara Martha Dias, «la piel tardará más tiempo en broncearse, pero el bronceado supondrá menos riesgos y, por tanto, será más seguro, uniforme, sin manchas, y, además, durará más tiempo.
¿QUÉ PASA DENTRO DEL AGUA?
En teoría el agua puede disolver y eliminar parte de la crema que llevamos puesta. «De ahí, la ventaja de elegir productos «‘waterproof’, los más resistentes, o ‘water resistant’, porque están diseñados para aguantar más tiempo en nuestra piel manteniendo el efecto protector», cuenta el doctor Pizarro.
Pero no debemos fiarnos porque, al emplear una dosis habitualmente baja del producto, «estamos siempre más cerca de lo que pensamos de que su efecto se reduzca hasta un punto problemático para nuestra piel».
Por otra parte, si nos secamos con una toalla arrastraremos también parte del protector. «Así que después de un baño prolongado o de varios baños cortos pero frecuentes es aconsejable repetir la aplicación del protector solar. Por regla general, se aconseja reaplicarlo siempre cada dos horas si pasamos un tiempo prolongado en un ambiente soleado, aunque parte de ese tiempo estemos a la sombra», indica el especialista de Clínica Dermatológica Internacional.
«Un fotoprotector resistente al agua indica que mantiene su actividad por un máximo de 40 minutos de inmersión. Un ‘waterproof’ la mantiene durante 80 minutos. Aún así, hay que replicarlo tras nadar, llenarse de arena, sudoración e incluso secarse con una toalla», añade Dias de Caupe Brasil.
¿CADA CUÁNTO TIEMPO DEBEMOS APLICARLA?
Como mínimo, cada dos horas. «Si nuestra piel es muy sensible, si nos quemamos con facilidad, si pasamos mucho tiempo en el agua y si empleamos poca cantidad en cada aplicación (que es lo habitual), mejor incluso repetir la aplicación cada hora, al menos en pleno verano y en horario de mucho sol, insistiendo en que en el entorno del mediodía es mejor buscar la sombra en cualquier caso», detalla Pizarro.
¿CÓMO ELEGIR LA CORRECTA?
Lo principal es elegir «una marca fiable en cuanto a su efectividad y un protector solar que nos proteja frente a ultravioleta A y B«, aconseja Pizarro.
Partiendo de esto, debemos escoger, además, «un producto que nos resulte cómodo de aplicar y se adecúe bien a nuestro tipo de piel».
En este sentido, este expertos aconseja atender, sobre todo, a tres cuestiones: «La edad (en niños siempre mejor elegir protectores solares infantiles); la zona de la piel, en particular en la cara siempre mejor aplicar cremas solares diseñadas para ella, con el matiz añadido de si tenemos piel seca o piel grasa y acneica; y por último, si preferimos filtros químicos o físicos«.
Estos últimos, explica, son «más seguros, no se absorben apenas, rara vez irritan la piel y su efecto es más duradero». A cambio, son «más densos y se extienden peor».
Hoy en día los laboratorios líderes en fotoprotección ofrecen gamas muy amplias donde elegir. Esto facilita una elección más personalizada, pero a veces el usuario no sabe bien qué elegir entre tantas opciones. El dermatólogo y el farmacéutico nos podrán asesorar.
¿Sirve la del cuerpo para la cara? «Se puede usar la misma, lo único que en el rostro solemos preferir texturas más ligeras. Para una rutina diaria o el día a día (en ciudad, por ejemplo), podremos usar una hidratante con SPF. En la playa o la piscina, en cambio, mejor usar únicamente protectores solares ad hoc para estas situaciones», indica Elisabeth San Gregorio, directora técnica de Medik8.
¿Y SI HAGO DEPORTE?
Hay algunos protectores solares especialmente diseñados para deportistas, aunque «depende del tipo de deporte, de si el problema es el agua, el sudor, la presencia de nieve en el entorno, etc», afirma Pizarro.
En verano, aparte del agua ya comentada, suele preocupar «el efecto de arrastre del sudor en la cara y hay productos diseñados para minimizarlo». Aun así, mejor no confiarse. «Si se suda mucho y uno se seca ese sudor con una toalla por ejemplo, conviene reaplicar el producto con cierta frecuencia».
Marcas como Decathlon, además de solares específicos para la práctica deportiva, que bloquean hasta el 100% de los rayos UV, apuestan por textiles, como las camisetas solares anti-UV que filtran en un 98% la radiación ultravioleta, incluso mojadas.
¿SUPERMERCADO O FARMACIA?
Pizarro aclara que «la calidad de un producto es independiente del punto de venta. No obstante, podemos discutir si los protectores solares son un simple cosmético o un verdadero medicamento, en cuyo caso sería más lógico venderlos preferentemente en farmacias».
Sin duda, para personas con problemas de fotosensibilidad o con riesgo elevado de cáncer de piel son en la práctica «como un medicamento y es muy importante elegirlos y emplearlos bien».
La farmacia en este sentido puede tener algunas ventajas: «El dermatólogo suele estar más familiarizado con los productos destinados a ser distribuidos en farmacias y el propio farmacéutico puede ofrecer un mejor asesoramiento al cliente en caso de duda en la elección».
Por último, el doctor Pizarro recuerda que «las cremas solares cumplen su función, pero no nos dan una protección absoluta y no están exentas de algunos inconvenientes potenciales o reales». Por ello, prosigue, deben emplearse siempre como «un complemento a otras medidas de protección solar, tales como la búsqueda de la sombra y la protección con ropa y gorros o sombreros«.
Lo ideal es «no abusar de la exposición solar en ningún caso» y recurrir a «unas u otras formas de protección solar en función de las circunstancias, empleándolas siempre con sentido común».
https://www.elmundo.es/vida-sana/bienestar/2020/06/23/5ef1c78cfdddffc6638b4603.html