30 Mar Los alimentos que te ayudan a reducir el colesterol (y a tener del «bueno»).
El pescado azul, las nueces o el aceite de oliva nos ayudan a fomentar el colesterol «bueno» y estar más sanos.
María Alcaraz
El colesterol es casi siempre fuente de preocupaciones. Pero, aunque hablamos mucho de él, ¿sabemos realmente qué es? No es otra cosa que una molécula de naturaleza lipídica que resulta fundamental para un adecuado funcionamiento del organismo.
«La vida sería incompatible sin colesterol», afirma Miguel López Moreno, investigador en el CIAL y dietista-nutricionista en TrainingBoutique y continúa explicando qué función cumple este exactamente: «Es necesario para la formación de hormonas sexuales como la testosterona o los estrógenos y de la bilis, que es imprescindible para la absorción de las grasas».
Es importante saber de qué hablamos cuando mencionamos el colesterol «bueno» y el «malo». «En realidad no existen diferentes tipos de colesterol, sino que tenemos diferentes vehículos que transportan el colesterol por la sangre», explica el investigador, que asevera que estos «medios de transporte» son de los que hablamos al referirnos al colesterol «bueno», que denominamos HDL, y el «malo», LDL.
Rubén Bravo, experto en nutrición y gastronomía, y portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), simplifica la explicación, indicando que el colesterol «malo» es el que puede generar problemas cardiovasculares, mientras que el «bueno» cumple una función contraria, ayudando a la circulación sanguínea y a evitar la formación de trombos.
Alimentos que ayudan a reducir el colesterol
La alimentación entra en juego ya que, a través de ella, podemos ayudar a regular nuestros niveles de colesterol. Hay algunos alimentos que hacen que nuestro nivel sea más alto, mientras que otros nos ayudan a mantenerlo en forma y a un nivel saludable.
Dentro de los alimentos que nos ayudan a reducirlo, encontramos por ejemplo las nueces, ya que son ricas en ácidos grasos omega 3, que tal como explica Miguel López Moreno son ácidos que «han demostrado ejercer un efecto beneficioso sobre los niveles de colesterol sanguíneo». También podemos encontrarlo en pescados azules como el salmón o las sardinas.
Rubén Bravo habla también del aceite de oliva virgen, ya que es rico en ácidos grasos monosaturados, vitamina E y fitosterles, todos ellos compuestos cardioprotectores, lo que hace que disminuya el colesterol LDL e incremente el HDL. Otros alimentos que pueden ayudarnos a manetener el colesterol en un nivel saludable son: las semillas, como las de chia, por ser ricas en omega 3; legumbres, ya que algunos de sus componentes estás implicados directamente en la reducción del colesterol; aguacate, gracias a su contenido en ácido oleico; soja; verduras y fruta, estas últimas gracias a su contenido en pectina, fibra que contribuye a mantener los niveles normales de colesterol sanguíneo.
Grasas saturadas: el enemigo
Por el contrario, hay algunos aliementos cuyo consumo fomenta el colesterol «malo» y que es mejor consumir en pequeñas cantidades. En este grupo entrarían alimentos ricos en grasas saturadas. Enumera Rubén Bravo algunos como: lácteos enteros, que recomienda sustituir por semidesnatados o desnatados; carnes rojas, de las cuales es mejor elegir los cortes magros; bollería industrial; o productos ultraprocesados, que tienen una alta concentración de grasas saturadas y trans.
Asimismo, el investigador del CIAL habla sobre los productos a la venta en supermercados que tienen como objetivo la reducción del colesterol. «Mucha gente piensa que tomar estos productos que se comercializan para reducir el colesterol tiene un efecto compensatorio sobre un patrón de alimentación poco saludable, pero lo importante para tener unos niveles adecuados de colesterol debe ser seguir un patrón de alimentación saludable basado en alimentos de origen vegetal», afirma el experto.
Por su parte, el experto del IMEO concluye explicando la importancia de, para tener un nivel de colesterol saludable, adquirir hábitos de vida sanos, ya no solo la alimentación, sino realizar con frecuencia ejercicio físico y tener una buena higiene de sueño.