Atención al estrés no controlado porque «envejece muchísimo»

Atención al estrés no controlado porque «envejece muchísimo»

Jose Viña, catedrático de Fisiología de la Universitat de València, dirige la Línea de Investigación de Metabolismo y Daño Orgánico-envejecimiento y enfermedades asociadas de la Fundación INCLIVA.

EFE – VALENCIA

El ejercicio físico, la alimentación y el estilo de vida son los tres pilares que pueden retrasar los efectos del envejecimiento y hacer que sea más saludable a juicio del investigador valenciano Jose Viña, quien sin embargo afirma a EFE que el estrés no controlado «envejece muchísimo».

Catedrático de Fisiología de la Universitat de València, Viña dirige la Línea de Investigación de Metabolismo y Daño Orgánico-envejecimiento y enfermedades asociadas de la Fundación INCLIVA, donde ha centrado sus estudios en el envejecimiento y los radicales libres.

Sus investigaciones también van dirigidas a las enfermedades asociadas al envejecimiento como el Alzheimer, las alteraciones metabólicas durante el envejecimiento y la fragilidad asociada al mismo, y actualmente investiga los genes específicos que expresan las personas centenarias y su regulación mediante dieta y ejercicio.

Este último aspecto le ha hecho merecedor de la Medalla Albert Struyvenberg de la Sociedad Europea de Investigación Clínica (ESCI), que recogió el pasado 18 de mayo en Génova y lo convierte en el segundo español que recibe este reconocimiento en los 41 años de historia de los galardones.

Para Viña, el envejecimiento «no es una enfermedad, porque es algo que le pasa a todo el mundo y no se puede curar», pero sí se pueden retrasar sus efectos «promoviendo la salud» y haciéndolo «más saludable».

Aunque existe una base genética para llegar a una edad muy avanzada, hay tres «patas» que pueden modificarse para hacerlo en las mejores condiciones: el ejercicio físico, la nutrición y el estilo de vida.

Viña, que lidera un estudio que ha demostrado que las personas centenarias comparten más genes con jóvenes menores de 30 años que con los octogenarios, asegura que las personas que se acercan a los 100 años «viven con muy alta calidad de vida, hasta muy mayores no se ponen enfermos».

Augura que en el futuro los centenarios «se van a multiplicar, muchísima gente va a llegar a alrededor de 100 años», y aunque señala que muchos gerontólogos creen que se podrían alcanzar los 140 años de vida, cree que la edad máxima podría estar entre los 115 o 120 años.

«La idea es que lleguen a esa edad comprimiendo la morbilidad, sin tener enfermedad hasta el final de la vida», señala a EFE para explicar que es mayor el número de centenarias porque las hormonas femeninas son «muy protectoras» al activar «genes de longevidad».

Viña trabaja desde hace dos décadas en la fragilidad, un síndrome geriátrico que lleva a la dependencia y que pretenden retardar mediante ejercicio físico.

Otra de sus investigaciones se centra en retrasar el paso del deterioro cognitivo a la enfermedad de Alzheimer, a la que ha considerado como una «fragilidad psicológica», y para ello están empezando un ensayo clínico.

«No creo que se pueda curar el Alzheimer, pero si retrasásemos cinco años la transición a la demencia, el número de afectados por esta dolencia bajaría a la mitad», advierte el investigador valenciano.

A su juicio, una hora de ejercicio específico al día para personas de 85 años o más, y en grupo, «mejora sin duda su fuerza, flexibilidad y equilibrio, pero también la sociabilidad», y ahorraría «miles de millones de euros» al sistema sanitario.

Denuncia que cada vez «hay menos geriatras» y cree necesario que los médicos de familia se formen y reciclen para «saber tratar a los ancianos, que no son iguales que un paciente adulto» y que haya una mayor implicación de la Administración, «pero no de palabra, sino con hechos concretos».

El estrés es, en su opinión, «inevitable, pero hay que saber llevarlo» porque un «estrés no controlado envejece muchísimo» y una manera de poder hacerlo, señala, es «tener muchos amigos».

También defiende que hacer ejercicio, tomar fruta y beber dos copas de vino, «siempre que se esté sano y con permiso del médico», puede potenciar la defensa contra los radicales libres, una reacción química que daña las células.

A su juicio, es una «exageración» llamar anciano a una persona de 65 años o más y señala que aunque la edad de la jubilación se asocia a cerca de los 70 años, «no es lo mismo ser un bombero que un médico de ambulatorio».

«Sin duda nos vamos a jubilar cada vez más tarde», vaticina el catedrático, quien considera una «barbaridad» la obligación que estableció la Conselleria de Sanidad de que los médicos se jubilaran a los 65 años ya que las repercusiones para el sistema sanitario y económico «son brutales».

www.lasprovincias.es/sociedad/salud/201705/28/atencion-estres-controlado-porque-20170528121028.html