05 Abr El secreto de los centenarios japoneses
Comer pocas cantidades, masticar mucho los alimentos, tomar carne y tener un motor en la vida son algunas de las claves para superar los 100 años en forma.
AMAYA GARCÍA
El tercer lunes de septiembre, el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón regala cada año en nombre del primer ministro una ‘copita de sake’ hecha en plata a todos aquellos que cumplen 100 años. El tema no dejaría de ser un mero detalle si no fuera porque en 2016 el país nipón batió el récord mundial de centenarios registrados: 65.692. Y lo más sorprendente: 20 de cada 100 lleva una vida autónoma, según estudios gerontológicos.
Durante años, la periodista Junko Takahashi ha entrevistado a muchos de estos mayores con la intención de dar con la fórmula mágica para vivir «bien» superados los 100 años. «Lo primero que descubrí fue que eran muy distintos entre sí. No lograba dar con unos parámetros comunes entre ellos». ¿Pero dónde reside entonces el secreto de esa longevidad? «Bueno, podría decir que es clave comer pocas cantidades de comida, no llenar nunca el estómago y masticar muy bien. No importa tanto el qué sino el cuánto; tener un motor en la vida que para unos es el trabajo, para otros una afición y para otros la familia; y, por último, mantener una actividad física». Esto no significa tener que ir al gimnasio, «basta con realizar algunos ejercicios o hacer ciertas tareas domésticas», explica Takahashi el día que tiene cerradas en Madrid ¡16 entrevistas! para hablar de su libro El método japonés para vivir 100 años (Ed. Planeta).
La alimentación es uno de los focos que más atención atrae en el tema. «Ser parco en la comida alarga la vida». Lo decía Jiroemon Kinura, que falleció en 2013 a los 116 años siendo el hombre más anciano del mundo, según el Libro Guiness de los Records.
«Nuestra dieta tiene fama de ser muy saludable, pero también tiene aspectos negativos, como su alto contenido en sal y su bajo consumo de lípidos (grasas)», cuenta Takahashi en una cafetería del centro de la capital. Los JJOO de Tokio de 1964 supusieron un punto de inflexión en la alimentación de los japoneses y en esa prolongación de su vida. «La carne dejó de estar mal vista, se empezó a consumir con normalidad… Y la longevidad empezó a aumentar». La cocina japonesa tradicional tiene una base de vegetales, setas, pescado y algas; la mayor ingesta de carne aportó más equilibrio nutritivo. Aun así, su consumo está muy por debajo del de los países occidentales.
GRANDES NOMBRES
Hidekichi Miyazaki tiene 106 años y es plusmarquista mundial en activo en la categoría de mayores de 105 años. Sueña con correr algún día con Usain Bolt y con esa ilusión entrena a diario. Su receta para haber llegado hasta aquí es sencilla: «Yo mastico 30 veces cada bocado, de manera que no hago trabajar demasiado al estómago. Creo que esa es la clave de mi longevidad». En su dieta incluye la carne, el pescado, los huevos y bebe mucha agua y té verde, infusión que los centenarios suelen tomar por la mañana.
Mieko Nagaoka presume, a sus 102 años, de un récord mundial de 1.500 metros en la categoría de 100 a 104 años. Vive sola y se cocina ella misma. «Así puedo hacer las cosas sin estrés». Asegura que come lo que le gusta y cuando le apetece. En su caso, resulta curioso que a los 95 años su cuerpo le empezara a pedir más carne -«Tal vez utilizaba mucha energía al nadar y requería más proteína cárnica»- y que no tiene prisa a la hora de sentarse a la mesa; puede tardar una o dos horas en terminar.
La rutina de estos ‘superabuelos’ siempre guarda un hueco para el ejercicio físico. Lo practican diariamente, cada uno de acuerdo a sus posibilidades. Muchos de los entrevistados consideran además que limpiar o hacer la cama son ejercicios que les ayudan a encontrarse mejor tanto física como mentalmente.
El gerontólogo Nobuyoshi Hirose ha estudiado los casos de más de 800 centenarios y señala dos claves para vivir tantos años: comer bien y no coger catarros. Este científico observó que los mayores de 105 años no se resfriaban, lo que le hace pensar que son resistentes ante las infecciones. «Cuando Japón era un país pobre -se podría decir que hasta 1950- había enfermedades infecciosas como la tuberculosis o el sarampión que no tenían cura (…) Pero los mayores actuales, entonces jóvenes, las superaron».
Algunos de los protagonistas del libro continúan ejerciendo su profesión pese a haber superado la edad de jubilación hace años. «Para muchos es el motor de su vida», explica Takahashi, más allá de la fama que muchas veces se asocia a los nipones como adictos al trabajo.
El doctor Shigeaki Hinihara tiene 104 años, sigue ejerciendo la Medicina y su agenda está llena para los próximos 10 años (tal cual). Trabaja como director honorario de un hospital de Tokio, da charlas en escuelas de Primaria y ejerce como una especie de coach con otros ancianos para ayudarles a dar sentido a sus vidas: «No logré entrevistarle para este libro», se lamenta la autora.
A Tsuneko Sasamoto, 101 años, la vida se le ha pasado volando: «No he hecho nada especial. Sólo he vivido». Primera fotoperiodista femenina de su país, en 2014 montó una exposición con sus fotos que tuvo una excelente acogida. Sigue dando conferencias y escribe libros. Vive sola en un apartamento en Tokio y a los 96 años visitó por primera vez Nueva York. La curiosidad, dice esta anciana, es su mejor aliada. «En mi cuaderno de todos los días siempre tengo abierta una página y cada vez que se me ocurre algo o algo llama mi atención, lo apunto».
Además de la comida, la filsofía positiva y el ejercicio, Takahashi aborda la personalidad de los centenarios. Un estudio del Instituto de Gerontología y del Centro para la investigación de Supercentenarios de Tokio concluyó que la forma de ser influye en los años que vives. Tener una mente abierta conlleva mantener una salud mejor, tener menos estrés y gozar de una mayor capacidad para afrontar las adversidades.
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