Volver a ponerse el bañador a los 70, 80 o 90 años: «Me encanta el aquagym. En la piscina no me duele nada».

Volver a ponerse el bañador a los 70, 80 o 90 años: «Me encanta el aquagym. En la piscina no me duele nada».

La actividad física en el agua conlleva una mejora del balance articular, del tono y de la fuerza muscular, favorece la circulación sanguínea y mejora el estado anímico.

2024. ABC

Ana I Martínez

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Sabina tiene 85 años y, a su edad, jamás pensó en volverse a poner un bañador. «Me encanta el aquagym», reconoce a este diario. «Me va fenomenal. El agua caliente me viene muy bien, me divierto, hago ejercicio… De hecho, hasta me cuesta menos moverme. Soy capaz de andar por la piscina, de mover mis brazos y piernas a pesar de mi artrosis y demás molestias. Cuando estoy en el agua, ¡no me duele nada!», cuenta asombrada a ABC.

Ella es una de las residentes en DomusVi Tres Cantos (Madrid), una residencia que ha apostado por la terapia en el agua gracias a la implicación de los profesionales del departamento de psicología, fisioterapia y terapia ocupacional del centro. Tal ha sido su éxito que la experiencia se ha abierto a los vecinos mayores de 65 años de la zona con el fin de promover la actividad física y social y hacer frente al calor de la mejor manera posible.

«DomusVi de Tres Cantos tiene una relación excelente con las entidades locales del municipio y trabajamos en común por promover un envejecimiento activo», asegura Rocío Martín Cruz, directora del centro madrileño. «Por ello, hemos acordado cederles la instalación un día a la semana con el objetivo de que puedan beneficiarse de la actividad física durante todo el verano. Pero ya nos han dicho -reconoce entre risas- que quieren poder venir a aquagym todo el año. Y en ello estamos trabajado».

Además de los beneficios que conlleva la práctica deportiva, los mayores de esta localidad madrileña obtienen otros más. «Ahora, en verano, no pueden salir a calle a cualquier hora por las altas temperaturas, lo que les obliga a pasar más tiempo en casa», recuerda Martín Cruz. «A su vez -prosigue-, esta actividad les ayuda a socializar. De hecho, cada semana son más los que se animan a venir».

El ejercicio en el agua conlleva una mejora del balance articular, del tono y de la fuerza muscular, favorece la circulación sanguínea, mejora el estado anímico, evita el sedentarismo y proporciona recursos para un uso positivo del tiempo libre. Conscientes de todo ello, María Luisa Colao Cruz, terapeuta ocupacional de la residencia, y Javier Braña Gómez, fisioterapeuta, junto a la psicóloga del centro, decidieron probar este año en ofrecer a sus residentes y familias aquagym.

«Al principio, todo fueron ‘noes’, tanto por parte de los residentes como de los familiares», cuenta la terapeuta. Y es que a ningún familiar se pasa jamás por la cabeza que su padre o madre, con un gran deterioro cognitivo, pueda beneficiarse de una actividad como esta. «Pero sí, lo hemos visto», cuenta Colao Cruz, «desde residentes en fase grave de alzheimer que adoptan ya posición fetal y, al meterles en el agua, andan, a otros con alteraciones conductuales que durante el proyecto piloto no volvieron a tener trastornos de conducta».

Y es que el aquagym es una actividad apta para casi todo el mundo con muchos beneficios «a nivel físico, mental y social», reconoce el fisioterapeuta, que puntualiza que siempre es el médico el que da el visto bueno para que el mayor pueda realizarla.

«No hay que olvidar que la práctica deportiva previene la osteoporosis porque ayudas a mantener la densidad ósea, también fortalece la musculatura…Además -continua Braña Gómez-, el agua está a una temperatura óptima, entre 28 y 31 grados, de tal manera que se encuentran muy cómodos, no pasan frío, mientras realizan sus ejercicios de fuerza, cardiovasculares o estiramientos. Las articulaciones no sufren dentro del agua, el cuerpo está más relajado… Por eso, a Sabina no le duele casi nada cuando está en aquagym».

Para que la terapia funcione, la implicación de los familiares, así como de los profesionales, es vital. «Mi madre no puede venir, pero vengo yo y ella me ve. Durante ese rato, te olvidas de todo», cuenta Ana Isabel Vázquez, que tiene a su progenitora en la residencia desde hace dos años. A ella le ofrecieron venir a la piscina una vez a la semana junto a otros familiares y trabajadores del centro. «Mi madre es feliz viéndome reír y disfrutar. ¡Me lo paso fenomenal!», reconoce. «Es muy importante que las familias nos impliquemos en actividades de este tipo».

«Siempre les digo ‘yo voy contigo a la piscina’», añade la terapeuta ocupacional. «Son tan reacios al principio, que les da seguridad el que estemos con ellos. Establecemos así un vínculo muy especial, tanto con los residentes como con los familiares. Una vez que uno prueba, le encanta. ¡Y se lo cuenta a los demás! Así es como poco a poco van desapareciendo las reticencias iniciales».

Mientras los mayores de Tres Cantos siguen disfrutando de la piscina, el equipo profesional de DomusVi trabaja a contrarreloj para volver a recuperar los proyectos pilotos de aquagym con residentes y familiares. «Nuestra intención es que regresen tras analizar de manera pormenorizada los resultados y poder beneficiar, así, a nuestros mayores», concluye Martín Cruz.