08 Ago Vivir en residencias de mayores aumenta el riesgo de morir antes
La investigadora Sandra Pinzón defiende en su tesis la atención domiciliaria
CRISTINA AGUILAR – SEVILLA
Una mujer con 85 años que padece Alzheimer, en las mismas condiciones, morirá antes si reside en una residencia de mayores que en su propio domicilio. Esta es la conclusión estadística a la que ha llegado Sandra Pinzón, investigadora de la Escuela Andaluza de Salud Pública en la Universidad de Sevilla. En su tesis doctoral determina que las personas que viven en recursos residenciales tienen un riesgo mayor de un 55% de morir antes que las que son atendidas en su hogar. En este sentido, la mayoría de los hombres y mujeres de más de 65 años inscrito en el registro de la dependencia prefieren seguir viviendo en sus casas (un 87% de mujeres y un 85% de hombres). «Esta preferencia es respetada por los servicios públicos y se ha mostrado como un efecto protector», asegura la investigadora, y añade que el cuidado familiar se mantiene como la opción de preferencia para las personas mayores durante el periodo estudiado (2007-2012), aunque los servicios de ayuda a domicilio muestran un importante incremento, pasando del 6,2% en 2007 al 27,3% en 2012.
El estudio, según la investigadora, surge tras la fusión de las consejerías de Salud y Políticas Sociales, cuando se revisa el modelo de atención a la dependencia. Este servicio, en un principio, estaba orientado a los recursos residenciales, «por lo que pasados cinco años, en 2012, merecía la pena ver cuál era la situación».
Sandra Pinzón partió además de estudios publicados en Irlanda (2009) y Gran Bretaña (2013), cuyos resultados reflejaban conclusiones similares a las resultantes en su tesis. «Dieron que la probabilidad de morir antes en una residencia era cuatro veces mayor».
Así, Sandra Pinzón se centró para su estudio en personas con una dependencia severa o grandes dependientes, con una edad media de 80 años que padecen enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares o alguna demencia, entre otras. «En esta población, en igualdad de condiciones, el entorno residencial incrementa el riesgo de morir antes», señala.
Entre los factores que pueden influir está el psicológico. «Tras la pérdida del cónyuge, los hijos a veces toman la decisión de ingresar a su padre o madre en una residencia. Para algunas personas es un recurso muy necesario, al encontrarse en una situación de fragilidad y multipatología que necesita de una atención médica permanente, un servicio que no pueden recibir en su casa ni en los hospitales. Pero el resto, pierde las referencias sociales y familiares. En los centros de día o en los domicilios, la familia está presente y se crea un clima protector».
Asimismo, Sandra Pinzón apunta a que otro factor que puede influir es que los mayores que ingresan en residencias pierden, en cierto modo, su autonomía, la capacidad de decisión en su día a día. «Cuando se respeta la decisión de la persona de dónde quedarse, se le protege ante la mortalidad». No obstante, afirma que tendrán que seguir investigando las causas para tener una visión global de estos resultados.
Por otro lado, en su tesis doctoral (que ha recibido la máxima calificación de sobresaliente cum laude), Sandra Pinzón ahonda en la diferencia de sexos respecto al cuidado de los mayores. Por eso, considera que desde la Administración pública debería acercar la atención domiciliaria cada vez a más mayores. «El mantenimiento de una residencia de ancianos supone casi el triple de gasto que la asistencia en los hogares. Así se evitaría que las mujeres de la familia, generalmente, se tengan que dedicar al cuidado de los mayores». Además, defiende una coordinación de los servicios de apoyo en los hogares (fisioterapia, enfermería, teleasistencia, centros de día, dependencia…), algo que mejoraría la atención a las personas mayores».
La tesis doctoral de Sandra Pinzón fue dirigida por los profesores Francisco Garrido, de la Universidad de Jaén, y Víctor Reyes, de la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía, y tutorizada por Joaquín Salvador, de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Sevilla.
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