27 Dic Vivienda en la vejez: Uno de cada cinco mayores en España viven en vulnerabilidad extrema
Son las conclusiones de un reciente estudio publicado en el CSIC por la investigadora Irene Lebrusán
Marta Jurado
No solo el lugar de origen, la edad o la accesibilidad de la vivienda condicionan el día a día de miles de mayores a la hora de envejecer con dignidad. La existencia de bañera o ducha, sufrir hacinamiento, pobreza energética o no tener vecinos pueden incrementar la vulnerabilidad de este colectivo y su plena participación en la vida social, que puede acaban desembocando en problemas que van más allá de la soledad. Estas son las variables sobre las que pone el foco Irene Lebrusán, doctora en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y actual investigadora posdoctoral en la Universidad de Harvard, en el estudio La vivienda en la vejez: problemas y estrategias para envejecer en sociedad, que acaba de publicar el CSIC (@CSIC) y que concluye que el 20,1% de las personas mayores de 65 años en España se encuentren en vulnerabilidad residencial extrema.
La investigación, pionera porque hay pocos datos oficiales específicos, surge a partir de conversaciones con personas mayores y un trabajo de campo para la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS) de Madrid en el que Lebrusán pudo observar que había una serie de problemas que no se solían tener en cuenta, «que se invisibilizaban». «En muchas ocasiones las complejidades más grandes o vistosas, como los problemas de las hipotecas, los elevados precios de los alquileres o la soledad de los mayores, hacen que no nos demos cuenta de que hay otros asuntos detrás, que también son muy problemáticos y que pueden estar dando lugar a situaciones de exclusión», explica la investigadora a 65Ymás.
Los mayores de 74 años, los más vulnerables
En esta tesis doctoral, ahora convertida en libro, Lebrusán ha realizado un diagnóstico a nivel nacional, ha sido establecer una serie de indicadores con datos que proceden del censo del INE. «Ha sido complicado porque es difícil llegar a determinadas dimensiones de estas formas de exclusión social, que se conforman en la vulnerabilidad residencial en mayores», aclara, en relación a que ha tenido que recurrir a casos concretos, analizar tipos de recursos existentes y estrategias que las personas mayores utilizan para envejecer en sociedad. «Porque si queremos una sociedad integradora en la que todas las personas tiene cabida, no nos podemos olvidar de las personas mayores. Para que cualquier persona pueda participar en la sociedad, el elemento básico es la vivienda. Y en el caso de las personas mayores, pasa exactamente lo mismo», enfatiza.
La investigación apunta a que los mayores de 74 años están en peor coyuntura residencial y económica que los de 60 años; y que entre los grupos más perjudicados están las mujeres que nunca han estado casadas y los residentes en ciudades medianas. También concluye que en las grandes ciudades se llevan a cabo más políticas de protección que en los pueblos pequeños, que se apoyan más bien en las redes vecinales. Por regiones, estar fuera de la Península aumenta el riesgo. «Las ciudades de Ceuta y Melilla tienen un porcentaje de personas mayores vulnerables impresionante. También sucede en Canarias. Dentro de estos datos generales, la Comunidad Valenciana sorprende por estar en una situación muy negativa», señala Lebrusán.
Los mayores de 74 años, los más vulnerables
En esta tesis doctoral, ahora convertida en libro, Lebrusán ha realizado un diagnóstico a nivel nacional, ha sido establecer una serie de indicadores con datos que proceden del censo del INE. «Ha sido complicado porque es difícil llegar a determinadas dimensiones de estas formas de exclusión social, que se conforman en la vulnerabilidad residencial en mayores», aclara, en relación a que ha tenido que recurrir a casos concretos, analizar tipos de recursos existentes y estrategias que las personas mayores utilizan para envejecer en sociedad. «Porque si queremos una sociedad integradora en la que todas las personas tiene cabida, no nos podemos olvidar de las personas mayores. Para que cualquier persona pueda participar en la sociedad, el elemento básico es la vivienda. Y en el caso de las personas mayores, pasa exactamente lo mismo», enfatiza.
La investigación apunta a que los mayores de 74 años están en peor coyuntura residencial y económica que los de 60 años; y que entre los grupos más perjudicados están las mujeres que nunca han estado casadas y los residentes en ciudades medianas. También concluye que en las grandes ciudades se llevan a cabo más políticas de protección que en los pueblos pequeños, que se apoyan más bien en las redes vecinales. Por regiones, estar fuera de la Península aumenta el riesgo. «Las ciudades de Ceuta y Melilla tienen un porcentaje de personas mayores vulnerables impresionante. También sucede en Canarias. Dentro de estos datos generales, la Comunidad Valenciana sorprende por estar en una situación muy negativa», señala Lebrusán.
¿Qué está fallando?
Una de sus principales conclusiones es que la mayor parte de las situaciones de vulnerabilidad que se dan en la vejez, no son consecuencia de la edad sino resultado de una vida en la desigualdad, según ha podido comprobar en sus estudios en barrios madrileños de San Cristóbal, Cañada Real o Lavapiés. «Estas personas no han podido tener acceso al “derecho a una vivienda adecuada” a lo largo de su vida, o si lo hicieron hace años, éstas han sufrido un deterioro importante fruto del tiempo y del que nadie se ha ocupado. En la mayor parte es un problema económico, pero no solo. «Esta situación es el resultado de continuas políticas y legislaciones que están siempre dejando bolsas de población, fuera de las principales políticas de vivienda, (ya sean mayores, o población vulnerable en general). Está claro que el mercado de la vivienda no funciona, y el hecho de que haya tantas personas mayores en situación de vulnerabilidad residencial, nos lo está indicando. Por eso es tan relevante que se invierta en vivienda, en rehabilitación y sobre todo que haya un diagnóstico claro«, reclama.
En el caso de las personas mayores, de las que la investigación estima que más de 17% vive en sola en casa, parece que los problemas de vivienda se pasan por alto, porque hay un elevado número de personas que están en situación de propiedad. «Tendemos a asumir, que el hecho de tener una vivienda, es equivalente a tener una vivienda en buenas condiciones, lo que no es cierto». Respecto a la soledad de los mayores, Lebrusán señala que muchas veces se pone el foco en la convivencia y lo que ella pide es poner la atención «sobre otro tipo de dimensiones que están impidiendo participar a todas las personas en condiciones de igualdad y dignidad. Es decir, si resides en una vivienda en la que no puedes acceder a la bañera o la ducha, ya estamos viendo una barrera», señala.
Acceso al teléfono o locales comerciales cerca
Los indicadores que ha utilizado Lebrusán están basados en los microdatos que publica en INE centrados en las personas mayores, fijándose en que tengan carencia de agua caliente, en los que el edificio no esté en buen estado, con problemas de estructura, de humedades, con o sin aseo, alcantarillado público, problemas de aislamiento, o accesibilidad…. «Este es un tema importante porque hay muchos edificios que tienen ascensor pero que luego tienen escalones y eso es un gran problema para las personas con problemas de movilidad», señala. Otro de los indicadores es si sufren hacinamiento, y si carecen de calefacción y aparatos para calentar su vivienda. «Si no tienen acceso al tendido telefónico, esto es muy importante porque significa que sin línea, no van a poder acceder al botón de la ayuda. Con lo cual se les estará limitando de un servicio que otorga el sistema de bienestar, esa mal llamada “ley de dependencia”», recuerda Lebrusán.
Según Lebrusán, también es relevante examinar si el edificio está ocupado por oficinas o locales comerciales. «Esto es importante porque cuando queremos analizar el aislamiento de las personas en sus viviendas, no tenemos que fijarnos únicamente si no pueden salir a la calle sino en qué tipo de convivencia tienen en su portal. Si pensamos en un edificio como los que puede haber en el centro, en el que gran parte de las viviendas están destinadas en realidad para que sean oficinas, ¿qué pasa con las personas mayores que viven ahí los fines de semana? Pues que se quedan completamente aisladas. Esto genera situaciones como de las que se quejaba una persona mayor a la que entrevisté, que decía que si gritaba porque le pasaba algo, nadie la iba a oir, ni iba a poder ir a ayudarla». Todo este tipo de cuestiones fueron las que Lebrusán se dió cuenta que había que investigar.
Desinterés por los mayores
El desinterés del Gobierno por temas de mayores se debe, según Lebrusán, a que «en muchos casos a que, como vemos en las políticas y las campañas políticas, el foco principal son las pensiones, pero hay otras cuestiones fundamentales, como sería la vivienda, que no recibe la misma atención». También lo que pasa es que nos encontramos en una situación residencial tan problemática en España, como la que tenemos ahora mismo, en la que los jóvenes no pueden acceder a la vivienda, en la que el alquiler tiene unos precios prohibitivos, en la que tenemos los problemas con las hipotecas que tenemos, en la que tenemos problemas tan graves como los desahucios, …que otro tipo de problemáticas no están recibiendo la atención necesaria, pero que también suponen una vulneración del derecho a la vivienda. Esto es sobre lo que yo llamo la atención en la investigación y en el libro», asegura.
«La vivienda es un componente fundamental en la calidad de vida de las personas mayores y el principal instrumento para permitir el envejecimiento integrado en sociedad. El envejecimiento en la vivienda ofrece continuidad respecto al ciclo vital, construyendo así una concepción en positivo de la vejez, de modo que permite su vivencia como etapa de continuidad y no como ruptura. Puede afirmarse que el sistema de bienestar no está dando respuesta a las necesidades residenciales no cubiertas en la vejez, siendo un impedimento para su integración social, así como el cambio de la dirección de la solidaridad familiar, dando lugar a la pervivencia de desigualdades», opina
https://www.65ymas.com/sociedad/vivienda-vejez-vulnerabilidades-residencial-extrema_11343_102.html