Vigilar y educar para prevenir, armas que evitan los ahogamientos infantiles.

Vigilar y educar para prevenir, armas que evitan los ahogamientos infantiles.

Los expertos recuerdan que para prevenir, los padres siempre han de estar con los niños metidos en el agua.

Ana I Martínez

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Junio se despidió siendo el segundo mes con más ahogamientos mortales en los últimos ocho años. Según la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, que elabora el Informe Nacional de Ahogamientos (INA), se produjeron 57 defunciones, elevando a 140 las muertes registradas en lo que va de año y que suponen un aumento por encima del 55% con respecto al primer semestre de 2021, cuando murieron 90 personas.

Además, 8 de los 57 fallecidos eran menores de edad, siendo ya 19 los niños muertos en lo que va de año. En junio, un menor de 3 años, el único de su edad que por desgracia ha contribuido a estas estadísticas, murió ahogado en una piscina municipal en Móra d’Ebre, Tarragona. Completan la negra estadística de junio dos niños de entre 4 y 6 años, otros dos de 7 y 10 años y tres de entre 11 y 17 años.

«Los niños pequeños son uno de los colectivos más indefensos», recuerda a ABC Francisco Cano, director de Prevención y Seguridad de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS). El experto asegura que las principales causas por las que mueren niños ahogados son «la imprudencia y la falta de supervisión continua por parte de los mayores». Por ello, señala que «conocer la zona de baño en la que nos encontramos y estar en contacto directo continuo con los menores» son dos puntos clave para evitar situaciones de peligro.

Despistes

Lucía Galán, pediatra, más conocida como Lucía mi pediatra, coincide con Cano: « Veo muchos sustos en consulta. Hay que tomar las medidas adecuadas». La experta recuerda que en el lapso en el que un padre o una madre consultan «un momento» el móvil es tiempo suficiente para que el pequeño deje de estar jugando en la toalla y se acerque o se tire al agua.

«Es importante que los progenitores o cuidadores sepan que el ahogamiento del niño es un ahogamiento silencioso porque el menor no chapotea, grita ni pide ayuda, como los mayores. Simplemente se hunde. No hay margen de maniobra», recuerda la pediatra.

Para evitar sustos, Galán es clara: «Hay que estar siempre en el agua con ellos, con independencia del sistema de flotación que tengan». Dejarles solos o vigilarles desde la toalla no son opciones válidas porque «si pasa algo, el adulto está a una distancia que, aunque sea pequeña, no le da tiempo».

En este sentido, el director de Prevención y Seguridad de la RFESS añade que las familias muchas veces se confían: «Es muy común creer que la situación carece de riesgos y perder el contacto con los críos es lo más habitual». Por ello, pensar que la playa es tranquila y no presenta riesgo alguno o que el niño es algo mayor y sabe nadar son errores que, según los expertos, pueden llegar a pagarse muy caros.

Chalecos o en brazos

Con respecto a los sistemas de flotación, tanto Galán como Cano recuerdan que los brazos de los progenitores son la mejor opción, especialmente cuando son muy pequeños. Pero a medida que crecen, los menores buscan cierta independencia. Bajo la supervisión constante de un adulto, los chalecos se convierten en el mejor sistema de seguridad para los niños. «Tenemos que huir de los flotadores de toda la vida. ¡Se dan la vuelta, el niño queda boca abajo y no es capaz de volver a dársela! Las famosas burbujas, fuera también», recuerda Galán.

Trabajar en la prevención de accidentes y ahogamientos en los espacios acuáticos es, en opinión de Cano, una herramienta básica para reducir a cero las cifras. «Incluso es algo que se debería incluir en el currículum escolar», añade.

Desde la RFESS enseñan a los niños a que, a la hora de bañarse, siempre estén vigilados por una persona adulta incluso llevando sistema de protección. De hecho, en la playa, el material de flotación puede alejar al menor de la orilla. En el mar, además, los niños y adultos deben conocer lo que son las corrientes de retorno, que suelen formarse donde no hay olas, por lo que han de nadar en paralelo a la playa. Por último, por si los niños se alejan de la orilla, es fundamental explicarles que han de volver nadando buscando las olas.



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