Uno de cada cuatro mayores que viven en su casa sufre riesgo de malnutrición

Uno de cada cuatro mayores que viven en su casa sufre riesgo de malnutrición

* Debido a malos hábitos alimenticios, un problema que puede duplicarse en el caso de mujeres viudas y de avanzada edad.
* Las probabilidades de sufrir esta dolencia se multiplican por 1,7 en el caso de no tener estudios.

EFE

Uno de cada cuatro mayores de 65 años con autonomía funcional y que viven en su domicilio presenta riesgo de malnutrición por malos hábitos alimenticios, un problema que puede duplicarse en el caso de mujeres viudas y de avanzada edad y multiplicarse por 1,7 en el caso de no tener estudios.

Estas son algunas de las conclusiones de un estudio realizado por investigadores de la Universitat Politècnica de València (UPV), la Universitat de València (UV) y la Universidad de Alicante, y que ha sido publicado recientemente en la revista ‘Nutrición Hospitalaria’. El trabajo recoge datos obtenidos entre los años 2009 y 2010, para la elaboración de una tesis doctoral, sobre un total de 660 adultos en 12 centros sociales de la provincia de Valencia.

Los encuestados tenían 65 años o más, vivían en su domicilio, tenían autonomía funcional, residían más de un año en la provincia de Valencia y acudían periódicamente a centros sociales. El profesor titular del departamento de Estadística de la UPV y uno de los investigadores, Gonzalo Clemente, ha asegurado que, aunque el trabajo de campo concluyó en 2010, y la tesis se leyó en 2012, los resultados «son extrapolables en la actualidad» e incluso las cifras de afectados «podrían haberse incrementado».

Según Clemente, al elaborar el informe el riesgo de malnutrición «dependía más de los malos hábitos alimentarios que de la situación económica de los ancianos de la población de estudio». Los investigadores analizaron el riesgo nutricional en función del sexo, edad, estado civil, convivencia, estudios y si vivían en el ámbito rural o en una ciudad.

Teniendo en cuenta estas variables, comprobaron cómo los que presentan mayor riesgo son personas viudas, mayoritariamente mujeres de elevada edad que viven solas, y los que no poseen estudios. «Las posibilidades de estar en riesgo de malnutrición en el grupo de personas mayores de 85 años es el doble que en el grupo de entre 65 y 69 años», según el estudio, que añade que también se duplica en el caso de las viudas, mientras que no tener estudios multiplica por 1,7 la probabilidad de malnutrición.

El estudio destaca que siendo los encuestados personas aparentemente sanas que viven en sus domicilios de forma autónoma y tienen movilidad para salir de ellos realizando diversas actividades de ocio, cultura y socialización en los centros sociales de su entorno, «casi la cuarta parte de este colectivo presenta riesgo de malnutrición».

«La malnutrición no se da por ser pobre o rico»

En ese sentido, Clemente señala que aunque en la actualidad haya más gente con problemas económicos, esto no supone que vaya a tener un mayor riesgo de malnutrición, ya que la malnutrición «no se da por ser pobre o rico, sino por los hábitos alimenticios». «Igual hay personas que consideran que tomando una comida fuerte al día y un vaso de leche para desayunar y una pera para cenar están bien alimentados, pero las personas necesitan comer más veces al día y de forma más variada», ha indicado Clemente.

A las personas incluidas en el estudio se les realizó una valoración con una escala nutricional que permite, en función de las respuestas y los hábitos alimenticios, concluir si esa persona está en riesgo de malnutrición. De todas las personas examinadas, se detectó sólo a una con mal estado de nutrición mientras que el resto estaba en riesgo de malnutrición, «pero eso no quiere decir que estuvieran desnutridos», ha aclarado el investigador.

«Hay personas obesas por su naturaleza que pueden estar en riesgo de malnutrición porque no ingieren los nutriente necesarios para su dieta ni llevan buenos hábitos alimentarios», ha señalado. Según ha indicado, aunque parece impactante que casi la cuarta parte de las personas mayores que viven en sus casas y acuden a centros de día tengan riesgo de malnutrición, «ello no quiere decir que la crisis haya aumentado el número de personas malnutridas, sino los malos hábitos alimenticios».

En el caso de las personas sin estudios, el riesgo de malnutrición se multiplica, porque no tienen acceso a informaciones que le permitan conocer dietas más completas y equilibradas y «comen como sus padres en el siglo pasado». «No están famélicos, sino que no ingieren los nutrientes necesarios y pueden tener problemas», ha señalado el investigador.

Así, en España existe un «importante vacío sobre el conocimiento nutricional de los adultos mayores, autónomos y no institucionalizados», ha asegurado Raimunda Montejano, investigadora de la Universitat de València.

En ese sentido, propone la puesta en marcha de un protocolo que, desde los niveles de atención primaria, permita hacer a las personas mayores una evaluación para detectar a aquéllas con riesgo de malnutrición y orientarlas en una mejor alimentación. «Aprovechando que acuden con frecuencia a su médico de cabecera, éste podía hacerles un minitest que permita avanzar con probabilidad muy alta su estado nutricional real», ha indicado Clemente.

En el estudio, han participado investigadores de la Escuela de Enfermería La Fe de la Universitat de València, el departamento de Enfermería de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Alicante y el Departamento de Estadística e Investigación Operativa Aplicadas y Calidad de la Universitat Politècnica de València.

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