Una lucha sin edad contra el cáncer de mama

Una lucha sin edad contra el cáncer de mama

TESTIMONIOS | Día Mundial contra la enfermedad

Ana Alonso Montes | Madrid

Mari Carmen, Manuela y María son tres mujeres que han padecido cáncer de mama en diferentes momentos de su vida. Les une una fuerza común: sus ganas de luchar por seguir adelante y disfrutar de cada instante.

Conocer el diagnóstico siempre sorprende y a veces hasta paraliza, sea cual sea la edad de la paciente, pero no es el final, sino el principio de una nueva forma de ver la vida. «No hay edad para el cáncer de mama. Puede pasarte con 30 años o con 50. A mí me ocurrió con 74 años y me encontraba en un momento estupendo: recién jubilada como profesora de Lengua y Literatura, y con muchas ganas de seguir disfrutando de la vida», afirma María (Marieta) Simón, que presume con coquetería tras haber cumplido recientemente los 76.

«Cuando le pones el nombre de cáncer experimentas aturdimiento, pero luego te das cuenta de que es una enfermedad que tiene cura, con sus riesgos pero también con posibilidades de cura», explica esta mujer de voz cantarina que está ahora volcada en múltiples actividades «de voluntariado cultural».

«Me di cuenta de la fragilidad de la vida. Somos mucho y poca cosa. Miré hacia atrás y vi que mi vida me gustaba. Eso me dio fuerzas para seguir adelante. Lo viví como una experiencia diferente que me dio la oportunidad de vivir con el corazón, de vivir en lo cotidiano con gusto y gratitud», comenta una Marieta jovial y dulce como una veinteañera.

A Mari Carmen Barba la vida le sonreía a los 32 años: casada, a punto de ser ascendida en su empleo en banca y con ganas de comerse el mundo. «Una noticia así te paraliza por completo. Dejé de lado los planes de tener familia, también quedó apartada la promoción y me afectó mucho como mujer. Sufrí un cambio físico importante por la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia. El cambio físico a esa edad te bloquea», señala esta joven que, cuatro años después, aún está sometida a tratamientos para combatir las secuelas de la enfermedad.

Para Mari Carmen, y especialmente para personas que padecen cáncer de mama en fases avanzadas, resulta fundamental «aprender a vivir» con ello. «Tener cáncer no quiere decir que estés muriéndote y que dejes de disfrutar. Puedes pasar momentos estupendos», aunque Mari Carmen reconoce que para conseguirlo es muy importante «reinventar tu vida sin mirar atrás pensando en lo que pudo haber sido y no fue y cambiar el sentido de tu vida en otra dirección que quizá ahora sea más acertada».

Ni Mari Carmen ni Marieta sienten miedo a lo que les pasa ni a lo que les puede pasar. «A pocas cosas tengo miedo ahora. Me he hecho más fuerte… y a lo que menos miedo tengo es a la muerte. No es tan importante. Entiendo la vida como un proceso que tiene un final, que no tiene por qué ser malo», afirma con una serenidad impactante esta mujer combativa que se traza como objetivo incorporarse a su puesto en una oficina de un banco de Ciudad Real cada vez que se repone de la quimioterapia. Ayer mismo tuvo una sesión.

Para Manuela Soler no es igual vivir el cáncer con 30 que con 50. «No sé lo que debe de ser pasar por esta experiencia cuando eres tan joven… Cuando veía a las chicas menores en las sesiones de quimio… se me caía el alma a los pies», comenta emocionada Manuela, una controladora aérea que vio en riesgo el control de su propia vida al conocer su diagnóstico, en principio alarmante, luego optimista. «Lo primero que pensé fue en mis hijos y me alegré de que me pasara con 50 años, con dos hijos de 17 y 19. Pensé que era mejor que me pasara a mí y no a ellos y mejor a esa edad que más joven», señala, orgullosa de sus rizos oscuros, de su tez morena y de sus casi dos años de lucha contra el cáncer, un combate del que ha salido doblemente victoriosa.

«Ahora cuando me levanto, incluso en los peores momentos, percibo la vida de distinta manera. A mí me ha servido reírme mucho, de no tener pelo, de si engordaba o no, y así desmontaba los tabúes, pero he tenido con quién reírme y eso ayuda», afirma con una vitalidad desbordante y contagiosa.

Coinciden las tres, Mari Carmen, Manuela y Marieta, en lanzar un mensaje de optimismo a quienes en estos días se hayan enterado de que padecen cáncer de mama. Las tres, como todas las que hemos pasado por esta experiencia, hablan de «la espada de Damocles», de ese temor a que todo se desmorone de nuevo. Sin embargo, no cejan en su empeño por exprimir la vida hasta el último gajo.

«Hemos de luchar como nunca antes lo hemos hecho. Solo un día más aquí merece la pena», concluye Mari Carmen, con un candor y una dulzura que no parecen de este mundo.

http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/10/18/oncologia/1318962685.html?a=GE38ec28e07f486991abfd096f