26 Nov Una España que, por fin, llegue a tiempo
Vivimos un momento extraordinario. Somos la primera generación capaz de imaginar una vida de 90 o 100 años como algo habitual. La ciencia, la salud pública y el progreso social nos han regalado décadas de vida. Pero el verdadero desafío no es vivir más, sino vivir mejor. Y en ese reto, el territorio importa. Mucho.
España es uno de los países más longevos del mundo. Ese es nuestro mayor logro colectivo. Sin embargo, la longevidad no se vive igual en todas partes. Cada vez más, la salud, la autonomía y el bienestar dependen del código postal. La desigualdad territorial —profunda, persistente y silenciada— se convierte en una barrera invisible para una longevidad digna. Y en ningún lugar se manifiesta con tanta crudeza como en el medio rural.
Un país de pueblos, con ciudadanos de segunda
Más del 83 % del territorio español es rural, pero solo lo habita el 15,7 % de la población —alrededor de 7,5 millones de personas, muchas mayores y dispersas. Esta realidad geográfica, lejos de ser un obstáculo, debería ser una fortaleza. Producimos oxígeno, alimentos, cuidamos el territorio, mantenemos espacios para vivir lento y disfrutar de la naturaleza… la España rural, aunque envejecida y dispersa, tiene un valor estratégico por su papel en la alimentación, la sostenibilidad y la cohesión social y territorial.
En demasiados pueblos, acceder a servicios básicos como un centro de salud, una escuela o un supermercado implica recorrer decenas de kilómetros. El “factor tiempo” se ha convertido en una medida precisa de la desigualdad: hay quien está a diez minutos de una consulta médica… y quien está a más de 50 minutos, suponiendo que tenga transporte propio.
En 2050 se prevé que la población del medio rural, se quede en la mitad si no se comienza a revertir la tendencia. Ahora cuando casi no hay remedio anuncian la Estrategia de los 30 minutos, que propone garantizar que toda persona, viva donde viva, pueda acceder a los servicios esenciales en menos de media hora. Tratan de articular redes, transporte, conectividad y coordinación territorial que aseguren equidad real. Para dar cobertura científica a esta idea, recientemente se ha hecho público el Informe C Desarrollo territorial: oportunidades y desafíos en los ámbitos rurales.
Longevidad saludable
La longevidad no puede seguir siendo un lujo reservado a las clases sociales que mejor viven. Envejecer con salud, sentido y vínculos es un derecho irrenunciable, y para lograrlo hacen falta carreteras seguras, transporte accesible que garantice los 30 minutos máximos, conectividad digital, servicios de proximidad, escuelas abiertas, centros multiservicios intergeneracionales y profesionales que puedan teletrabajar.
Pero si no se garantiza la igualdad de acceso a derechos y oportunidades, la longevidad se convierte en otra forma de exclusión. Otros países llevan tiempo invirtiendo en su gente rural.
Los pueblos son riqueza
No somos solo paisaje; somos comunidad, ritmo humano, conocimiento ancestral y capacidad de cuidado. Se sostienen formas de vida basadas en el apoyo mutuo, la cercanía intergeneracional y la pertenencia. Lejos de ser un lugar del pasado, puede ser la vanguardia de una sociedad que apuesta por vivir más… y vivir mejor. Cada día es más un tesoro, tener un pueblo al que llegar, huyendo de la ciudad.
Pero eso exige inversión, voluntad política y una nueva narrativa. Necesitamos pasar del abandono a la alianza. De los recortes a la estrategia. De la resignación a la esperanza.
Última oportunidad
España tiene hoy una ocasión histórica: convertir la revolución silenciosa de la longevidad en una revolución de justicia territorial. En vez de ver los pueblos como espacios que sobran, verlos como espacios que sostienen. Porque la salud, la autonomía y la dignidad no se decretan: se construyen, día a día, con políticas públicas valientes, inversiones sostenidas y una ciudadanía activa.
Lo que está en juego no es solo el futuro de la España rural, sino el modelo de país que queremos ser. Porque la longevidad no será plena si no es también colectiva, equitativa… y profundamente territorial.
Para vivir 100 años bien, necesitamos un país con un medio rural vivo y protegido, porque será nuestra reserva vital.

