18 Jun Una de cada dos personas en el mundo discrimina a los mayores por su edad.
La Organización Mundial de la Salud alerta del daño que causa el edadismo, una exclusión “invisible” en las personas que lo sufren.
Marta Pinedo
Anuncios de cremas “antiedad” para prevenir cualquier signo de envejecimiento. Jóvenes sin empleo por su inexperiencia. Mayores aislados durante la pandemia. El telón de fondo de estas situaciones es el edadismo, un término que comprende los estereotipos, los prejuicios y la discriminación que ejercen unas personas sobre otras por su edad. Esta dinámica de exclusión afecta tanto a los mayores como a los jóvenes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que esta discriminación está cada vez más extendida: una de cada dos personas en el mundo es edadista contra las personas mayores, según el Informe mundial sobre el edadismo del organismo internacional, publicado en marzo. Además, una de cada tres afirma haber sido objeto de discriminación por edad en Europa, la única región de la que se disponen datos cuantitativos sobre la percepción de esta segregación. La OMS advierte de que se trata de una exclusión “invisible”.
El edadismo se basa en una imagen errónea de la persona, según Vânia de la Fuente-Núñez, coautora del informe. “A menudo se ve a los mayores como un grupo homogéneo, frágil y vulnerable, y se los infantiliza”, señala la investigadora. Pero el edadismo no solo afecta a este grupo de edad: los jóvenes afirman haber percibido más discriminación que otros grupos en Europa. “Suelen tener bastantes problemas para acceder al mercado laboral, por ejemplo”, apunta De la Fuente-Núñez [el paro juvenil en España es del 38%, 20 puntos más que la media de la UE]. El informe señala que los mayores también tienen dificultades para acceder a un puesto de trabajo y tienden a quedar excluidos de las actividades de investigación y recolección de datos.
Para el informe, la OMS, junto a otras entidades de la Organización de las Naciones Unidas, ha elaborado estudios cuantitativos y cualitativos sobre el edadismo y ha recopilado los trabajos de investigación que ya existían en las diferentes regiones de actuación del organismo —África, América, Asia Sudoriental, Europa, Mediterráneo Oriental y Pacífico Occidental—.
La discriminación por edad tiene efectos negativos en la salud, según la OMS. “El edadismo contra los mayores se asocia a una muerte prematura, lo que tiene unos efectos terribles para la sociedad”, señala De la Fuente-Núñez, becaria de la Fundación La Caixa. Según un estudio elaborado en China, recogido en el informe, las personas con actitudes negativas hacia su propio envejecimiento tenían un 20% más de probabilidad de morir en los seis años que duró la investigación que los que tenían una concepción más positiva de sí mismas. Los trabajos en esta línea que se han hecho en otros países, como Australia o Estados Unidos, revelan resultados similares. Además, las personas que sufren discriminación por edad tienen más riesgo de adoptar hábitos de vida poco saludables, como una dieta desequilibrada, no tomar la medicación prescrita, consumir alcohol en exceso o fumar, según la OMS.
El edadismo también se asocia a una mala salud mental y a enfermedades como la depresión, entre otras. Un estudio en Alemania revela que los mayores que tienen una percepción negativa sobre su propia edad sufren un aceleramiento del deterioro cognitivo, mientras que una concepción positiva lo reduce. De la Fuente-Núñez indica que este grupo de edad también tiende al aislamiento social. “Los mayores interiorizan el estereotipo de que la vejez es un periodo de soledad y evitan sufrir el rechazo que a veces sienten en un entorno con barreras para su participación”, señala la coautora del informe. El impacto de la discriminación por edad en personas jóvenes aún es desconocido ante la escasez de estudios.
Ser mujer, factor de riesgo
Las personas que incurren con mayor frecuencia en edadismo contra los mayores son varones jóvenes, que han recibido una educación deficiente y que sienten ansiedad ante la muerte. En cambio, las personas con más edad y que necesitan del cuidado de otros tienen un mayor riesgo de sufrir discriminación. También son más propensas aquellas que tienen una menor esperanza de vida según los indicadores del país de residencia y que trabajan en determinadas profesiones o sectores, como los relativos a la alta tecnología o la hostelería, donde a menudo se sienten desplazados, según De la Fuente-Núñez.
La OMS subraya además que el principal factor de riesgo para ser objeto de edadismo contra las personas jóvenes es ser mujer. “Si el edadismo coincide con otras posibles formas de discriminación, la desventaja se incrementa”, aclara la coautora del informe, aunque subraya que se necesitan más estudios para cuantificar el impacto de otras interseccionalidades, como el género, la discapacidad o la etnia.
El entorno determina la aparición de la discriminación por edad, según el informe. “No nacemos edadistas, pero a los cuatro años empezamos a ser conscientes de los estereotipos que existen, los interiorizamos y van guiando nuestro comportamiento hacia personas de otras edades y hacia nosotros mismos”, aclara De la Fuente-Núñez. Para la autora, un ejemplo de estas influencias son los cuentos infantiles, donde las mujeres mayores suelen estar infrarrepresentadas. “El resultado es una sociedad segregada con consecuencias en el bienestar de las personas”, afirma.
La OMS propone promover el contacto intergeneracional para combatir el edadismo. “Tener relación con miembros de otra edad nos confronta con los estereotipos que teníamos asumidos y nos hace replantearnos si eran falsos”, explica De la Fuente-Núñez. Las experiencias de relación entre personas de diferentes edades que se han ensayado han sido positivas, según el informe. Así lo corrobora un experimento que se llevó a cabo en Singapur en 2013, en el que se emparejó durante dos meses a jóvenes y mayores para jugar a videojuegos. Al final del experimento, todos los participantes se sintieron menos incómodos y más seguros con los miembros del otro grupo de edad.
El fortalecimiento de las políticas y las leyes contra la discriminación es otra pieza clave, según De la Fuente-Núñez. “Que haya más legislación contra el edadismo hará que las personas sean más conscientes de este problema”, señala. La OMS también subraya la importancia de crear una red de actividades educativas desde la escuela primaria hasta la universidad que proporcionen información precisa y destierren los estereotipos y prejuicios sobre los diferentes grupos de edad. “Los años no pueden definir nuestro acceso a recursos ni ser un factor que divida a las personas. La sociedad debe entender cuanto antes que este es un mundo para todas las edades”, afirma De la Fuente-Núñez.
LA PANDEMIA EVIDENCIA LA DISCRIMINACIÓN A LOS MAYORES
La covid ha tenido efectos devastadores para la salud de los mayores, pero también ha visibilizado la discriminación que sufren, según el informe de la OMS. El estudio refleja que la edad se ha utilizado como criterio para dar acceso a atención médica y para adoptar medidas de aislamiento. El Gobierno del Reino Unido pidió a los mayores de 70 años que se aislaran durante cuatro meses; en Colombia y Serbia, solo se confinó a este grupo de la población; y en los Emiratos Árabes, las personas mayores de 60 años tenían prohibido entrar a centros comerciales o restaurantes después del desconfinamiento. “Los gobiernos han asumido que todas las personas mayores son homogéneamente dependientes y las medidas que han adoptado han limitado su acceso a recursos básicos”, sentencia Vânia de la Fuente-Núñez, coautora del informe de la OMS.
Esta situación también se ha manifestado en el panorama mediático, según la OMS. “Los medios de comunicación han estereotipado a los mayores como personas frágiles, lo que les ha llevado incluso a sentir mucho miedo y aislarse”, afirma De la Fuente-Núñez. Un análisis de 500 titulares en dos periódicos españoles durante la pandemia concluyó que el 71% de los mismos representaban a las personas mayores de manera negativa. “Los medios de comunicación deberían hacer justicia a la diversidad y mostrar que la edad no define las capacidades de cada persona”, sentencia la investigadora.