Un psicólogo advierte: «Hay que atender urgentemente a los adolescentes» por el impacto de la pandemia.

Un psicólogo advierte: «Hay que atender urgentemente a los adolescentes» por el impacto de la pandemia.

Las restricciones a las que estamos sometidos por las medidas tomadas para hacer frente a la Covid-19 están frustrando muchas necesidades propias de la adolescencia que ni siquiera el gran desarrollo tecnológico puede cubrir.

S.F

La adolescencia está siendo uno de los colectivos más olvidados durante la pandemia de la COVID-19. Por un lado, a diferencia de lo que ocurre con la tercera edad, el virus apenas se ha cebado con sus integrantes. Por otro, las alertas sobre el impacto que los confinamientos y las medidas de distanciamiento social pueden tener sobre el desarrollo y sobre la salud mental se han centrado sobre todo en niños y niñas menores, dejando a los adolescentes en una especie de limbo. «Se ha dado por hecho que los adolescentes cuentan con herramientas, actitudes y capacidades propias de los adultos para enfrentar situaciones como la que vivimos, pero lo cierto es que este grupo de población aún no las ha desarrollado, lo que los ha dejado en una situación de vulnerabilidad», afirma Ángel Saavedra, psicólogo sanitario, presidente de Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG) y director de Lamar – Escuela de Psicoterapia Gestalt de Málaga.

Saavedra recuerda que la adolescencia comprende un periodo vital que conlleva una serie de características propias en el comportamiento: desde la transgresión, hasta la necesidad permanente de estar con iguales, pasando por la búsqueda de nuevos límites psíquicos y físicos. «Todo esto ha quedado truncado a causa de la pandemia. Las restricciones a las que estamos sometidos por las medidas tomadas para hacer frente a la Covid-19 están frustrando todas esas necesidades propias de la adolescencia que ni siquiera el gran desarrollo tecnológico puede cubrir», reflexiona el experto, que apunta también al impacto del cierre de los centros educativos durante el último trimestre del curso pasado y al hecho de que, con la vuelta a las aulas, los adolescentes sean quienes menos las estén pisando y quienes más estén teniendo que hacer uso de las clases online: «Numerosos estudios y modelos demuestran que el entorno educativo permiten a los adolescentes desarrollar y construir un modelo de resiliencia, ya que el grupo les brinda apoyo y afecto. Como sociedad debemos atender estas necesidades, no podemos dejar que se queden en pausa porque sus vidas no están pausadas».

La consecuencia de este impacto, según el presidente de la AETG, se está traduciendo en muchos casos en altos niveles de frustración e impotencia que derivan en un aumento de la agresividad y, a su vez, en un incremento de la apatía, la desgana e, incluso, de estados ansiosos depresivos. «Los adolescentes son un colectivo al que atender urgentemente. Hay que incluirlos necesariamente en los planes estratégicos de salud mental que se desarrollen para hacer frente a la cuarta ola de la pandemia, que todos coinciden en señalar que será psicológica. Tendríamos que escuchar sus necesidades, sin juicios ni incriminaciones, para poder trabajarlas y ver cómo poder gestionarlas de una manera responsable. Los adolescentes se han visto en un mundo en el que todo son restricciones y, por el contrario, pocas medidas se orientan a saber de ellos, a conocer qué les pasa, cómo viven esta cantidad de normas que delimitan de una manera casi total sus ganas naturales de salir al mundo», argumenta.

«Ayudar» a los adolescentes a pedir ayuda

Como reconoce Ángel Saavedra los adolescentes son un colectivo al que «le cuesta trabajo» ir al psicólogo. Sin embargo, matiza, la pandemia ha provocado «un repunte en la demanda» de atención psicológica para este grupo de población. «A veces vienen empujados por sus padres, que ven que hay algo que no va bien, que están muy transgresores o que se están deprimiendo y aislando socialmente. En otras ocasiones, son los orientadores y tutores del instituto los que detectan estos comportamientos anómalos y dan la señal de alarma. En todo caso, me preocupan más aquellos que están pasando desapercibidos y no están siendo atendidos adecuadamente», explica.

Según los resultados de una investigación llevada a cabo por expertos en Psiquiatría y Psicología Clínica de la Infancia y de la Adolescencia de la Universidad Miguel Hernández de Elche, el 85,7 % de los padres constataron durante los meses de confinamiento estricto cambios en el estado emocional y en el comportamiento de sus hijos, siendo los síntomas más habituales la dificultad de concentración, el desinterés, la irritabilidad, la agitación, el nerviosismo, los sentimientos de soledad, la inquietud y la preocupación.

«Desafortunadamente muchos adolescentes llegan a nuestras consultas en muy mal estado psíquico. Por eso es importante que los padres les prestemos atención y los observemos, porque al final estos cambios no se dan de forma radical, sino que se producen poco a poco», asegura el psicólogo, que señala la necesidad de estar atentos a cambios de conductas sutiles (falta de contacto con el mundo exterior, desgana, falta de ilusión, descuido personal, poca empatía, cambios fuertes de estados de ánimo, ideas disruptivas) que pueden dar la señal de alarma de que algo les está pasando sin saber cómo gestionarlo.

Detectados esos posibles síntomas, Ángel Saavedra recomienda «la escucha activa, una mirada compasiva y empática sin juicios y sin reproches» para acercarse a los adolescentes. «Podemos recordar nuestra adolescencia. Imaginar cómo nos hubiéramos sentido nosotros si esto que estamos viviendo lo hubiéramos pasado a su edad. Nuestras primeras salidas, los primeros encuentros amorosos, los primeros desafíos, los primeros desengaños, nuestras primeras veces… Todo ello ha sido truncado por la pandemia y unas medidas de restricción que duran ya más de un año».

Esa mirada empática es «fundamental» para el psicólogo, ya que en, en su opinión, para «ayudarles a pedir ayuda» los adolescentes no se tiene que ver culpabilizados y, a la vez, tienen que entender que esa búsqueda de ayuda se asume con total normalidad. «Hay que hacerles ver que ir al psicólogo no es un castigo por su comportamiento disruptivo, sino una salida al mismo. El objetivo es poderles facilitar una vía de escape a lo que están viviendo y sintiendo, una solución a las vivencias que están ocasionándoles problemas en su día a día», concluye.

https://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-psicologo-advierte-atender-urgentemente-adolescentes-impacto-pandemia-202103220049_noticia.html 



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