20 May Un proyecto convierte a adolescentes en «profesores» de Whatsapp para mayores y jubilados
El gran objetivo es romper la brecha digital, pero también que se produzca el acercamiento intergeneracional.
S. F. – MADRID
El proyecto educativo «Conecta Mayores – Conecta Jóvenes» de la Fundación Balia convierte a adolescentes en «profesores» de tecnología e informática para mayores con ganas de aprender a manejar el ordenador y los «smartphones». Un proyecto con un doble objetivo: que los jóvenes se pongan en el papel de docente y que los veteranos estudiantes, muchos jubilados, socialicen y eviten la exclusión.
La iniciativa, recogida por Ep, ha sido galardonada con uno de los premios Miguel Hernández que concede el Ministerio de Educación a los mejores proyectos de educación para personas adultas, cuenta actualmente con más de un centenar de jóvenes, estudiantes de Secundaria y Bachillerato, reclutados para impartir clases a unos 600 mayores en diversos centros de la capital.
«El gran objetivo es romper la brecha digital, pero también que se produzca el acercamiento intergeneracional», explica Esteban Rodríguez, coordinador del proyecto, en el instituto público Príncipe Felipe, donde estos jóvenes de 14 a 16 años dedican varias tardes a la semana para enseñar a personas de la edad de sus abuelos.
Las aulas del proyecto «Conecta» son como el mundo al revés. La lección corre a cargo de un joven barbilampiño, y en los pupitres se sientan personas que dejaron de ser escolares antes de la Transición. Aunque estén en clase, todos los alumnos juguetean con el móvil, y a pesar de peinar canas, alborotan como unos colegiales. «Silencio, prestad atención», implora el «profe» adolescente con una voz recién estrenada.
«¿Uso el «emoticono»?», pregunta una señora septuagenaria. La clase es sobre el uso de la red social Whatsapp, y el joven explica cómo silenciar las notificaciones en el móvil o se cambia el fondo de pantalla mientras otro chaval pasea por los pupitres para ayudar a los mayores. Luce peinado de futbolista, piercing en la oreja, chándal completo y zapatillas «Air Max», y asiste a dos mujeres que, si se lo hubieran encontrado por la noche en una calle desierta, habrían agarrado fuerte el bolso.
Sin embargo, las señoras con blusas de estampados de flores le ofrecen sin temor sus móviles al joven, y este indica amablemente los pasos a seguir. «El proyecto también cambia la visión que tienen los mayores de los chavales», subraya la jefa de actividades extraescolares del centro, Maite García Osa, que lleva ocho años apostando por esta iniciativa que también transforma a los adolescentes en mejores alumnos después de ponerse en la piel de profesor.
Abuelos «youtubers»
«Ellos se portan mejor que nosotros», admite Claudia, de apenas 14 años y estudiante de 3º de ESO por la mañana, mientras por la tarde se curte como docente desgranando Youtube a los mayores. Entre sus alumnos se encuentra Ángel Nieto, de 77 años, que se pasa la clase tomando notas, atentamente, en una libreta, y viendo tutoriales en vídeo sobre cómo cortar jamón serrano. «Yo me apunto a todo, y ellos saben más que yo porque esto me ha pillado tarde», dice alabando a sus profesores, todos nativos digitales y nacidos en el siglo XXI.
Los jóvenes del proyecto «Conecta» confiesan que la experiencia les hace más empáticos con sus profesores. «Yo antes hablaba más en clase», asegura Adrián, de 16 años, que se encarga de enseñar a manejar aplicaciones de Google. Además, descubrir el mundo de la informática a mayores que apenas han tocado un ordenador en su vida les reporta, a la fuerza, paciencia y comprensión.
«Es que algunos llegan, cogen el ratón y lo pegan a la pantalla para moverlo», desvela la educadora Soraya Moral, dinamizadora del proyecto «Conecta». A la joven Laura, de 14 años, la persistencia que demuestran los mayores es también una lección. «Ellos nos dicen que estudiar es importante, pero que también hay que vivir», afirma con cariño.
«Profes» que podían ser sus nietos
« Son de la edad de mi nieta mayor, pero es muy bonito», hace constar Carmen, de 69 años, tras la clase de Youtube. «Repiten las cosas 20 veces, son majos de verdad, te dan confianza y nunca se cabrean», apunta Emilio, de 68 años, taxista jubilado que empezó de cero en esto de la informática.
«Es que se cogen cariño», añade el coordinador Esteban Rodríguez, que se encarga de reclutar a los jóvenes, que reciben una formación metodológica antes de ponerles frente a un grupo de jubilados, algo que hacen de forma desinteresada y altruista. «También se trata de convertirles en agentes de su comunidad», añade Rodríguez. Y funciona, porque de las clases de «Conecta» muchos pasan a implicarse en proyectos de su barrio, como asociaciones y ONGs.
A los mayores, se les convence más fácilmente para apuntarse a las clases. «Buscamos cosas que les sean de utilidad, como crearse cuentas de correo o de Facebook para mantener el contacto con sus familiares, aprender a comprar entradas de teatro o pedir una cita con el médico por internet», explica el coordinador de «Conecta», que recuerda el caso de Valeriano, un hombre que a sus 92 años quería aprender a utilizar procesadores de texto como Word para escribir poemas.
Cuando finalizan los cursos, que suelen tener una duración trimestral, todos los talludos alumnos coinciden en que quieren aprender más, y acaban repitiendo apuntándose a clases con contenidos más avanzados, aseguran desde la Fundación Balia. «Algunos nos dicen al llegar, «por fin vamos a empezar a entender las cosas de las que se hablan en las cenas de Navidad», apostillan.
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