Un problema que no se ve: la soledad de los mayores

Un problema que no se ve: la soledad de los mayores

Dos millones de personas mayores de 65 años viven solas en España. De esas, siete de cada diez son mujeres que viven una soledad crónica.

LASEXTA.COM

Las focas son divertidas, amorosas, les gusta dar cariño. El animal del vídeo es una foca robot, con inteligencia artificial. Pero también recibe caricias y mimos como los de Carmina y Kety, en un centro de mayores de Salamanca.

Amparo, el nombre elegido para una foca artificial, no curará el alzheimer de Kety, pero sí aumenta día a día su calidad de vida.

Ellas la cuidan y así mejoran su movilidad y su memoria. Esta foca ha triunfado en el mercado y hasta el mismo Obama se ha rendido a sus encantos.

¿Por qué tanto éxito? Porque cada vez hay más gente mayor que no tiene a quién dar mimos.

«La soledad es otro reto que tenemos como sociedad. La soledad de las personas mayores, que no es buscada», comenta Sonia Díez, socióloga experta en envejecimiento activo.

Uno de cada diez hogares españoles está habitado por una persona mayor de 65 años que vive sola. Son casi dos millones de mayores solos.

En el Congreso lo saben y a pesar de las críticas, todos los partidos se han puesto de acuerdo. Hace sólo tres meses aprobaron una proposición no de ley para concienciar sobre la soledad crónica.

«Para mí hay un foco muy importante que son las personas mayores de 85 años y ahí se acercan a 600.000», subraya Mayte Sancho, gerontóloga social y presidenta de ‘Grandes amigos’.

La fundación ‘Grandes Amigos’ ha lanzado la campaña: ‘Familias hinchables’. La protagonista es una mujer mayor, sola que tiene que inflar a su familia para escapar de la soledad. Un descarnado reclamo para denunciar lo que viven miles de mujeres, como Norma, una mujer de 86 años.

«De cada diez personas que viven solas, siete son mujeres. Si a esto le añadimos mucha edad, puede llegar a una situación de aislamiento que puede ser preocupante», añade Mayte Sancho.

Sus hijos y nietos van a ver a Norma habitualmente, pero aun así sabe lo que es la soledad: «Hablo sola hace mucho tiempo».

Norma lucha por huir de esa soledad. Si llaman a su timbre, se pone el abrigo, se monta en el ascensor y baja. Le espera Marisa, su peluquera, una vez a al semana pasa a buscarla para que pueda ir a peinarse. Si no lo hiciera, a Norma se le haría muy difícil llegar.

«Las ciudades no están diseñadas para personas que están solas o que son frágiles», comenta la presidenta de ‘Grandes Amigos’.

Gracias a vecinas como Marisa, Norma puede acicalarse, y no esa la única de su entorno que le ayuda: las empleadas de la farmacia les suben las medicinas, dos veces a la semana le acompañan a un centro de día para personas mayores y otro día un voluntario le acompaña a dar un paseo y a hablar con ella.

«Me gustaría tener a mi familia más, pero es no puede ser y tengo que acostumbrarme, me estoy acostumbrando».

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