Un peregrino sobre ruedas se enfrenta a 800 kilómetros del Camino de Santiago

Un peregrino sobre ruedas se enfrenta a 800 kilómetros del Camino de Santiago

Un granadino con parálisis cerebral realiza el Camino Francés junto a su hermano, con el fin de recaudar fondos para adaptar rutas de este tipo

FRAN SÁNCHEZ BECERRIL

Tiene 20 años, un 96% de discapacidad provocada por una parálisis cerebral -sus funciones motrices son prácticamente inexistentes- y está haciendo los 800 kilómetros del Camino de Santiago que separan Roncesvalles de la capital gallega. Ésta es la historia de Juan Luis Marfil, un joven granadino que, gracias a su hermano Oliver, está realizando el Camino Francés «por la senda original, la de tierra, por la que van todos los peregrinos», según cuenta el propio Oliver a EL MUNDO.

Llevan ya más de 150 kilómetros recorridos en ocho días, todos ellos por caminos de arena, piedras, escalones y fuertes cuestas, contando sólo con la ayuda de la fuerza física de Oliver, que se declara «nada deportista» empujando la silla de su hermano.

«No estamos cogiendo carreteras, que es lo que suele hacer la gente que lo ha hecho con silla de ruedas, cogiendo tramos por carretera porque el Camino no está adaptado», advierte.

Por ello, Oliver hace especial mención al espíritu de la ruta y a los peregrinos que les ayudan día a día en estos senderos casi imposibles para una silla de ruedas: «Estamos teniendo mucha suerte con todos los peregrinos que nos vamos encontrando porque comparten las etapas con nosotros y eso las hace mucho más llevaderas, especialmente porque hay veces que tengo que coger a mi hermano a peso y ellos bajan a pulso la silla. Si no tendríamos que esperar a que alguien llegara y se prestase a ayudarnos»

Concienciar de los problemas de la discapacidad

Han bautizado su iniciativa como Camino sin límites, un viaje que se puede seguir a través de redes sociales tanto en vídeo como en fotografía, y que nace con dos objetivos: «que la sociedad se fije en las personas con discapacidad y demostrar que no hace falta ser deportista para cumplir retos físicos.

«A través de los vídeos que vamos publicando quien quiera puede ver cómo va evolucionando el viaje. Queremos mostrar cómo dos personas nada deportistas -y con los problemas de Juan Luis- podemos vencer esas barreras mentales y esos miedos a la hora de hacer un proyecto y nos lanzamos para demostrar que se puede conseguir», cuenta Oliver, esperanzado.

El proyecto no sólo se queda aquí sino que están haciendo una recaudación de dinero para «colaborar con la asociación andaluza La ciudad Accesible, que pretende poner en valor y hacer accesible las rutas de senderismo por toda España».

Su primer objetivo es adaptar el Camino Mozárabe que pasa por Granada. Esta recaudación la están realizando a través de una campaña de crowdfunding y donaciones bancarias. Oliver afirma que la solidaridad de la gente ya se ha visto más que reflejada.

«Aunque 6.000 euros era lo que pretendíamos recaudar, con el crowdfundinghemos llegado a los 5.000 y por transferencias a 1.500. Lo sorprendente es que casi habíamos llegado a la cantidad antes de comenzar el viaje. Pero mejor; cuanto más se recaude, más se podrá adaptar».

«Decidimos mezclar nuestras dos pasiones, la mía, que son los viajes, y por otro lado el tema de la accesibilidad, ya que mi hermano es un gran activista y siempre está luchando por sus derechos. De esa mezcla salió Camino sin límites» cuenta Oliver sobre cómo surgió esta idea, al tiempo que explica cómo a través de este proyecto multimedia volcado en la redes sociales, quieren «causar impacto en la sociedad».

El apoyo de los peregrinos es fundamental en este viaje, tanto por la ayuda física como por el ánimo que les dan, no solo ellos sino también la gente a través de las redes sociales.

«Había una dificultad enorme en el principio de una etapa porque estaba empedrada y era demasiado vertical para nosotros. Un hombre que conoció el proyecto, y seguía los vídeos, vino desde Logroño con su coche exclusivamente para ayudarnos en esa parte. ¡Exclusivamente para eso!» recalca emocionado Oliver.

«Se tomó un café con nosotros, nos ayudó esos 10 minutos y se fue, ¡es brutal el nivel de apoyo de la gente que nos está siguiendo!». Pero no solo eso, sino que Oliver también narra cómo se ha encontrado a muchas personas que han llorado de la emoción sólo con ver la situación, conocer la historia y el proyecto de los hermanos Marfil Fernández.

Entusiasmado, Oliver, ha asegurado que completarán el Camino en un mes y medio -34 días es la media de la gente sin ningún tipo de discapacidad- ya que así se lo han propuesto, con una reflexión que saca de estos pocos días: «Lo importante no es el destino, sino la gente que te encuentres en el camino».

Insiste diciendo que lo más significativo no es «el sitio donde vamos a dormir, que puede ser más o menos accesible, si llueve o hace calor; sino toda la gente maravillosa que estamos conociendo y lo bien que lo estamos pasando». Es una experiencia, concluye, que «no se puede pagar con dinero, sólo hay que vivirla».

www.elmundo.es/sociedad/2016/09/28/57ea4e7246163fb1368b4654.html