25 Ene Un estudio sorprende al responder cuánto ejercicio hay que hacer para tener una vida más larga.
Si bien la actividad física es importante para vivir más, seguir otros hábitos saludables puede tener un impacto aún mayor.
2024. La Razón
L. Cano
Son muchos los factores que intervienen a la hora de vivir una vida larga y sana, sin enfermedades. Algunos de ellos no pueden cambiarse, como la genética y el sexo con el que nacemos. Sin embargo, muchos otros hábitos, como la dieta, el ejercicio, la reducción del estrés, no fumar y dormir adecuadamente, sí pueden modificarse.
Realizar actividad física parece uno de los factores más relevantes para aumentar la longevidad, según la bibliografía disponible y la investigación realizada hasta ahora. Por eso, buena parte de los estudios científicos que se publican aún hoy en día, tratan de responder a la pregunta de cuánto ejercicio hay que hacer para tener una vida más larga y saludable.
No obstante, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Jyväskylä, en Finlandia, que actualmente está siendo revisado por pares, ha descubierto que, aunque el ejercicio es importante para vivir una larga vida, seguir otros hábitos de vida saludables puede tener un impacto aún mayor.
Longevidad: El ejercicio puede no ser un factor en sí mismo
Anna Kankaanpää, investigadora de proyectos del Centro de Investigación Gerontológica de la Facultad de Deporte y Ciencias de la Salud de la Universidad de Jyväskylä y autora principal de este estudio, decidió estudiar la correlación entre el ejercicio físico realizado en el tiempo libre y el riesgo de mortalidad. ¿El motivo? La diferencia de puntos de vista.
La autora explica que las investigaciones previas muestran un vínculo entre el ejercicio y un menor riesgo de mortalidad por todas las causas y enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, algunos trabajos (como este estudio publicado en diciembre de 2021) afirman que el ejercicio no reduce la mortalidad por todas las causas y la enfermedad cardiovascular incidente en adultos mayores o personas con afecciones crónicas.
Esto, dicen los científicos de Jyväskylä, puede mostrar que hay otros factores subyacentes, además del ejercicio por sí solo, que afectan la duración de la vida de una persona. Para su estudio, el equipo de investigadores finlandeses utilizó los datos de más de 11.000 conjuntos de gemelos adultos de la Cohorte Finlandesa de Gemelos.
La cantidad de actividad física que realizaban los participantes en el estudio se evaluó mediante cuestionarios realizados en 1975, 1981 y 1990. Los participantes se clasificaron en cuatro grupos: sedentarios, moderadamente activos, activos y muy activos. Y se hizo un seguimiento de la mortalidad de los participantes hasta 2020, un periodo de 45 años.
Al final del estudio, Kankaanpää y su equipo descubrieron que más de un tercio, casi el 40%, de los participantes del grupo sedentario había fallecido en el seguimiento de la mortalidad en 2020, lo que suponía el mayor porcentaje de los cuatro grupos. Los participantes de los grupos activos tenían entre un 15% y un 23% menos de riesgo de mortalidad por todas las causas en comparación con el grupo sedentario.
«No me sorprendieron (estos resultados) porque numerosos estudios observacionales indican sistemáticamente esta asociación», comenta Kankaanpää. Pero quedaba resolver una pregunta: ¿cómo afectan otros factores del estilo de vida al riesgo de mortalidad?