07 Mar Un anciano se va de Erasmus a Italia a los 80 años
Miguel Castillo estudia Historia en Valencia. Dice que tras jubilarse no quería dedicarse a «sestear».
IGANCIO ZAFRA – VALENCIA
Miguel Castillo tiene 80 años, estudia el título oficial de Historia y el lunes que viene se va de Erasmus a Italia. Notario, jubilado, con esposa, tres hijas y seis nietos, Castillo se ha convertido en una especie de celebridad en su facultad de la Universidad de Valencia. Los conserjes le indican en qué aula puede atender a los periodistas, que piden turno para hablar con él. Los profesores se paran a saludarlo. Y sus compañeros le felicitan en el bar de la facultad por haber conseguido una beca Erasmus para irse a Verona.
Un compañero de curso también jubilado lo aborda en el pasillo. «¿Cómo te has lanzado? Yo lo pensé y ¿sabes por qué no lo hice? Porque me dio vergüenza ir a secretaria a preguntar», comenta. Castillo se despide educado. A él no le da ninguna vergüenza.
El anciano pidió la beca, que permite cursar parte de la carrera en otra universidad europea, animado por un profesor. Lo hizo por el mismo motivo por el que años después de jubilarse, tras sufrir un infarto por el que tuvieron que implantarle un cuádruple bypass, decidió volver a estudiar. «Al poco de recuperarme, me dije: ‘Me gustaría hacer algo que no fuera lo clásico del jubilado de sestear. La Historia siempre me ha llamado la atención, me interesa toda la materia, aunque sobre todo la contemporánea». Ahora se considera un alumno más. Asiste a clase, se intercambia apuntes con los compañeros, pide ayuda y la ofrece. «El trato que recibo es excelente, la edad no es un problema», asegura.
Castillo aprueba casi todas las asignaturas. «No todas porque mi edad y mis obligaciones familiares no me permiten seguir el ritmo normal». Por obligaciones se refiere a los nietos. «Me van a echar en falta, pero al mismo tiempo se están alegrando de ver que su abuelo tiene afán de superación y de estudio». La familia ya ha empezado a planear cuándo ir a visitarle a Italia.
El octogenario es consciente de la fama de cierto desenfreno que rodea la beca Erasmus y bromea al respecto: «Procuraré, dentro de mis limitaciones, seguir la trayectoria de quienes me han precedido. Pero hay que tener en cuenta que me acompaña mi esposa y por esa razón viviremos en un apartamento. Compartir la fiesta del pijama en el colegio mayor sería un poco raro a nuestra edad».
Mejorar el italiano a marchas forzadas
Castillo nació en 1937 en Llíria, en una familia humilde de agricultores. Cada mañana acudía en tren al instituto Lluís Vives de Valencia, donde fue un buen alumno de Bachillerato. Al empezar Derecho, sin embargo, se confió y suspendió todo. Dejó la carrera, pasó un año trabajando en el campo con su padre y comprobó que el trabajo agrícola era mucho más duro que estudiar, así que hizo la maleta y se fue a Barcelona a retomar Derecho.
En el instituto había jugado en las categorías inferiores del Valencia CF. En la ciudad catalana fichó por el CD Fabra i Coats, uno de los equipos que acabarían convergiendo en el Barça B. Con el dinero que le pagaban como futbolista y el que conseguía dando clases particulares acabó la carrera. Antes de convertirse en notario fue profesor de la Universidad de Barcelona e hizo dos estancias de un mes en Italia, en Roma y Bolonia. De ahí procede su base de italiano, que ha tenido que ampliar a marchas forzadas para su nuevo destino.
Melómano, abonado al Palau de la Música y al Palau de les Arts de Valencia, en Verona también estuvo hace 40 años escuchando a Maria Callas. Un hotel de la ciudad donde Shakespeare ambientó Romeo y Julieta le espera ahora junto a su mujer, María Luisa Alamá, una enfermera jubilada con quien se casó en segundas nupcias hace cinco años. Ahí estarán una semana: ya tienen casi cerrado el alquiler del apartamento en el que vivirán el segundo cuatrimestre.
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