03 Jul Un 40% de los españoles cuida de personas mayores, enfermos o dependientes.
La mayoría de los cuidadores son mujeres de mediana edad, que trabajan fuera de casa y que cuidan a sus familiares directos.
2025. Hablando en Plata
Europa Press
Un 40 por ciento de los españoles se encuentra actualmente cuidando de personas mayores, enfermos o dependientes, sin incluir a los menores de edad, según un informe elaborado por VML The Cocktail, en el que se muestra que en torno al 73 por ciento de la población proporciona o ha proporcionado este tipo de atención.
La mayor parte de esta asistencia la llevan a cabo mujeres de mediana edad, con hijos menores a su cargo, que trabajan fuera de casa y que compaginan su actividad laboral con el cuidado de familiares directos, como pueden ser sus progenitores o sus abuelos.
El principal motivo de los cuidados es la edad avanzada y su fragilidad asociada, tal y como ha manifestado el 55 por ciento de las personas cuidadoras, un factor que está seguido de los trastornos del movimiento y las afecciones cognitivas, neurológicas y mentales, como pueden serlo la depresión, el autismo o demencias como el Alzheimer.
Casi la mitad de los cuidadores dedican una hora diaria a realizar este tipo de atención, lo que tiene una serie de consecuencias positivas y negativas, y es que un 51 por ciento de los cuidadores afirman sentir agotamiento físico.
Además, un 58 por ciento de ellos ha reconocido verse afectado por el cansancio mental, especialmente a través del estrés y el agotamiento provocados por el impacto emocional y psicológico de estos cuidados, además de los cambios de rutina y el «poco tiempo» disponible para dedicarlo a ellos mismos.
Los cuidadores que sufren más agotamiento físico y psicológico son aquellos que cuentan con menos ayuda externa (tan solo un 17 por ciento contrata a cuidadores profesionales) debido a conflictos familiares y económicos.
El cuidado en el entorno rural también es más «absorbente» e implica más cansancio físico y necesidad de tiempo personal, siendo menor el número de personas que solicitan ayudas y que prefieren contratar a un profesional.
Es por ello por lo que la compañía ha resaltado la importancia de que los cuidadores de enfermos de enfermedades mentales reciban un «tiempo de respiro» de sus funciones, al igual que ocurre en el caso de los que cuidan de enfermos terminales, quienes reclaman tiempo, recursos y un mayor asesoramiento.
El 49 por ciento de los cuidadores ha considerado que necesitan una mayor asistencia profesional, pero reconocen que no cuentan con los suficientes recursos económicos para ello.
De aquellos que inician un proceso para pedir ayudas institucionales, tan solo un 19 por ciento acaban completándolo por tratarse de un proceso «complejo y largo»; de hecho, un 38 por ciento de ellos creen que se trata de un procedimiento «difícil y muy lento», además de considerar que las ayudas no se adaptan a sus situaciones.
El estudio ha mostrado que el lado positivo de los cuidados consiste en una «recompensa emocional» de los cuidadores, siendo el factor gratificando el más importante para ellos, seguido de la sensación de utilidad, de fuerza y de la mejora de la relación con la persona a la que cuidan.
Asimismo, un 73 por ciento de los cuidadores se sienten acompañados por su entorno, y un 64 por ciento reconoce sentirse más cercana con el resto de sus familiares.