11 Dic Tres de cada cinco mujeres pensionistas están por debajo del umbral de pobreza.
La prestación media de jubilación femenina alcanza el SMI, pero sigue a 500 euros de la masculina.
Eduardo Bayona 13/11/2023
“Se tiene que hacer algo con la brecha de género de las pensiones y también con la de los salarios, porque no se puede vivir con esas cantidades. Muchas pensionistas nos dicen que de la carne y el pescado ya se han olvidado, y que no saben cómo hacer para preparar un puchero ahora que comienza el frío”, reclama Paqui López, portavoz de la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones (Coespe).
Las progresivas reformas de las prestaciones contributivas, como la revalorización con la media del IPC o la eliminación de los coeficientes reductores asociados a la parcialidad, van generando algunas mejoras. Entre ellas, destacan hitos como que la pensión media de jubilación de las mujeres haya superado la cota del SMI, tras alcanzar los 1.080,97 euros por paga en octubre.
Aunque eso no altera otras realidades, como que esa misma prestación media mantenga un desfase de prácticamente 500 euros con la masculina, que equivale a una desventaja de más del 30% para ellas o a una ventaja de más del 45% para ellos, según cuál de las dos se tome como referencia.
Se trata del mayor desajuste del sistema en cuantía, que no queda lejos de los 470,75 euros por paga que se dan en la pensión media, también en este con las masculinas (con 1.444 euros) por delante de las femeninas (con 974 euros), y que está cerca de duplicar la de 280. En este caso, a favor de ellas, aunque con cifras netamente inferiores (597,41 por 877,49) de las de viudedad.
“Es distinto hablar del pensionista que del jubilado, que es el perceptor de una de las prestaciones, aunque se tiende a confundirlo”, anota López, que llama la atención sobre los efectos prácticos que generan esas brechas numéricas del sistema de pensiones.
“Cerca de 1,7 millones de pensionistas cobran menos de 550 euros, y 5,5 millones no llegan a los 1.080 euros, en los que se encuentra el SMI. Y, de estos últimos, 3,8 son mujeres. Eso supone casi el 70% de las mujeres pensionistas. Con la carestía que hay seguimos perdiendo poder adquisitivo. Las mujeres vamos a ser más pobres”, señala.
La agrupación de los pensionistas por tramos en función de la cuantía de sus prestaciones que publica la Seguridad Social ofrece algunos rasgos. Por ejemplo, la clara mayoría femenina en los tramos de hasta 400 y 500 euros, de más del doble en el primero y de dos veces y media en el conjunto. En estos se hallan las personas con ingresos por debajo del mínimo personal que la Agencia Tributaria sitúa en 396 euros por paga (doce más las dos extras) y en 478 y 496 para los mayores de 65 y de 75 años, respectivamente.
La relación sigue siendo de dos a uno y con prevalencia femenina en el tramo de los 500 a los 850, el que engloba a quienes subsisten con ingresos que van del mínimo personal al umbral de la pobreza unipersonal, que Instituto Nacional de Estadística (INE) sitúa en 846,95 euros por paga.
Los datos acumulados hasta ese nivel indican que las prestaciones que reciben 3,16 millones de mujeres pensionistas y 1,32 de hombres se encuentran por debajo del umbral de la pobreza, lo que supone el 59,6% de ellas y el 27% de ellos: casi el doble tanto cuantitativa como porcentualmente, casi tres de cada cinco por apenas uno de cada cuatro.
Las mujeres empiezan a ser minoría a partir de ese umbral de la pobreza, con una desventaja de 125.000 en la franja que va del umbral de la pobreza al SMI, otra de 340.000 entre el salario mínimo y los 1.800 que marcan los ingresos mínimos para un hogar de dos adultos y dos menores y una más superior al medio millón a partir de ahí.
La excepción que confirma la regla se encuentra en la franja de pensionistas que reciben prestaciones de más de 3.000 euros por paga, en este caso con una proporción de dos a tres a favor de ellas.
El esquema se replica prácticamente entre los jubilados, grupo en el que el número de mujeres con ingresos inferiores al umbral de la pobreza duplican al de los hombres, con 1,5 millones por 757.000 que arrojan sendas proporciones de tres y de uno de cada cinco, respectivamente, entre ellas y entre ellos.
Paralelamente, la mitad de los jubilados, 3,23 millones de 6,4, tiene ingresos inferiores al SMI. Una situación que, de nuevo, se da con más frecuencia entre ellas (1,79 millones, el 68%) que entre ellos (1,44, el 38%).
La proporción de perceptores se mantiene en un tres a uno a favor de los hombres a partir de esa cota de ingresos, es decir, entre los trabajadores retirados que cobran por ello prestaciones superiores al salario mínimo interprofesional.
Coespe se plantea como “máxima reivindicación” alcanzar los 1.080 euros en los que se encuentra el SMI como pensión mínima, explica López, que llama la atención sobre los efectos reales que la subida del próximo año, que será de entre el 3,5% y el 4%, en función de cómo cierren los IPC interanuales de noviembre y de diciembre. “Un 4% en una pensión de 550 euros son 22, y eso significa que 1,7 millones de mujeres llegaran a 570. ¿De verdad hay alguien que crea que se puede vivir con ese dinero y con la carestía que hay?”, afirma López. La subida para las que se encuentran en el límite de la pobreza, las de 850, sería, en ese caso, de 34 euros por paga.
Las pensiones medias de viudedad se encuentran en ese nivel, con 853,30 euros por paga para el promedio del sistema, 597,41 para la masculina y 877,49 para la femenina, que tiene 203.284 perceptores y 2.150.017 perceptoras.
“La mayoría de las viudas está cobrando lo que corresponde al 52% de las cotizaciones de sus maridos”, apunta, mientras advierte de que el panorama de las pensiones no incluye a los 1,14 millones de personas mayores de 65 años que no perciben ningún tipo de ingreso.
“El 97% de ellas son mujeres, que trabajaron en sus casas, para su familia, en el campo, limpiando, en el calzado, pero que no cotizaron, porque entonces a menudo no se cotizaba por el trabajo”, anota la portavoz de Coespe, que añade que “esas mujeres que levantaron este país hoy no tienen ninguna pensión y son más propensas que otras de violencia de género” por su dependencia de los ingresos de otras personas.