Terapias para romper con el ciclo de la violencia.

Terapias para romper con el ciclo de la violencia.

Como otros adultos que han pasado su infancia en hogares donde se vejaba a las mujeres, M. P. L. acude a terapia.

D. Chiappe

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Es la primera vez que esta mujer de 39 años recibe ayuda psicológica, un beneficio que sólo llega al 18% de los menores víctimas de estas situaciones, y a un 15% de las mujeres, según datos del estudio ‘Menores y violencia de género’, publicado por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. La acompañan sus tres hijos: dos niñas en la adolescencia y un pequeño. Juntos luchan para romper el círculo de agravios que la rodea desde sus primeros años.

«Si no hubiera vivido esto de niña, quizá hubiera puesto freno a las situaciones por las que he atravesado con mis parejas», dice M. P. L. «Ahora con mis hijas intento que sea de otro modo. Les advierto que no normalicen que una persona les falte el respeto al hablarles». A tenor de lo vivido, cree que todas estas agresiones empiezan con palabras hasta erosionar el plano mental.

«Para cortar los comportamientos machistas, tanto de dominio como de sumisión, las víctimas requieren contar con un modelo básico de relaciones sociales sin violencia, comprometerse explícitamente a rechazar esas actitudes y desarrollar habilidades para resolver conflictos en paz», sostiene María José Díaz-Aguado, investigadora de la Universidad Complutense. Otro factor crucial es poder hablar con la madre de ese pasado.

En las terapias afloran las heridas invisibles de quienes han sufrido la violencia de género en su condición de hijos de las víctimas. Nunca cicatrizan. «No quiero parecerme a mi padre» suele ser la frase que más repiten, asegura Mayte Pérez-Caballero Molina, una de las psicopedagogas de la Asociación Deméter, donde unos 120 menores al año acuden a sesiones semanales. A veces, los hijos que llegan a recibir tratamiento lo hacen a costa de la vida de sus madres.



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