«Tenemos que repensar la vejez y la vida tras la jubilación, que dura de veinte a treinta años».

«Tenemos que repensar la vejez y la vida tras la jubilación, que dura de veinte a treinta años».

El doctor en Psicología ha impartido esta semana una charla sobre los desafíos de la nueva longevidad dentro del marco de ponencias del Aula DV.

Macarena Tejada

2024. El Diario Vasco

Enlace página oficial

La generación del ‘baby-boom’ llega a la vejez y empieza a jubilarse. Son unas 180.000 personas en Gipuzkoa y hasta 600.000 en el conjunto de Euskadi. ¿Qué supone esto? ¿Está el sistema actual preparado para dar respuesta a los desafíos de la ya conocida como nueva longevidad? Sobre la vejez y la necesidad de «repensar» esta etapa vital va a reflexionar esta tarde (19.00 horas en el palacio Miramar de Donostia) el experto en gerontología y doctor en Psicología, Javier Yanguas. «La vejez dura de veinte a treinta años», insiste el también director científico del Programa de Mayores de Fundación la Caixa y director de proyectos de Aubixa Fundazioa. La entrada es gratuita con inscripción previa, que se puede realizar en el teléfono 943 21 95 11.

– La generación del ‘baby-boom’ ya empieza a jubilarse. ¿Está el sistema actual preparado para dar respuesta a las necesidades de estas personas?

– Esa es la cuestión y lo que vamos a debatir en el Aula DV. En Euskadi son casi 600.000 las personas que nacieron entre 1957 y 1973 y en Gipuzkoa, alrededor de 180.000. Son muchos y, sobre todo, son muy distintos a sus padres. Van a vivir mucho más tiempo, son las generaciones más formadas en la vejez, llegan con menos hijos y más hogares unipersonales. Van a vivir mucho más en pareja y, a veces, van a tener que cuidarse los unos a los otros. Yla manera que tenemos que entender la vejez está más pensada para sus padres y no para estas generaciones que son completamente diferentes. No estamos preparados o, al menos, nos tendríamos que preparar más. Deberíamos repensar la vejez y cómo la entendemos, porque en realidad son muchas personas diferentes en etapas también distintas. Hay que tener en cuenta que esta etapa puede durar entre veinte y treinta años.

– Estas personas constituyen un perfil diferente al que se daba hasta ahora. ¿Qué desafíos trae esta nueva realidad?

– Hay varias cuestiones fundamentales a las que hay que darles una vuelta. La primera tiene que ver con la familia y los cambios relevantes que está viviendo. Se ponen límites al cuidado y a la implicación de la familia en esto. Es decir, hay un mayor equilibrio entre mi proyecto personal y el cuidado de mi familia. Además, las generaciones que vienen no quieren ser cuidadas como las anteriores. Quieren que sus hijos estén presentes en el cuidado, pero quizá no que les cambien el pañal o les duchen. Esto es relevante.

– Además, en una sociedad con la natalidad a la baja cada vez va a haber más mayores sin hijos.

– Sí, o que vivan fuera. Todos estamos a favor de los cuidados comunitarios, pero ¿quién va a cuidar a estas generaciones que no tienen hijos?. En 1973 nacían en Gipuzkoa unos 12.000 niños al año y ahora, poco más de 2.000. Vienen cambios gordos y trascendentales.

– …

– La manera de entender la salud y la relación de las personas con esta. Antes una persona de 80 años podía ponerse como objetivo vital seguir siendo saludable. Ahora, en cambio, buscan algo más. Tienen claro que la salud es una condición necesaria para vivir una vida buena pero que no es suficiente. No se conforman con tener salud. Quieren una vida satisfactoria y con sentido, tener proyectos. Algunos reclaman desarrollo personal o seguir creciendo. Ese es otro de los grandes cambios que viene, así como el binomio relaciones-soledad. Consideran esenciales las relaciones más allá de las familias y les asusta la soledad. Además, hay que repensar la vida en la vejez tras la jubilación. Esta sociedad tiene retos.

– ¿Cuánto tiempo va a hacer falta para adaptar la respuesta a estas necesidades de las que habla?

– No tengo ni idea, depende de la fuerza que le pongamos y el dinero que le destinemos. Pero veo que se le hace poco caso a esto. O que es muy tímido el caso que se le hace. Creemos que lo mejor para la vejez es hacer actividad, lo conocido como el envejecimiento activo, pero las generaciones que vienen son diferentes. Son mucho más reivindicativas, especialmente las mujeres. Aún falta mucho que hacer en términos de cuidados, pero son mucho más independientes y autónomas que sus madres.

– ¿Se necesitan más espacios públicos para que estos mayores desarrollen su día a día?

– Claro.Se necesitan proyectos y repensar la jubilación y los cuidados. En esta vejez que se extiende en el tiempo hay que dar una vuelta a muchas cosas. Estamos en una situación muy compleja y tenemos que pensar esto en términos de futuro. Se están haciendo muchas cosas, y en Gipuzkoa también, pero tenemos que ir un poco más allá.

– ¿Aunque cada vez se vive más y con una mejor calidad, los jóvenes tienden a ver la vejez como una enfermedad?

– Algunas personas sí. Tenemos dificultades para reconocer que lo que caracteriza a la vejez es la heterogeneidad. Probablemente es el momento del ciclo vital donde hay gente más diversa. Una persona de 65 o 70 años para nada es una persona mayor, más se parece a una extensión de la adultez. En general están muy bien y tienen un cierto poder adquisitivo. Conforme avanza la vida viene la fragilidad como síndrome y la convivencia con enfermedades crónicas, y cierta discapacidad que limita la vida, aunque no la impide. Hay que aprender a vivir con esa fragilidad. En muchos casos también viene la dependencia, la necesidad de ayuda. Necesitamos darnos cuenta que son momentos vitales distintos y hay que darles respuestas diferenciadas. Nos cuesta asumir esa complejidad y lo miramos como si fuera solo un colectivo homogéneo, cuando hay muchas diferencias de salud, económicas… Todo esto hay que tenerlo en cuenta.

– La realidad es que con la edad llegan los problemas de salud. Se calcula que en Euskadi la dificultad real para los cuidados llegará en 2030, cuando la generación del ‘baby-boom’ sea dependiente. ¿Hay riesgo de que el sistema sanitario colapse?

– La palabra colapsar me suena muy fuerte. El Gobierno Vasco está en ello. Desde luego este sistema se tiene que adaptar. Y ahí hay otro reto enorme. No soy especialista en el sistema sanitario, pero es evidente que se tiene que adaptar, y también el sistema de servicios sociales. Tenemos muchos retos por delante, pero lo que me parece también es que faltan espacios donde debatir estos retos, que son como a largo plazo. Cuando se habla de acuerdos de país no se habla de esto, y me parece que también debería tratarse este tema. Porque si no jugaremos al ‘sálvese quien pueda’. Yno solo eso. Necesitamos hablar de todo esto desde las diferentes perspectivas, como la mirada de los jóvenes, no solo de los mayores.