04 Jul Teleasistencia domiciliaria 4.0, más allá de una llamada cada 15 días.
Esta semana se aprueba el nuevo modelo de atención a los dependientes.
Celeste López
El nuevo acuerdo de calidad de los servicios de atención a la dependencia que esta semana debatirán el Ministerio de Servicios Sociales y las comunidades autónomas propone un cambio radical en la atención a los mayores y personas con alguna discapacidad, no solo en lo relativo a las residencias, sino también en la atención en sus domicilios. Porque, como explican los expertos, la mayoría de los mayores quiere permanecer el máximo de tiempo posible en sus hogares, rodeados de sus recuerdos, sus vecinos, su gente y donde es más fácil mantener las redes sociales. “Las residencias deben ser el último recurso”, indican.
Pero los servicios de atención domiciliaria, como la teleasistencia, la ayuda a domicilio o los centros de día, deben cambiar de manera clara, bajo la premisa de la personalización. “La teleasistencia debe dejar de ser reactiva, como hasta ahora, y ser activa”, señalan expertos que han colaborado en la elaboración del acuerdo de acreditación y calidad de centros y servicios de salud.
¿Más activos? En este momento, la teleasistencia se centra fundamentalmente en atender a aquel usuario que precisa ayuda inmediata (pulsando el botón SOS), algo que todos valoran por la tranquilidad que proporciona. Y semanal o cada quince días, reciben una llamada para saber qué tal están.
“La residencia es el último recurso; la gran mayoría quiere estar en su casa, eso sí, atendido”
Pero desde la teleasistencia se puede hacer mucho más, personalizando la atención en función de las circunstancias y la situación del usuario. “Si uno de la pareja se ha roto una cadera, es necesario llamar más veces para saber qué tal está el enfermo y qué tal el cuidador. Lo mismo decimos de si ha perdido a su perro o a su gato, en muchos casos, su mayor sostén. Las llamadas tienen que tener un sentido, no un mero trámite. Hay que personalizar el servicio y favorecer la participación”, explican desde Servicios Sociales.
Además, gracias a nuevas tecnologías, se apuesta por extender la teleasistencia avanzada, con sensores en las distintas estancias del hogar que dibujan patrones rutinarios de conductas que quedan grabados en el sistema. Cualquier cambio en esa rutina daría un aviso de que “algo no está normal”, lo que generaría una llamada y una mayor atención. “No nos damos cuenta, pero todos tenemos una rutina y cuando esta se rompe puede ser que haya algún problema detrás”, señalan las citadas fuentes.
Esa atención personalizada se quiere imponer también en el servicio de ayuda a domicilio. Pero para ello es preciso que las personas que trabajan en este servicio abandonen la temporalidad en la que se encuentran sumidas. Las personas que más están con un mayor son las que mejor saben cómo está, si está pasando una mala racha, si tiene algún problema…y además a ellos les da tranquilidad y seguridad. Por ello proponemos un modelo basado en la cercanía, que los servicios a domicilio se organicen en equipos, que trabajen en las mismas zonas, en los mismos barrios, en los mismos pueblos. De esta manera, los mayores verán las mismas caras siempre. Y eso, no tiene precio”, explican expertos que han trabajado en la redacción de este acuerdo.
“Un mayor no debe merendar a las cinco de la tarde yogur de limón cuando odia merendar y el yogur”
La misma filosofía se aplicará, en el caso de que se apruebe el citado documento, en los centros de día, que quieren dejar de ser esos lugares donde “aparcar” a los mayores y personas con alguna discapacidad durante una buena parte de la jornada para descanso del cuidador familiar o para que éste pueda trabajar. “Muchos mayores, por ejemplo, tienen que hacer manualidades, cuando siempre las han odiado, o merendar a las cinco de la tarde un yogur de limón, cuando nunca han merendado o nunca les ha gustado el yogur…No puede ser así, no puede ser que cuando uno sea mayor pierda su personalidad, su dignidad”, señalan los asesores de Servicios Sociales.