Solo 150.000 mayores de 65 años compatibilizan pensión y trabajo en España.

Solo 150.000 mayores de 65 años compatibilizan pensión y trabajo en España.

Este dato es muy inferior al de otros países europeos.

Laura Moro

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Unos 150.000 mayores de 65 años que ya están jubiladas en España compatibilizan pensión y trabajo, un dato mucho muy inferior al de otros países europeos, según explica el director general adjunto de Mutualidad de la Abogacía, Fernando Ariza a Servimedia.

Ariza ha pedido reforzar e incentivar esta compatibilización para que la cifra aumente y así combatir la economía sumergida a esa edad. El experto explicó que España es uno de los países europeos con menos personas mayores de 65 años que siguen trabajando, algo que se contrapone con el aumento de la esperanza de vida de los últimos años.

En Derecho a la no jubilación, Ariza señala que, de media, “los españoles vivimos hasta los 76 años con una calidad de vida que podemos denominar perfecta en cuanto a salud”, por lo que si alguien deja de estar activo con 65 económicamente hablando, “la sociedad pierde talento y capacidad de aportar”.

Además, el experto defendió que “cualquiera que tenga algo de ahorros cada vez le da para menos, ya que vivimos más años”. El autor explica en este libro sobre economía sumergida en mayores de 65 años que  “el envejecimiento es un proceso diferente para cada persona, y poner una ‘fecha de caducidad’ laboral única es una simplificación que no se corresponde con la realidad”.

Alemania, un ejemplo a seguir

Ariza cree que el modelo a seguir debe ser el alemán, aunque «con matices». Allí, los mayores de 65 años compatibilizan su pensión con unas horas de ‘minijob’, pero “no en sentido negativo como a lo mejor entendemos aquí, sino como un trabajo de pocas horas que les ayuda a mantenerse activos, hacer algo que les gusta y conseguir ingresos extra”.

El experto explica en su libro que “encontrar jubilados con ‘minijobs’, que les aportan un dinero extra y un alivio para sus pensiones de pobreza, empieza a ser cada vez más habitual. Trabajar y comerciar con productos de una pequeña huerta, gestiones diversas, relaciones con bancos o arreglar electrodomésticos en los hogares son algunos exponentes de estas nuevas formas de trabajo, si bien por contra se encuentran muy cerca de la economía sumergida, una de las grandes losas no solo para el sistema de pensiones sino para toda la economía española en su conjunto”.

Pero los cambios no deben de ser solo normativos, «sino que hay que mirar también a las empresas«, y animarlas a que favorezcan que una vez cumplidos los 65 años, las personas que quieran seguir trabajando lo puedan hacer, aunque sea durante unas horas «con más flexibilidad», y aportando su experiencia.

La educación financiera

El Indicador de Calidad de Vida Digna y Sostenible en la Vejez, publicado por la Escuela de Pensamiento de la Fundación Mutualidad de la Abogacía, sitúa a España en el sexto puesto entre los países de la Unión Europea con menos índice de pobreza relativa durante la jubilación: Esta, a priori, buena noticia no lo es tanto si comprobamos que la mayor parte de la riqueza de las personas mayores en España se acumula en inmuebles mientras que sus ingresos, medidos por la pensión de jubilación, son de tan solo unos 1.200 euros al mes de media«, explica Ariza a Servimedia.

El experto es partidario de incentivar la educación financiera entre los mayores, y adoptar medidas que garanticen la sostenibilidad del sistema público de pensiones, y para ello ve necesario que se adopten medidas que ayuden a luchar contra la economía sumergida.

Garantizar la dignidad en la vejez se antoja vital para tal fin, por lo que reivindicar el derecho a la no jubilación parece cuanto menos una prioridad no solo económica sino también social y afectiva, entendiendo por ‘no jubilación’ toda aquella actividad que pueda contribuir a un envejecimiento activo, saludable e inclusivo, si bien debemos entre todos facilitar que las personas mayores que quieran trabajar más allá de la edad de jubilación no estén dentro de la economía sumergida”, comenta Ariza en su libro.



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