Siete de cada diez ancianos reniegan de los centros de día

Siete de cada diez ancianos reniegan de los centros de día

El 45% de los abuelos consideran, según un estudio, que sus hijos abusan de ellos cuando les piden ayuda para cuidar de los nietos

DANIEL ROLDÁN | MADRID

Los centros de día se han quedado obsoletos para muchas personas mayores. Quieren que estos lugares, desperdigados por todas las ciudades del país, sean algo más que un local donde se puede jugar a las cartas, leer la prensa y charlar de todo y de nada. Desean algo más y así lo expresa el 75% de los encuestados por la Fundación Pilares para el estudio ‘Las personas mayores que vienen’.

En este estudio se preguntó a personas entre los 50 y los 69 años sobre cómo ven sus próximos años de vida. Y tres de cada cuatro reniegan de estos lugares porque no encuentran nada que les llame la atención para acudir. «Quieren estar con gente no solo de su edad, sino también de otras. Los centros de día deben ser intergeneracionales, abrirse a la sociedad en la que viven», afirmó presidenta de la fundación y vicepresidenta de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. En concreto, el estudio destaca que casi cuatro de cada diez (el 39%) de las personas entre 50 y 59 años no tienen ningún interés en asistir a estos centros cuando tengan la edad de acceso -60 años-. El 45% de las personas entre esta edad y los 69 no quieren saber nada. Ambos colectivos proponen que se baje la edad para el acceso y modernizar su uso.

Los mayores ven que todavía son útiles en la sociedad. Sobre todo por la ampliación de la llamada etapa transitoria, es decir, el espacio de tiempo que hay entre el final de la vida laboral y la muerte. Poco a poco, ese tiempo aumenta debido a que se amplía la esperanza de vida, que en los hombres roza los 80 años y en las mujeres supera los 82 años. Por eso, los mayores no quieren parar quietos y más de la mitad de ellos (el 52,3%) pertenece o colabora en alguna organización. De esta mitad altruista, la gran mayoría se decanta por el voluntariado con fines sociales en organizaciones como Cáritas o Cruz Roja (21,9%), seguido de grupos culturales o de ocio (17,5%) y asociaciones de vecinos (14%). En los puestos de cola se encuentran las asociaciones de personas mayores (7,1%) -otra demostración de la necesidad de estar con gente de otras edades- y los partidos políticos (4,2%). «Esto último no es nada especial. Es una cifra similar a la de otros grupos edad», apunta Gregorio Rodríguez, catedrático de Sociología y experto en Políticas Sociales Europeas.

Más activos

Esta necesidad de hacer cosas se aprecia en el cambio de perfil de los mayores. Cada vez es más alto el nivel de estudios, se incrementa el uso de las nuevas tecnologías y los ingresos son cada vez mayores, con lo que las expectativas de autonomía, calidad de vida y participación aumentan potencialmente. Por estos motivos, la jubilación se percibe de manera distinta según la relación con la actividad laboral. Para seis de cada diez ocupados, poner fin al trabajo significa dedicar un tiempo a las cosas que se quieren. Esta visión positiva, en cambio, es mucho menos frecuente entre aquellos que se encuentran en situación de desempleo (34%), aunque la mayoría de ambos grupos coinciden en que podrían trabajar más allá de los 65 años. Como curiosidad, este apoyo baja cuando se les pregunta si trabajarían más tiempo en su actual puesto de trabajo. El estudio refleja, según la fundación, que los mayores desean poder compaginar la pensión que reciben con un trabajo esporádico.

La posibilidad de hacer tantas cosas implica también que cuatro de cada diez se ocupen de sus familiares: un 19,8% atiende a enfermos o dependientes, un 17,5% ayuda a sus hijos con los nietos y un 3,5% se ocupa de ambos. «En la mayoría de los casos, son parados y mujeres los que los atienden», añade el profesor Rodríguez. No obstante, también son críticos con sus descendientes. El 45,5% considera que abusan del cariño de los abuelos para cargarlos con el cuidado diario de los más pequeños. Porque además, cuatro de cada diez no solo tienen que atender a sus nietos, sino también ayudar a sus hijos azotados por la crisis. Un 24% se ha visto en la obligación de apoyarles económicamente, sobre todo a hijos mayores de 25 años, mientras que un 16,9% vive con sus descendientes porque no pueden mantener casa propia.

www.laverdad.es/murcia/v/20130925/sociedad-murcia/siete-cada-diez-ancianos-20130925.html



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