Ser socialmente activo en la vejez reduce el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, según un experto

Ser socialmente activo en la vejez reduce el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, según un experto

Sociabilizar ayuda a mejorar las habilidades cognitivas de los mayores y consigue, por tanto, que sean más autónomos y mantengan al máximo su independencia.

EUROPA PRESS – MADRID

Las relaciones sociales favorecen en cualquier etapa de la vida, pero especialmente durante la vejez, ya que las personas mayores que son socialmente activas reducen el riesgo de presentar un deterioro cognitivo asociado a la edad y se protegen, «en cierta medida», frente al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, según el jefe de Gestión Asistencial de Sanitas Mayores, David Curto.

En concreto, la socialización en las personas mayores tiene efectos favorables en determinadas patologías, como el dolor articular; en el control de enfermedades crónicas, como la hipertensión arterial o la diabetes; así como en la prevención de patologías de la esfera psicosocial, como la depresión y la ansiedad, según datos del informe ‘La participación social de las personas mayores’, publicado por el IMSERSO. Además, el estudio añade que sociabilizar ayuda a mejorar las habilidades cognitivas de los mayores y consigue, por tanto, que sean más autónomos y mantengan al máximo su independencia.

En este sentido, «las relaciones sociales son una fuente de bienestar, ya que aportan sentimientos de pertenencia al grupo, favoreciendo el disfrute del tiempo libre con otros colectivos, aumentan el sentimiento de seguridad, promoviendo el aprendizaje y facilitando el mantenimiento de la autonomía», ha destacado la psicóloga de Sanitas Residencial Alameda, Laura Llaguno.

Sin embargo, los mayores pueden llegar a sentirse solos, fruto de la pérdida de un ser querido, la pérdida progresiva funcional, procesos de enfermedades y dependencia, la pérdida del rol profesional (especialmente a la hora de la jubilación) y sentimientos de inutilidad y de muerte inevitable. Debido a esta soledad, se provoca falta en el autocuidado personal y el autoestima, mayor dependencia a todos los niveles y, en muchas ocasiones, «provoca una falta de interés por invertir la situación, es decir, la persona pierde la motivación por cambiar su situación actual», ha añadido la psicóloga Llaguno.

Con todo, la soledad puede provocar una sintomatología depresiva, pérdida de habilidades sociales, falta de confianza en las relaciones, hostilidad, tendencia a rechazar a los demás y una visión negativa de sí mismo y de los otros, además de, malnutrición, ansiedad, insomnio y sedentarismo, entre otros, lo que puede aumentar el riesgo de mortalidad, según la especialista.

Por ello, los expertos han recomendado a las personas mayores tener una buena vida social a través de la motivación, pues mantener las relaciones sociales requiere de un esfuerzo importante por parte de la persona interesada.

«Es importante participar en actividades que supongan no solo relacionarse con grupos afines sino también con otro tipo de colectivos, por ejemplo, actividades de tipo intergeneracional. Si estas condiciones se mantienen, les ayudará a tener un equilibrio a nivel físico, emocional y social», ha concluido Llaguno.

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