20 Ago ¿Se puede encontrar el amor y el sexo a los 100 años? La aleccionadora historia de John (100) y Phyllis (102)
El caso de estos dos ancianos que se acaban de casar nos debería hacer replantearnos muchas cosas, dicen los especialistas. Entre ellas, los prejuicios sociales con quien no es joven.
RAQUEL PIÑEIRO
John y Phyllis Cook, una pareja de ancianos de 102 y 100 años, se han casado. Ambos viudos, se conocieron en la residencia Kingston de Ohio en la que viven y sus avanzadas edades no han sido un obstáculo para dar el paso, saludado desde la página de Facebook de la residencia con mensaje irrefutable: “Nunca es tarde para encontrar el amor”.
Tras un año de relación, Phyllis, cristiana muy devota, quiso casarse para formalizar la situación. La pareja acudió al juzgado a solicitar el acta matrimonial y allí les comunicaron que podían casarles de forma inmediata. “No era lo que teníamos planeado, pero estábamos allí y dijeron que podían casarnos allí mismo. Así que dije: ‘Bien, vamos a por ello”, declaró John a la cadena de Ohio WNWO.
“Para serte sincera, nos enamoramos uno del otro”, declaró Phyllis, que cumplirá 103 años en agosto. Y repitió: “Sé que parece que pueda ser exagerado para alguien de nuestra edad, pero nos enamoramos el uno del otro”. Si, en efecto, como dice Phyllis, a muchos les parece exagerado y si se piensa que lo que hay en esa pareja es una mezcla de necesidad mutua (aunque ambos mantienen sus viviendas individuales dentro de la residencia) es porque todavía muchos identifican el amor con el sentimiento de los quince o los 20 años.
“Nos venden el flechazo, el amor a primera vista, esa idea de perder la cabeza por el otro. Pero existen otras formas de amor”, nos explica la psicóloga y terapeuta sexual Patricia J. Díaz. “El amor, como dice la frase, no tiene edad. Lo que cambia es la manera. Igual no es ese enamoramiento de perder la razón, tan hormonal, en el que entran en juego la serotonina y la adrenalina, que nos llevan a hervir de pasión e incluso de obsesión. Con los años cambia lo que le pides a una pareja, buscas estabilidad, un apoyo, alguien con cuya compañía estés a gusto, cosas que a los 15 años no pides. Y no por ello es menos amor”, añade la especialista.
A menudo, cuando encontramos parejas que encuentran el amor en la tercera edad, se trata el tema en medios y en corrillos de amigos en tono de bufa, como si el enamoramiento de dos personas mayores o ya instaladas en la vejez fuese más un chiste que una realidad tangible. Así ocurrió cuando se supo que Mario Vargas Llosa (de entonces 79 años) e Isabel Preysler (de 64) eran pareja. Incluso un medio sobre economía empleó una imagen de ambos para ilustrar la noticia de que las farmacéuticas Pfizer (Viagra) y Allergan (Botox) estaban estudiando fusionarse.
Algo similar ocurrió cuando María Teresa Campos (73 años en aquel momento) inició una relación con Edmundo, el popular cómico de antaño Bigote Arrocet (de 64 años). La periodista comentaba con sorna a la pregunta de si su relación era platónica: “Existe la falsa creencia de que a partir de los 65 años no hay vida sexual. Te sorprenderías de saber lo bien conservada que está esa cosa, que creemos que cuando nos hacemos mayores ya es un desecho. Pues de eso nada”.
“El sexo es una dimensión que nos acompaña toda nuestra vida, desde que nacemos hasta que morimos”, explica la sexóloga Patricia J. Díaz Díaz. “Lo que ocurre es que a nivel social no hay modelos de relaciones sexuales a la tercera edad. No se insinúan en publicidad, no aparece en la ficción… Todo el sexo que vemos es de gente joven. Parece que desapareciera con los años, y en absoluto”.
La especialista ve en estos prejuicios cierta influencia de la moral judeocristiana, que reducía la sexualidad a la reproducción. “Parece que la sexualidad puramente coital y dedicada a concebir es la única válida”, explica. Y añade: “Darnos placer, el gozo, y sobre todo comunicarnos, que es para lo que sirve el sexo, para comunicar afecto, cariño y deseo, no desaparece jamás, a no ser que haya un envejecimiento patológico en el que no se pierde la sexualidad, pero sí la capacidad de comunicarnos”.
A este respecto resulta muy ilustrativa la respuesta de John Cook a la pregunta de qué es la cosa que más le gusta hacer con su nueva esposa: “Creo que no debería hablar sobre ello”.