23 Ago Residencias de mayores: centros más humanos, dignos y con más profesionales.
El modelo fue aprobado hace un año por las comunidades.
Celeste López
Hace trece meses, el Ministerio de Derechos Sociales y las comunidades autónomas rubricaron un nuevo modelo de residencias para mayores y personas dependientes. La noticia pasó ligeramente desapercibida como suele ocurrir con los temas sociales, siempre a la cola de los dimes y diretes políticos, pese a que el cambio que quedó plasmado en ese acuerdo (el de Acreditación y Calidad de Centros y Servicios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia, que actualizaba el del 2008) supone dar un trato digno, con todo lo que esa palabra incluye, a las personas que viven en residencias.
Ese acuerdo intenta acabar con los centros masificados, sin privacidad, en los que las personas pierden su identidad y son tratados como niños. El nuevo modelo que aprobaron las comunidades (con los votos a favor solo de diez, y nueve en contra, entre ellas Catalunya y País Vasco por motivos competenciales) se centra ante todo y sobre todo en las personas y en sus derechos, que se mantienen durante toda la vida, y en convertir esos lugares en un verdadero hogar.
El nuevo modelo residencial pone fin a los macrocentros, en los que los residentes pierden su identidad
El texto incluye una serie de medidas entre las que destacan la limitación a 75, 90 o 120 plazas dependiendo de la ubicación del centro (nuevas residencias). Estos límites no se aplicarán a las que ya están construidas. La vida en los nuevos centros residenciales se organizará en pequeñas unidades de convivencia, con un máximo de 15 personas. Estas tendrán sala de estar, comedor y un espacio para la preparación de comidas y dispondrán de forma gratuita de conexión y dispositivos para el acceso a internet, tanto en espacios comunes como en los privados. Vamos, como apartamentos dentro de las residencias.
Las residencias ya construidas tendrán un plazo para reconvertir los centros hasta el 31 de diciembre del 2029, algo que fue duramente criticado por la patronal de los centros privados.
Está demostrado que el espacio físico y los ambientes tienen gran influencia en el bienestar y la salud de quienes los habitan, y por eso las personas que conforman cada unidad de convivencia participarán en la personalización y la decoración de sus espacios y la disposición de los muebles.
El respeto a la intimidad pasa por tener un espacio para cada residente. El acuerdo establece un 65% de habitaciones de uso individual en las plazas públicas de los centros de nueva construcción y, además, todas las habitaciones tendrán acceso a baño adaptado. Las familias y el residente participarán en la decoración de la habitación.
Según Servicios Sociales, las sujeciones físicas, químicas o farmacológicas no son terapéuticas ni éticas
Además, se establece que en el plazo de dos años, deberán estar implementados completamente los planes de atención libre de sujeciones y coerciones en los centros de día y residenciales. Según Servicios Sociales, las sujeciones físicas, mecánicas, químicas o farmacológicas no curan, no ayudan a un diagnóstico, no son terapéuticas ni un modelo de intervención ético, restan capacidad a las personas y son causa de graves complicaciones tanto a nivel físico (laceraciones, desgarros, estrangulamientos, dolor, hematomas, aumento del riesgo de úlceras por presión, atrofia, etcétera) como psicológico (aislamiento social, pérdida de la dignidad, humillación, indefensión, aumento del deterioro cognitivo, depresión y delirium).
Para acabar con las sujeciones y dar un trato digno a los residentes, hay que ampliar el número de profesionales, actualmente infradotado. El ministerio y las comunidades acordaron una mejora de las ratios de trabajadores por persona con discapacidad: en términos generales, en los centros residenciales de atención directa conjunta se incrementará paulatinamente de 0,39 en diciembre del 2023 a 0,51 en diciembre del 2029 en personas mayores, y de 0,50 a 0,58 en personas con discapacidad.