«Que le pase algo a mi madre»: el mayor miedo de los niños que viven situaciones de violencia de género.

«Que le pase algo a mi madre»: el mayor miedo de los niños que viven situaciones de violencia de género.

Los menores afectados por situaciones de violencia de género manifiestan la vulneración de sus derechos en casi la totalidad de dimensiones analizadas por Cruz Roja.

Carlota Fominaya

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«Tengo miedo de que mamá se tire por un puente grande y se muera», «tengo miedo a que mi mascota salga por la ventana». «No quiero que mi madre tenga bajones», «me da miedo perderme en la calle»… El miedo permanente, generalizado, una sensación de alerta constante a que algo pase, que no es natural en un menor, ha sido la tónica general de lo escuchado a niños y adolescentes que han sufrido violencia de género en su condición de hijos en los talleres organizados por Cruz Roja con su proyecto estatal ‘Alzando la voz’Autoexpresión y empoderamiento de hijos e hijas víctimas de violencia de género. Esta es, recuerdan desde la entidad, una forma más de maltrato infantil, y las hijas y los hijos de las mujeres que sufren violencia de género son víctimas de la misma, sea ésta psicológica, física o sexual.

En un 89% de los casos, los menores fueron testigos de la violencia ejercida sobre sus madres; en un 52% de los casos, también sufrieron maltrato directo. Además, los niños y niñas sufren una violencia institucional que les revictimiza cuando no se consideran sus necesidades como personas menores de edad.

La sensación de Mayte Gutierrez, coordinadora de ‘Alzando la voz’, es que estos menores «tienen muchas ganas de contar, de que se les escuche, de que se sepa… Aunque directamente no te lo digan. Una vez que les das pie, y consigues generar ese entorno lúdico, de confianza, hemos comprobado que sienten necesidad de comunicarse, de participar». Y, aunque la actividad no tenía un objetivo terapéutico, «ni buscaba sanar, porque simplemente queríamos generar espacios de encuentro, participación y convivencia, el hecho de permitirles expresarse efectivamente tiene resonancias terapéuticas». De hecho, y a pesar de la gran diferencia de edad de los participantes de estos talleres (había niños desde los 6 años hasta los 21), prosigue Gutiérrez, «nos ha sorprendido ver la facilidad con la que los grupos se relacionaban intergeneracionalmente. Lo bien que cuidaban los niños mayores a los pequeños, cómo se procuraba que todos participaran, se adaptaban entre ellos en la actividad… Ese espíritu de grupo, quizás por haber vivido situaciones muy parecidas, llamaba muchísimo la atención».

Este planteamiento se origina desde la necesidad de seguir poniendo en la agenda política esta realidad social, para que las propuestas legislativas e institucionales que están emergiendo consideren la opinión y punto de vista de los propios niños, niñas y adolescentes. Ellos son, advierte esta experta, «los verdaderos agentes sociales para mejorar la respuesta institucional que se les ofrece desde las Administraciones Públicas y Entidades Sociales». Después de escuchar sus propios discursos, añade Mayte Gutiérrez, coordinadora del proyecto, «ya que han hablado en primera persona, se deben poner en marcha la agenda social de esta realidad hasta consolidar propuestas legislativas e institucionales que protejan sus derechos vulnerados».

El estudio exploratorio se ha desarrollado en 5 provincias (Alicante, Albacete, Barcelona, Granada y Madrid) y ha contado con la participación de más de 70 niños de entre 6 y 21 años donde se ha tratado de identificar las posibles situaciones problemáticas, barreras y sus deseos de futuro o su capacidad para superar obstáculos. Estos son los principales:

Miedos

El mayor miedo que han verbalizado sentir está relacionado con la salud integral y los servicios médicos (35,5’%), con un temor e incertidumbre constante, y la presencia de presentimientos negativos que expresan en frases tan evidentes como «que no le pase nada a mi madre / que le pase algo a mi madre», o el hecho de tener «miedo constante a que algo pase», también con preocupación por su familia (hermanos, hermanas, abuelos y abuelas). La idea de la muerte y la pérdida de sus madres, familiares o amistades aparecen de forma reiterada entre sus inquietudes y temores.

Otros miedos comentados por ellos están relacionados con su alimentación o nivel de vida (10.5%), el hecho de no poder crecer en una familia con entorno seguro y confiable (9.50%), a la socialización (12%) o a la falta de libertad de expresión y buen trato (12%).

Tristezas

Precisamente en este último punto, la libertad de expresión y buen trato, se centran las mayores aflicciones (17.54%), evocando sentimientos de dolor concernientes a las relaciones conflictivas y sentimientos de frustración, aunque es revelador que la población infantil señala su necesidad de expresarlas, especialmente en casa. Estos signos de tristeza también destacan en los espacios que comparten con otras niñas y niños en Cruz Roja, que se asocian a un lugar seguro donde pueden expresarse con confianza.

El estudio revela que aquellos enunciados relacionados con el derecho a crecer en una familia, entorno seguro y confiable (15,79%) generan profundos sentimientos de tristeza en las niñas y niños, principalmente mencionando la vivencia de muy diversas situaciones de violencia que les afectan directamente a ellos/as, a sus madres y a sus hermanos, así como la asunción de roles de cuidado que no desean. Finalmente, la educación y aprendizaje (10,53%) y la salud integral y servicios médicos (10,53%), sobre todo en los casos en los que encuentran alguna dificultad en su desarrollo académico.

Es la primera vez que tienen un espacio donde alguien les pregunta qué les pregunta tristeza. Normalmente se trata de minimizar este tipo de sensaciones, la familia y el entorno van más hacia la alegría, pero la tristeza está ahí y esa necesidad de expresarla es algo que todos han manifestado. «Esta es una cuestión que hemos visto independiente de la edad, todos coinciden en la expresión emocional», apunta la coordinadora de ‘Alzando la voz’.

Sueños

Los principales sueños y esperanzas de los niños y niñas participantes se relacionan principalmente con el deseo de una mejor educación y aprendizaje (26.65%): proyectan, especialmente, su anhelo con su desarrollo profesional y su desempeño en diferentes profesiones.

Con la misma intensidad, en alimentación y mejor nivel de vida (26,17%) expresan la mejora del bienestar material o económico. En las descripciones que realizan los menores, se ha visto como dan cuenta de sus contextos de vida expresando sus carencias y necesidades, y muy especialmente su deseo de disponer de una mejor vivienda-hogar para sus madres y para ellos.

También podemos apreciar que una de las dimensiones menos mencionadas entre sus sueños es crecer en una familia, entorno seguro y confiable (7,01%), los discursos de los niños sobre su aspiración de la mejora de las condiciones de su familia y el deseo de una mayor felicidad se encuentran presentes, pero no en el eje de los sueños, sino en las tristezas; dicho de otra forma, niñas y niños narran sus situaciones presentes, pero en menor medida en su proyección de futuro. No es de extrañar su alusión al deseo de tener «muchos poderes», «super poderes» o «ser invisibles» tan presentes en sus sueños, como una vía para superar, controlar o enfrentar los miedos presentes que sienten.

Alegrías

Las actividades y espacios relacionados con la socialización son de los principales motivos de gozo (25,76%), con elementos respectivos a su capacidad de interrelación y el disfrute de diferentes actividades de ocio, siendo los temas mencionados como los que generan más felicidad en las niñas, niños y adolescentes participantes.

Con un peso algo menor aparece la alimentación y mejor nivel de vida (18,78%), sobre todo en lo que respecta al acceso a la tecnología. Por el contrario, la educación y aprendizaje (6,11%) y la aplicación de los derechos (6,11%), no son necesariamente una prioridad en sus expresiones entre los motivos de alegrías en la actualidad, aunque sí se proyectan en una ilusión de mejora en el futuro.