03 Jun Qué es el edadismo y por qué es probable que tengas la edad que tengas, hayas caído en la trampa.
En 2050 la mitad de la población tendrá más de 50 años.
2024. ABC
Carlota Fominaya
El edadismo o discriminación por edad está en todos lados, pero también en nosotros mismos. Esa es, al menos, la idea que transmite Vania De la Fuente, médico y antropóloga y, en la actualidad, una de las mayores expertas en envejecimiento saludable y edadismo.. Trabaja en el área de envejecimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y desde ahí apoya a países y regiones en el desarrollo de programas y políticas que promuevan un envejecimiento saludable.
Pero, ¿qué es el edadismo? Por definición, ha explicado esta doctora, durante la presentación del “Primer Estudio Nacional sobre la Vivienda a partir de los 55 años” impulsado por Leroy Merlin en colaboración con el Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM), «el término se refiere a nuestra forma de pensar, sentir y actuar hacia otras personas o hacia nosotros mismos en función de la edad». Y, por curioso que parezca, asegura De la Fuente, «lo podemos sufrir a lo largo de la vida, cuando somos mayores, pero también cuando somos jóvenes».
El edadismo, ha asegurado esta experta, «está presente en todas partes: en las instituciones, en el entorno judicial, en el laboral, el bancario, en los medios de comunicación… Y también en nuestras relaciones con otras personas cuando somos paternalistas, o no dejamos a una persona mayor (o joven) tomar decisiones por ellos mismos. Hay, incluso, una forma de edadismo, que es hablarle a las personas mayores como si fueran niños pequeños, como si estuvieran aprendiendo a hablar, que parte de la idea falsa de que las personas mayores, por tener una determinada edad, no te van a entender, como si tuvieran deterioro cognitivo».
En el edadismo el interlocutor, de forma inconsciente, ha explicado esta médico, «hace esa acomodación en el lenguaje como si estuvieran hablando con un niño pequeño, se utiliza un tono de voz más alto, frases muy simples…. Supuestamente se hace esa acomodación de manera inintencionada e inconsciente. Hay quien lo hace partiendo de una supuesta buena intención pero, en definitiva, es edadismo». También existe un edadismo, ha proseguido, que dirigimos hacia nosotros mismos: «Es el edadismo autoinfligido. Aquí, básicamente, lo que pasa es que como hemos estado expuestos a estos prejuicios a lo largo de la vida, cuando llegamos a una edad determinada, acabamos auto limitándonos en base a eso. Cumplimos el estereotipo nosotros mismos».
Se refiere la experta a un estereotipo muy perjudicial, que es que la vejez es un periodo de enfermedad. Esto puede hacer, explica, «que personas mayores por ejemplo no sigan una dieta saludable, o no tomen la medicación que les prescribe el médico o fumen, o hagan pocas cosas por su salud porque, total, piensan que no les va a servir para nada. Esto significa que han interiorizado el estereotipo de que la vejez es enfermedad».
En salud, ha añadido, «sabemos que la edad de una persona influye en si va a tener acceso o no a determinados tratamientos de soporte vital (como un respirador o ventilador mecánico, diferentes tipos de diálisis , por ejemplo) basado en la edad cronológica de la persona. Cuando sabemos que la edad no es completamente independiente pero no tiene una relación exacta con la edad biológica, sino una correlación moderada».
En este sentido una de las cosas que se podría señalar, ha sugerido De la Fuente, «es que se tiende a excluir a las personas mayores de ensayos clínicos, incluso sobre enfermedades que son más prevalentes en la vejez como, por ejemplo, lo relacionado con cardiología, neurologia… Esto se traduce en que básicamente sabemos muy poco de la seguridad y eficacia de estos tratamientos que luego en realidad consumen».
El edadismo en el sector sanitario fue muy claro en la época del Covid, ha rememorado, «donde a personas con determinada edad cronológica se les negó acceso a tratamientos y la unidad de cuidados intensivos. Esto fue muy problemático en la pandemia, porque además el virus tenía mayor probabilidad de ocasionar enfermedad muy grave en la población mayor, y precisamente los que tenían peor pronóstico tenían peor acceso a un tipo de recursos».
En lo laboral, ha denunciado estas doctora, hay edadismo a lo largo de todo el ciclo: desde que te reclutan y te contratan, hasta las opciones de promoción, formación y durante todos los procesos de jubilación forzada y despidos… En el trabajo nos afecta desde que somos jóvenes y tenemos 20 años, que se considera que no tenemos experiencia, a cuando somos mayores, porque se considera que nuestra experiencia es obsoleta». En este aspecto, también los medios de comunicación son muy importantes porque, advierte, «la forma en la que se presentan a las personas en los medios de comunicación influye luego en nuestras percepciones, y también la forma en la que luego nos relacionamos con la persona y en la forma en la que nos relacionamos con nosotros mismos a medida que vamos envejeciendo». Mucho se ha escrito últimamente sobre el edadismo en el sector bancario, recuerda esta experta, «donde no sólo existe en el trato, sino en el acceso a servicios, como poder abrir una cuenta, contratar una hipoteca, límites de edad o son muy caros, e inasumibles».
En el mundo de la publicidad lo que se observa, ha prosiguido, «es que básicamente las personas mayores están infrarrepresentadas y cuando se las representa, normalmente es para roles menores, o con efecto cómico. Un estudio realizado en Estados Unidos observó que sólo el 1 por ciento de los personajes de las series de TV eran personas mayores. Esto está empezando a cambiar por la generación ‘baby boomer’, con series que tienen como protagonistas a las personas mayores. También hay una cosa importante en los medios de comunicación: es un sector en el que hay interacción entre edadismo y sexismo. Si las personas mayores están infra representadas, esto afecta mucho más a las mujeres, si es que se les da un rol. La cantidad de diálogo que se les da en una película también es menor».
Adaptación de la vivienda
En esa etapa de la vida, además, el entorno (se incluye hogar, vecindario y comunidad) afecta de manera considerable a través de barreras o incentivos que afectan a las oportunidades, las decisiones y el comportamiento. Son elementos que en muchos casos se pueden elegir por lo que, para mejorar las condiciones de vida, no parece mala estrategia que las viviendas se adapten a las necesidades presentes y futuras.
Así lo refleja, de hecho, el “Primer Estudio Nacional sobre la Vivienda a partir de los 55 años”. Mediante una encuesta de 1.801 personas mayores de 55 años representativas de la población sénior española, el informe ofrece una radiografía de cómo ve este grupo de edad el futuro en su vivienda con el objetivo de abrir la conversación sobre cómo lograr que las casas sigan siendo nuestro hogar en esta etapa de la vida.
Con las potenciales reformas del hogar a cierta edad vuelve a aparecer, una vez más, el edadismo. «Sorprende que muchos de los encuestados por Leroy Merlin, cuando se ven en la tesitura, tienen que consultar y pedir permiso a sus hijos para hacer cualquier cambio en el hogar. Los hijos de estas personas no dejan que tomen decisiones y los adultos no se sienten autorizados para tomar decisiones como si la casa fuese suya».
En este reciente estudio se ha visto también que hay dos factores que pueden influir en nuestra predisposición a hacer una reforma es que, al parecer, las personas no deciden hacer una reforma en su casa cuando pueden y tienen mayor capacidad económica porque siguen en activo, sino cuando llega el problema de salud. Es decir, demoran en general la reforma de su hogar. Normalmente, ha reconocido De la Fuente, «todo el mundo piensa en las limitaciones físicas que pueden surgir, pero se pueden hacer un montón de reformas en el hogar, no solo en el plato de la ducha. No se piensa en reformar y que esto pueda tener un papel muy importante en la prevención de riesgos del hogar».
Se refiere por ejemplo esta experta a eliminar alfombras, «que son una fuente de muchos riesgos porque te puedes caer y tropezar en la vejez y esto puede tener consecuencias muy graves, como una rotura de cadera que puede tener consecuencias incluso de morbilidad y mortalidad muy graves». También se puede, por ejemplo, «mejorar la iluminación de la casa para evitar golpes y caídas».
Uno de los motivos que puede haber detrás, ha concluido De la Fuente, «es que quizá entre los 55 y los 65 años no queremos proyectarnos en la vejez. Evitamos imaginarnos en nuestra vejez, no queremos hacer este planteamiento y, por tanto, no planificamos esta etapa de la vida. Pero recordemos que en el 2050 el 50 por ciento de la población será mayor de 50 años».