Preguntas que te haces cada año sobre el cambio de hora

Preguntas que te haces cada año sobre el cambio de hora

Vale, anochece antes, pero la luz solar por la mañana es muy recomendable

JAIME RUBIO HANCOCK

Como cada octubre, cambio de hora. Y, de nuevo, las dudas y las discusiones: ¿es necesario retrasar o adelantar el reloj? ¿Nos perjudica tanto como creemos o solo es una pequeña molestia? ¿Deberíamos volver a tener la misma hora que en Portugal, como hace setenta años? Contestamos a algunas de estas dudas, aun siendo conscientes de que probablemente se volverán a plantear dentro de seis meses.

¿Por qué nos afecta el cambio de hora?

Nuestro cuerpo no está organizado de manera anárquica o reactiva, explica a Verne Emilio Sánchez Barceló, catedrático de Fisiología de la Universidad de Cantabria y autor del libro Hicimos la luz… y perdimos la noche: efectos biológicos de la luz. Es decir, nuestro organismo no solo responde a las necesidades ambientales, sino que sus funciones están programadas y reguladas por el reloj interno de nuestro cerebro. Por ejemplo, nuestro ritmo cardiaco acelera y nuestro cuerpo segrega más cortisol, la hormona que responde al estrés ya antes de despertarnos y no en respuesta a la alarma del móvil.

El cambio de hora puede causar cierta confusión para nuestro cerebro, al afectar a estos ritmos. Eso sí, “una hora es muy poco tiempo para que suponga un desajuste importante. El efecto biológico es muy débil” y “no tiene trascendencia médica importante”, aclara Sánchez Barceló. Como mucho, las personas mayores lo pueden tener algo más difícil para adaptarse.

¿Por qué es más fácil acostumbrarse al cambio de otoño?

El cambio de hora de octubre es más llevadero que el de primavera. Sánchez Barceló lo compara con el jet lag: es más fácil adaptarnos al viaje de ida a Estados Unidos que al viaje de vuelta. Esto ocurre porque nuestro reloj biológico “es imperfecto: se retrasa y alarga el día”. Nuestro reloj interno sigue jornadas de 25 horas, por lo que es más sencillo adaptarnos a tener una hora más. La explicación a que sean 25 y no 24 horas no está clara, pero Sánchez Barceló sí apunta que los animales nocturnos suelen tener ritmos de en torno a 23 horas.

¿Nos permitirá ahorrar dinero en la factura de la luz?

Otro debate es si se trata de una decisión económicamente ventajosa o no. Según recogía EL PAÍS en 2015, “los estudios no reflejan resultados concluyentes que sustenten la idea de que la medida sirve para ahorrar”, ya que la reducción de demanda eléctrica para la iluminación se acaba compensando con la calefacción o, en el caso del horario de verano, el aire acondicionado. El principal beneficio es la armonización de horarios en los países de la Unión Europea. Es decir, nos conviene atrasar y adelantar el reloj cada seis meses porque los países de nuestro entorno también lo hacen.

¿Es mejor tener más luz por las mañanas o por las tardes?

Mucha gente prefiere el horario de verano porque así puede disfrutar de más de luz por la tarde y, en especial, al salir del trabajo. Sin embargo, y desde un punto de vista médico, es más recomendable despertar con luz de alta intensidad, explica Sánchez Barceló. “En los países nórdicos, donde no tienen tantas horas de sol, muchos compran aparatos que emiten luz de alta intensidad para ayudar a poner en hora el cuerpo por las mañanas».

Recibir luz solar en las primeras horas del día adelanta nuestro reloj biológico, lo que también puede ser útil para personas con el inicio del sueño muy tardío, como es el caso de jóvenes y adolescentes. Esto les ayudará a conciliar el sueño antes.

Otra recomendación de Sánchez Barceló es evitar los dispositivos electrónicos una o dos horas antes de acostarnos. La luz «inhibe la secreción nocturna de melatonina», una neurohormona responsable en parte del inicio del sueño. «Esa luz nocturna manda señales a nuestro reloj biológico y causa alteraciones”. En especial la luz azul de ordenadores, móviles y tabletas, “que estimula, despierta y altera el sueño”.

¿Hace falta volver al horario del meridiano de Greenwich?

Con el cambio de hora suele surgir el debate acerca de si deberíamos seguir un horario más ajustado a la hora solar y, por tanto, volver a ajustar los relojes a la hora del meridiano de Greenwich, que siguen en Portugal y Reino Unido. Sánchez Barceló cree que esto sería mejor: “Lo ideal sería ir más acorde con el reloj solar, dado que nuestro reloj biológico responde a la luz y es más fácil cambiar los horarios laborales que adaptarnos”.

España cambió su hora a la de Europa Central el 2 de mayo de 1942, en una medida en principio provisional que también tomaron otros países durante la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, el Reino Unido lo hizo para poder coordinarse mejor con sus aliados. España, al contrario que Inglaterra, se mantuvo con el horario de Berlín al final del conflicto sin ningún motivo. En consecuencia, tenemos horario de verano en invierno y una hora extra en verano.

¿El reloj biológico cambia según cada persona?

Aunque somos animales diurnos y nuestro reloj interno está especialmente adaptado a la duración del día, hay diferentes cronotipos y algunas personas pueden ser más vespertinas (búhos) o matutinas (alondras) que otras. Por lo general, “tenemos más capacidad cognitiva por la mañana y más fuerza física por la tarde -explica Sánchez Barceló-, pero en algunas personas sucede al revés”. Especialmente en los adolescentes y jóvenes.

Hay test online para saber cuál es nuestro cronotipo. Se pueden llevar a cabo análisis más detallados de nuestros ritmos circadianos: la Universidad de Murcia los lleva a cabo mediante un reloj de pulsera que registra nuestra actividad y la luz ambiental. Aunque lo ideal, explica Sánchez Barceló, sería llevar a cabo estas pruebas completamente aislados del mundo exterior, de modo que nuestro reloj biológico no tuviera que adaptarse a ningún estímulo externo.

Pero lo importante, la siesta está bien, ¿verdad?

Una siesta breve se considera muy positiva “para el mantenimiento de los ritmos biológicos”. Está bien vista “incluso en los países en los que no es habitual”.

Un Nobel para los relojeros de nuestros genes

Los científicos estadounidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young ganaron premio el Nobel de Medicina de 2017, por sus descubrimientos de los mecanismos moleculares que controlan el ritmo circadiano. Tal y como nos explica Emilio Sánchez Barceló, catedrático de Fisiología de la Universidad de Cantabria, la actividad de todos los animales sigue estos ritmos y por eso muchos fenómenos biológicos, como el sueño, suceden cada día alrededor de la misma hora.

Esto no solo afecta a si nos cuesta más o menos dormir después de cambiar la hora. El descubrimiento tiene implicaciones en la prevención y tratamiento de enfermedades. Por ejemplo, los ataques de asma son más frecuentes por la noche y los infartos por la mañana. “Del mismo modo que hay una cronopatología, también hay una cronofamarcología”. Es decir, el tratamiento del asma no debería seguir una pauta típica de medicarse por la mañana, al mediodía y por la tarde, “sino que lo normal sería que antes de la noche se incrementara la medicación”.

verne.elpais.com/verne/2017/10/23/articulo/1508753360_898147.html