Por qué los adolescentes no deberían beber

Por qué los adolescentes no deberían beber

Por qué los adolescentes no deberían beber

El 68,2% de los menores de edad ha consumido alcohol en el último mes. El alcohol es la sustancia psicoactiva considerada como más fácil de obtener por los jóvenes: 9 de cada 10 estudiantes de 14 a 18 años opinan que es fácil o muy fácil conseguir alcohol.

El consumo continuado de alcohol interfiere en el desarrollo del sistema nervioso central y afecta a órganos que están en desarrollo, como el hígado, el páncreas y especialmente el cerebro. Además, el cerebro de los adolescentes es especialmente vulnerable a los efectos del alcohol.

Por otra parte, el consumo de alcohol entre los adolescentes no sólo pone en peligro su integridad física y psíquica, sino que se asocia a conductas de riesgo relacionadas con la agresividad, la accidentabilidad, la sexualidad y la salud pública.

Las personas que inician el consumo de bebidas alcohólicas durante la adolescencia tienen una mayor probabilidad de sufrir las consecuencias del consumo excesivo de alcohol al llegar a la vida adulta, entre las cuales se encuentran el riesgo de desarrollar alcoholismo o dependencia del alcohol.

 

 

La campaña ‘Menores sin alcohol’ del Ministerio de Sanidad señalaba los daños psicosociales del consumo de alcohol por menores, atendiendo a los datos de la última Encuesta Estatal sobre uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES) realizada por la Delegación del Gobierno para el PnsD:

  • Peor rendimiento académico al producir déficits de memoria, de atención y deterioro cognitivo asociados a los atracones de alcohol. De hecho, la pérdida de concentración en el centro escolar tras haber salido el día anterior es un suceso reconocido por el 16,2% de los alumnos que tomaron alcohol en el último mes.
  • Mayor cantidad de conflictos familiares o de discusión importante con padres o hermanos: 3 de cada 10 alumnos reconocen este tipo de desencuentros, si bien entre los alumnos que han consumido sustancias psicoactivas, como el alcohol, esta proporción se sensiblemente mayor.
  • Mayor número de accidentes. El 2,8% reconoce haber conducido bajo los efectos del alcohol y el 17,2% de los alumnos ha estado expuesto a una situación de riesgo como es viajar como pasajero en un vehículo de motor conducido por alguien bajo los efectos del alcohol.
  • Mayor número de relaciones sexuales sin protección o no consentidas. El 10,2% de los alumnos que se han emborrachado en el último mes admite haber mantenido relaciones sexuales de las que se ha arrepentido al día siguiente, proporción 3,5 veces superior a la registrada entre los estudiantes que no se han emborrachado.

 

¿Qué podemos hacer para concienciar de los riesgos del consumo de alcohol?

Los adolescentes reproducen en gran medida el modelo de consumo de alcohol que perciben en los adultos de su entorno social, por eso, desde el Ministerio de Sanidad sugieren algunas pautas para concienciar sobre los riesgos de su consumo.

  1. Tener una posición clara ante el alcohol. Entre los adolescentes no se puede hablar de consumo responsable: la única conducta responsable es no beber. A este respecto, el ejemplo es lo más preventivo.
  2. Establecer normas y límites. Muchos estudios científicos han comprobado que los hijos de las familias que no han establecido normas contrarias al uso de alcohol tienen mayor riesgo de consumirlas que los hijos de las familias dónde tales normas existen y son claras para todo el mundo.
  3. Mantener los vínculos afectivos con los hijos e hijas. De este modo, la capacidad de influencia será mayor.
  4. Fomentar que participen en actividades positivas de tiempo libre
  5. Tener una buena información: acudiendo a fuentes fiables y expertas, como los profesionales sanitarios (pediatra, médico de familia, profesionales de prevención en tu municipio…). Cuando nuestros hijos e hijas nos pregunten, o surja el tema espontáneamente, hay que darles información veraz y objetiva evitando dramatización y exageraciones
  6. Darles pautas de conducta cuando les ofrezcan alcohol. La mayoría de los adolescentes empiezan a beber porque algún amigo se lo ofrece y se sienten presionados por el grupo: no quieren ser distintos y quieren sentirse integrados. Desde pequeños hay que enseñarles a decir NO y a defenderse de las presiones.
  7. Participar en actividades preventivas, como las que se organizan en centros escolares.

 



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