¿Por qué duermen peor las mujeres?.

¿Por qué duermen peor las mujeres?.

El sueño femenino difiere del masculino, y se ve condicionado por múltiples factores a lo largo de la vida.

2025. La Vanguardia

Juan José Ortega Albas

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Pues sí, el sueño femenino difiere del masculino, y se ve condicionado por múltiples factores a lo largo de la vida, tanto por el rol que desempeñan muchas mujeres (crianza, actividad laboral, cuidado de personas mayores…) como por las importantes diferencias biológicas y hormonales.

Además, la calidad de sueño percibida es peor en las mujeres, independientemente de diferencias sociodemográficas o factores de estilo de vida.

Estadísticamente está justificado: después de ajustar por datos demográficos, socioeconómicos y variables de salud y depresión, las alteraciones de sueño son más prevalentes en la población femenina para todos los grupos de edad entre los 25 y los 69 años.

Existen tres periodos cruciales en los que ese sueño puede empeorar de forma significativa: el ciclo menstrual, el embarazo y la menopausia. Parecen relacionados directamente con los cambios hormonales, pero ¿existen otros factores influyentes?

En la menarquia (primer ciclo menstrual en la mujer) surgen las primeras diferencias en el sueño entre sexos. La función ovárica se incrementa y se liberan cíclicamente a la sangre hormonas femeninas (estradiol y progesterona).

Una de las principales funciones de estas hormonas es regular el ciclo vigilia-sueño, a través de receptores situados en un área cerebral llamada hipotálamo, fundamental en esta regulación. Esto significa que existe una fuerte relación entre el ovario y el cerebro.

Menstruación

Durante la menstruación puede existir un exceso de sueño nocturno o una somnolencia diurna excesiva, la llamada “hipersomnia relacionada con la menstruación”.

En los días previos a este periodo las mujeres pueden sufrir una constelación de síntomas (el síndrome premenstrual), entre los que se incluyen trastornos como dificultad para conciliar el sueño, fragmentación del mismo, descanso poco recuperador o pesadillas.

Sueño y embarazo

Las hormonas femeninas se incrementan exponencialmente en el embarazo, alterando la arquitectura del sueño al afectar a sus mecanismos básicos de regulación.

El primer trimestre de gestación se caracteriza por un aumento de la progesterona, que ocasiona una mayor fragmentación del sueño y un aumento en la somnolencia diurna. En los tres meses que vienen a continuación, los trastornos son menos frecuentes, aunque persiste la fragmentación.

Y por fin, el último trimestre se caracteriza por un aumento de los despertares, que suelen atribuirse a cambios físicos como la dificultad para cambiar de posición, el reflujo gastroesofágico –producido por el aumento de tamaño del útero–, los movimientos fetales y los calambres.

Menopausia

La privación de hormonas sexuales, el mejor hipnótico natural conocido, provoca un incremento dramático del insomnio en este periodo de la vida de la mujer.

Además, las sofocaciones nocturnas, una de las manifestaciones de la menopausia, desencadenan múltiples despertares durante la noche y el consiguiente insomnio, agravando la situación. La “teoría dominó” apoya que los sofocos nocturnos llevan al insomnio, que a su vez provoca síntomas depresivos.

En esta fase de la existencia femenina, los trastornos de sueño (el citado insomnio, apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas…) son muy frecuentes, presentándose en el 53 % de mujeres con menopausia. Además, el sueño de mala calidad se asocia a inflamación, problemas cardiovasculares y metabólicos y depresión.