Personas mayores que forman nuevas parejas: sin sentimiento de culpa.

Personas mayores que forman nuevas parejas: sin sentimiento de culpa.

Hasta hace poco, una relación de pareja acababa cuando uno de los cónyuges fallecía y, entonces, guardaba luto.

Laura Peraita

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Mercedes Manjón, de 71 años, enviudó tras 35 años de matrimonio y tuvo la gran fortuna de sentirse arropada por sus siete hijos. Desde entonces, la vida de esta auxiliar de enfermería jubilada le resultaba rutinaria, pero hace cinco años sus amigas la convencieron para ir a bailar porque era bueno para adelgazar. El destino le aguardaba una sorpresa inesperada.

Ese mismo día conoció al hombre con el que hoy comparte su vida. «De ninguna manera pensé jamás que volvería a tener una pareja», aseguró rotunda durante el encuentro online ‘Conversaciones de Mayores’ de ABC y Fundación la Caixa, celebrado bajo el título: Personas mayores que forman nuevas parejas. Explica que conectaron y poco a poco empezó a fijarse cada vez más porque era muy divertido y agradable.

«Me dejé querer. Volví a sentirme como una niña enamorada de quince años».

Casos como el de Mercedes son cada vez menos anecdóticos, porque, tal y como apuntó Feliciano Villar, doctor en Psicología por la Universidad de Barcelona, «tradicionalmente el ciclo de una pareja acababa cuando uno de los cónyuges, habitualmente el hombre, fallecía. El otro miembro de la pareja quedaba solo, guardaba luto y pasaba a depender afectivamente de sus hijos. Hoy el escenario es distinto».

Evolución social

Entre las razones que han motivado esta evolución destacó tres principales. En primer lugar, la relajación de los valores tradicionales que anteriormente estaban muy vinculados a aspectos religiosos, «pero ahora existe más libertad para elegir distintos caminos vitales y con aspiraciones más individualistas». También señaló que se ha producido una revolución en el papel de la mujer, puesto que cada vez es más independiente y toma decisiones en cuanto al establecimiento de nuevas relaciones o rupturas. Y, por último, «se ha producido un cambio importante en la percepción que tenemos de la vejez porque antes era una etapa en la que se acababan las perspectivas, pero ahora, cuando uno se jubila, también puede emprender nuevos planteamientos y tomar las riendas de una vida más activa e independiente».

Aún así, Villar no ocultó que hay diferentes estándares para hombres y mujeres de avanzada edad por tener todavía una división de papeles más marcada que en las parejas jóvenes. En su opinión, el hombre mayor tiene más necesidad de una relación. «Cuando, por ejemplo, se queda viudo, se siente desvalido en cuestiones de hogar y esta situación de soledad se le hace menos tolerable. Los hombres, no obstante, lo tienen más fácil para encontrar pareja por una cuestión cuantitativa porque hay muchas más viudas que viudos. Si es heterosexual, los hombres tendrían más mercado donde poder elegir que las mujeres».

Josefina Vivó, divorciada después de 30 años de matrimonio, reconoce que es así. «No entraba en mis planes buscar nueva pareja tras un divorcio muy doloroso, pero las cosas vinieron solas y no quise desaprovechar la ocasión de volver a sentirme ilusionada, por lo que decidimos vivir juntos y ser pareja de hecho. Hoy disfrutamos cada uno de nuestras aficiones, pero también de estar juntos».

En este sentido, Feliciano Villar reconoció que a estas edades la tendencia es ser pareja de hecho: estar juntos viviendo por separado para disfrutar de los dos mundos. «Por una parte, cuentan con el apoyo y compañía de la otra persona, para hacer actividades de ocio, te alejas de la soledad y, al mismo tiempo, se evitan los errores de la convivencia del día a día. Además, las mujeres, si cobran pensión de viudedad, no la pierden».

Y es que la cuestión económica no es un tema baladí. Durante el encuentro se aseguró que, en ocasiones, son incluso los hijos los que no aceptan una relación de uno de sus progenitores por tener la sospecha de que la nueva pareja quiere aprovecharse de su dinero o de su posición social, sobre todo cuando hay herencias o bienes de por medio y, además, la nueva pareja es mucho más joven. Pero, no es el único obstáculo familiar al que pueden enfrentarse.

Según matizó Feliciano Villar, «a todos los hijos nos cuesta ver a los padres como seres sexuales y como personas con necesidades y anhelos diferentes a nosotros. Además, para algunos supone una auténtica traición a la memoria de la persona fallecida y, por otro lado, a medida que los hijos se hacen mayores, se atribuyen cierta tutela sobre sus padres, a modo de paternalismo, como si las decisiones de los padres tuvieran que pasar por el tamiz de los hijos. No se dan cuenta de que los progenitores son adultos y que toman decisiones en una vida que es exclusivamente suya».

Entre la espada y la pared

Por este motivo, este experto reconoció que muchas parejas de mayores se sienten entre la espada y la pared, porque quieren rehacer su vida al lado de otra persona, pero no desean enfadar a sus hijos. Se encuentran, por tanto ante una situación complicada. «Confío en que cada vez más los mayores reclamen su vida y tomen sus decisiones con independencia porque para ello son adultos. Al final será la norma y la sociedad lo irá aceptando, pero aún hay resquemores en este sentido».

Mercedes Manjón y Josefina Vivó reconocieron que ellas son afortunadas porque no tuvieron que enfrentarse a ningún tipo de problema al presentar sus nuevas parejas a sus hijos y que las aceptaron desde el primer momento. «Todo el mundo tiene derecho a decidir lo que quiere hacer en su vida y si uno se siente solo no debe sentirse mal por querer encontrar una pareja. Los mayores deben abrir las puertas y salir libremente», aseguró Josefina. Del mismo modo, Mercedes Manjón apostilló que las personas mayores deben sentirse libres «y no pensar en lo que van a opinar sus hijos, vecinos o amigos. Que salgan y contacten con otras personas; quedarse en casa es hacerse viejo en potencia y no tenemos que ser viejos, tenemos que ser mayores».

«Miro su foto y le digo: perdóname por ser tan feliz»

A pesar de que Mercedes Manjón, de 71 años, nunca se planteó tener una nueva pareja cuando enviudó, la llegada de un nuevo amor la ilusionó en gran medida. «Al principio sentía como si hubiera abandonado un poco a mi marido. Ahora miro su foto y le digo «perdóname por ser tan feliz»».

Para Josefina Villó, las personas mayores «aunque sean viudas, deben sentir libertad y no cerrarse las puertas por rendir un duelo permanente al ser querido que ya no está».