Pérdida de salario, cambio de trabajo o quedarse sin ascenso: el 87% de las mujeres renuncia a su trayectoria laboral al ser madre.

Pérdida de salario, cambio de trabajo o quedarse sin ascenso: el 87% de las mujeres renuncia a su trayectoria laboral al ser madre.

La encuesta de la Asociación Yo No Renuncio revela que el 85% se siente sola al ser madre por falta de apoyos.

2024. 20 Minutos

Elena Omedes

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Ya sea perdiendo parte de su salario, rechazando oportunidades laborales o ascensos o cambiando de empleo, el 87% de las mujeres ha tenido que renunciar a algún aspecto de su trayectoria laboral al convertirse en madre. El precio de la maternidad sigue siendo muy alto para las mujeres, que no solo se ven forzadas a pausar su carrera profesional, sino que también acaba afectando a su salud mental por falta de apoyos a la hora de conciliar. La encuesta Sin madres no hay futuro, elaborada por la Asociación Yo No Renuncio denuncia la «falta de acompañamiento y de redes» que todavía tienen las madres y que, según el estudio, «no cuentan con el apoyo suficiente para que se favorezca la maternidad.

«Estamos en una sociedad que niega el futuro a las madres, se pierde la identidad de las mujeres cuando llega el tsunami maternal y te dicen que ‘ya no vales’, que ‘cómo lo vas a hacer’, que quizás ‘mejor tómate un tiempo’ o ‘busca otro camino, es por ti’, una sociedad en la que se ha normalizado la renuncia de las madres«, ha denunciado este martes la presidenta de la asociación y fundadora del Club Malasmadres, Laura Baena, durante la presentación de los resultados del estudio, que en esta última edición pone el foco en las redes de cuidados, tanto formales como informales.

La investigación recopila las encuestas realizadas entre el 17 de 19 de febrero de este año a 18.000 mujeres, y revela también que, tras ser madres, en torno a un 20% ha tenido que rechazar puestos de responsabilidad o cambiar a otro trabajo con horarios que le permitan conciliar.  De hecho, más de la mitad argumentan incluso haber tenido que renunciar debido a la sobrecarga del trabajo por no poder llegar a todo y cuidar de su salud mental.

Concretamente, el 52% de las mujeres encuestadas asegura que tuvo que reducir su jornada laboral tras ser madre; una de cada cuatro se pidió una excedencia; y el 21% renunció a puestos de responsabilidad. Además, el 20% cambió a otro puesto de trabajo con un horario que le permitiese conciliar; y el 16% directamente renunció a su empleo. 

«La conciliación como un privilegio pagado»

La causa de esa renuncia, para dos de cada diez mujeres, es que no pueden asumir el coste que suponen los cuidados y porque consideran que no les compensa pagar servicios o escuelas infantiles. Por ello, la asociación hace hincapié en la necesidad de implantar la gratuidad de estos servicios y que no se produzca una «brecha social» entre las familias que pueden permitírselo y las que no. De lo contrario, ha aseverado Baena, se sigue perpetuando «la conciliación como un privilegio pagado».

También los abuelos y abuelas ejercen un papel fundamental en la conciliación de las madres: siete de cada diez recurre a ellos cuando ella o su pareja, de tenerla, no pueden atender los cuidados de los hijos. Además, el 58% declara sentirse muy apoyada por la familia, frente al 40% que se siente así respecto a la empresa en la que trabaja. Seis de cada diez trabajan en empresas donde no se ofrece ninguna medida que facilite la conciliación y apenas el 19% declara contar con flexibilidad horaria.

En esa línea, la encuesta revela igualmente que tampoco el apoyo del sistema público es suficiente. Preguntadas por las ayudas más allá de la familiar, seis de cada diez desconocen que haya servicios públicos de cuidado en su municipio o barrio; y tan solo el 17% reconoce haber accedido en alguna ocasión. «Esto es interesante porque sí que lo deseamos pero no lo tenemos cerca», ha señalado la socióloga Maite Egoscozabal.

La punta del iceberg: la caída de la natalidad

¿Las consecuencias? La «punta del iceberg» que sí se ve, según ha apuntado Egoscozabal, y que se materializa en una renuncia al salario, al mercado laboral, a tener hijos o a tener más hijos y, en definitiva, a una caída de la natalidad. «Debajo vemos que hay una serie de barreras. Internas, que tienen que ver con la falta de corresponsabilidad en los hogares, con los roles de género que siguen pesando o las creencias sobre el modelo de ser una buena madre. Y externas, que tienen que ver con el sistema laboral, con las medidas, permisos, y con las redes de apoyo», ha aseverado.

Lo que ocurre, tal y como ha explicado la socióloga, es que el contexto dificulta cada vez más que surja el deseo de tener hijos entre las mujeres jóvenes. «Si a los 30 años seguimos viviendo con los padres, difícilmente surge», ha afirmado. El resultado, al final es que, o se retrasa la edad de tener el primer hijo, o se renuncia incluso a tener más. De hecho, el informe revela una brecha importante entre el número de hijos deseados y los que al final se acaban teniendo. El 60% de las encuestadas tendría más si contara con más acompañamiento y, por número de hijos, el 75% de las que solo tienen uno asegura que desearía tener más, pero que no lo hacen por falta de acompañamiento.