05 Jun Pensamos que no podemos controlar la ansiedad, pero eso es mentira
Si antes de esta pandemia las reflexiones que a diario lanzaba la psicóloga María Jesús Álava Reyes en Twitter lograban agitar conciencias y sentires, ahora en este momento tan crucial de nuestra vida, «cuando lo tenemos todo patas arriba», sus palabras se agarran al alma como mantras capaces de «poner orden» y servir de faro y guía para «intentar que seamos nosotros mismos quienes digamos por dónde queremos ir».
La autora comparte en su última obra, «Saca partido a tu vida», las reflexiones que más interacciones y conversación generaron en los últimos dos años en su cuenta de Twitter, red social en la que ya ha superado los 40.400 seguidores. La selección de tuits abarca todas las esferas, preocupaciones y emociones que uno pueda imaginar, desde el amor a la amistad, pasando por el egoísmo, el odio o la venganza, pero durante el encuentro de ABC Bienestar con María Jesús Álava Reyes quisimos centrarnos en cinco emociones especialmente relacionadas con los tiempos que estamos viviendo: el bienestar emocional, la ansiedad, el miedo, el presente y la gratitud.
Y así fue nuestra charla en la que, a modo de juego, nosotros lanzábamos al aire cinco de los tuits de su libro que más nos habían impactado y la autora los recogía analizándolos, desmenuzándolos, profundizando y revelando a través de sus comentarios la esencia de cada una de estas reflexiones.
Bienestar emocional
La mayoría de las personas creen que las circunstancias condicionan la vida y que, aunque alguien sea una persona alegre y optimista, si lo que vive es terrible, quedará condenado a una vida desgraciada, al sufrimiento, a la autocompasión o a la queja constante. Pero esto no es así, pues siempre he insistido en que son muchas las personas capaces de sacar lo mejor que llevan dentro en el contexto más difícil y que el modo en el que vivan esa situación depende solo de ellos mismos. Las circunstancias son perfectamente objetivables: te pueden hundir o, al contrario, te pueden dar la mejor lección de tu vida.
Ante lo más complicado de la vida, debemos sacar lo mejor que llevemos dentro, que es la actitud positiva. Una persona negativa empezará a quejarse y no parará de hablar de la barbaridad que le está pasando, una realista será capaz de objetivar y ver las dificultades pero pensará que no puede hacer nada y alguien con actitud positiva intentará superar esa dificultad y, si no lo consigue, recogerá un aprendizaje de ello.
En las peores circunstancias siempre tendrás a alguien a tu lado y ese alguien eres tú. Por eso siempre digo que podemos ser nuestra mejor compañía y que todo depende de nosotros. Cuando una persona dice que no puede hacer nada si se queda sin trabajo, si se separa de la pareja, si pierde a un ser querido o si tiene problemas con los hijos, en realidad lo que sí que puede hacer es vivir esa situación de la mejor manera posible. Lo que digo a cada persona que vive circunstancias difíciles es que no se deje hundir, que tiene todo lo que necesita para salir adelante, que es él mismo. ¿Es algo que puedes hacer? Sí. ¿Es algo sencillo? No, no lo es. ¿Lo lograrás? Sí, si crees en ti.
Ansiedad
La gente cree que la ansiedad es algo que surge, algo sobre lo que no tenemos ningún control, pero eso es mentira. Lo que sucede es que un acontecimiento interno o externo, real o imaginario hace que disparemos en nosotros unas reacciones fisiológicas porque pensamos que en esas circunstancias lo único que podemos sentir es ansiedad, pero eso no es verdad. En realidad es algo que depende de cómo nos contemos internamente lo que estamos viviendo: puedes vivirlo como un reto o con tranquilidad. Pero lo que está claro es que tú y solo tú eres quien dispara esa forma de vivirlo y eres tú quien puede decidir aprender a controlarlo.
Algunas personas acuden a la consulta contando, por ejemplo, que tienen un jefe tóxico y que no pueden controlar esa situación. Pero sí que se puede controlar. Lo primero que les digo es que a lo largo de su vida tendrán uno o dos jefes tóxicos (como media) pero que además tendrán muchos más compañeros «trepas» y que lo que realmente conviene es aprender a gestionar la ansiedad porque la realidad no va a cambiar. ¿Y cómo se hace? En primer lugar sabiendo que lo que dispara la ansiedad no es el hecho sino los pensamientos, lo que uno piensa en el momento en el que le sucede algo. La ansiedad depende directamente de tus pensamientos, que son los que disparan el sistema nervioso autónomo y le confunden haciéndole creer que se encuentra ante una situación de emergencia como huir de un cocodrilo o evitar un atropello en la calle. Cuando eres consciente de ello, también te das cuenta de que puedes aprender a controlarla, parando ese pensamiento o transformándolo.
Miedo
Cualquier persona con un mínimo de sensatez ha sentido miedo ante lo que estamos viviendo, haya o no tenido cerca fallecimientos o enfermos cercanos. Ha podido vivir miedo a la pandemia, a la enfermedad en sí, a las consecuencias o incluso a la situación económica que está generando la crisis…
El problema es que el miedo bloquea el sistema nervioso central, nuestra parte más racional, y nos hace actuar desde el impulso. Por eso cuando se tiene miedo las alternativas que se escogen suelen ser las menos apropiadas. Y esta es la razón por la que alerto con un «¡cuidado!», pues alguien con miedo es vulnerable emocionalmente y también muy manipulable.
Generar miedo es sencillo y manipular a través del miedo es aún más sencillo. Los manipuladores saben captar perfectamente tanto a las personas que tienen miedo como a aquellas a las que es fácil «asustar» para conseguir unos determinados objetivos. Por eso otra de las cuestiones que indico es que, ante el miedo es importante desarrollar nuestro propio control con «más reflexión» y «menos acción». Hay que evitar las «ganas de hacer algo» hasta que recuperemos el control sobre nosotros mismos y controlemos los impulsos o las decisiones drásticas, pues el miedo nos hace perder toda objetividad y racionalidad.
El presente
Son muchas las personas que se pasan la vida pensando en lo que pasó hace tiempo o en lo que puede venir y eso hace que se pierdan la posibilidad de vivir el presente. Uno de los mayores errores que podemos cometer es sentir que hemos desperdiciado el presente o lo hemos sacrificado pensando en un futuro soñado o imaginado.
Mucha gente vive en función de lo que le pasó y se convierten así en prisioneros de los hechos que ya no pueden reescribirse de otra manera por muchas vueltas que le den. Otros viven pensando en el futuro que esperan. Pero ahora con el coronavirus nos hemos dado cuenta más que nunca de que la vida puede cambiar de un día para otro y que nada está garantizado: ni el tiempo, ni tu situación, ni las emociones, ni el dinero, ni el amor, ni la salud… Por eso, o aprendes a vivir el presente o te pasarás el resto de tu vida arrepintiéndote de no haberlo hecho. El presente se llama presente porque es un regalo. Tómalo como tal.
Gratitud
La gratitud es una de las emociones más poderosas y nobles del ser humano. La persona que es capaz de sentir gratitud por la vida es capas de establecer las bases de una conducta generosa con los demás y de una cierta predisposición a la felicidad. Lo contrario de la gratitud es la ingratitud que implica estar permanentemente enfadados y resentidos con el mundo, buscando la parte negativa de la vida.
Cuando pregunto a quién has dado las gracias hoy lo hago porque estoy convencida de que ese día alguna persona merece tu agradecimiento porque te ha enseñado algo. Y lo mismo sucede con las palabras amables. A veces estamos en un modo tan «automático» que no valoramos las cosas y pensamos que se hacen porque sí y olvidamos la importancia de una palabra, un gesto o un guiño amable.
Y lo de mirar a alguien con ternura, ¿cuesta tanto? ¿es muy caro? Dar las gracias, decir algo amable y mirar con ternura son acciones que no cuestan nada, solo implican poner en marcha tu sensibilidad. Y lo mejor es que esos sentimientos de agradecimiento, afecto y sensibilidad van unidos pues es difícil que una persona sea agradecida si no es sensible y es difícil que sea sensible si no vive la afectividad.
Y además termino diciendo que tampoco podemos olvidarnos de «darnos un abrazo» antes de acostarnos. Y esto es algo importante, pues hay muchas personas que, aunque son agradecidas hacia la vida y hacia los demás no lo son hacia sí mismos y eso es un error. La persona que no sabe quererse bien, no sabe perdonarse, no sabe mimarse, no sabe cuidarse, ni abrazarse… tampoco sabrá dar lo mejor de sí mismo a los demás. Pero sucede que algunas personas no lo hacen por una especie de «pudor» o por pensar que puede ser una actitud narcisista, pero eso no tiene nada que ver con el narcisismo. No se puede vivir sin decirse a uno mismo cosas agradables, ni abrazarse, ni mimarse ni sonreírse. Para saber cómo hacerlo solo tenemos que fijarnos en los niños. Ellos se quieren, se miran con ternura, se vitorean cuando hacen algo bien… Pero es algo que perdemos cuando crecemos, de alguna manera lo «desaprendemos», y es una pena porque eso de «querernos» es vital, es algo que no deberíamos olvidar nunca.