Oviedo estrena un piso supervisado para la integración de enfermos mentales graves.

Oviedo estrena un piso supervisado para la integración de enfermos mentales graves.

La vivienda, en la calle Bermúdez de Castro, supone una iniciativa pionera para fomentar la autonomía y la autogestión de los residentes.

MANUEL NOVAL MORO

La Asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Asturias (Afesa) ha puesto en marcha en Oviedo una iniciativa para contribuir a la integración de personas con enfermedades mentales graves. Se trata del proyecto piloto de un piso supervisado, lo que supone un paso más respecto a las viviendas tuteladas.

Como explicó la coordinadora del piso, Vanesa Díaz González, en las viviendas tuteladas los enfermos están acompañados día y noche por los cuidadores, mientras que en los supervisados los cuidadores solo van dos horas por la mañana y dos por la tarde, y una educadora acude varias horas al día. Además, están una psicóloga y la propia coordinadora. El piso supervisado busca potenciar la autonomía personal, la social y la inclusión en el territorio. Los propios cuidadores, además, son personas con enfermedad mental que han sido formadas en un curso de atención sociosanitaria en domicilio, patrocinado el año pasado por la Fundación EDP.

Afesa está en constante coordinación con el Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa), hay una coordinación mensual con los servicios de Salud Mental y también hay apoyo económico de la Fundación Alimerka.

El proyecto piloto tiene una duración de 18 meses y el piso cuenta con capacidad para tres personas, aunque actualmente están dos, ambas con trastorno mental grave.

En la vivienda se plantea que sean las propias personas las que manden en su vida, en la organización del piso, si bien se les echa una mano, sobre todo en los inicios. «Es el paso anterior a que ellos tengan una vida completamente independiente», señala Vanesa Díaz.

Los participantes, para entrar en el proyecto, han sido seleccionados después de estar en constante seguimiento de los servicios de Salud Mental, que finalmente eligen a quienes consideran preparados para esa vida independiente.

Con ellos se trabajan la convivencia, los hábitos saludables, los hábitos domésticos, la integración comunitaria y la adherencia al tratamiento farmacológico, de forma que manejen ellos la medicación. Asimismo hay también un trabajo de intervención en crisis, conflictos o lo que acarree la propia convivencia.

«Todos vienen de vivir en centros, comunidades terapéuticas u hospitales de día, y están más institucionalizados que en vivienda propia, entonces hay que trabajar todas estas área; además, Salud Mental elige a residentes de perfiles similares para facilitar la convivencia», explica la coordinadora.

Una vez que son elegidos, es Afesa la que se encarga del seguimiento. Y la finalidad es que cuando se cumplan los 18 meses los ocupantes del piso puedan irse. En este tipo de experiencias pueden participar personas con trastorno mental grave.

La vivienda en la calle Bermúdez de Castro, y sus habitantes están teniendo «una integración en la comunidad muy buena», según la coordinadora. La idea es promover otras viviendas de este tipo.



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