20 May “O comes o cuidas. Si tienes que cuidar siete horas al día no puedes trabajar fuera, ¿y qué pasa en el futuro?”
María Ángeles Durán tiene claro que hay que medir el cuidado no remunerado porque de esa cuantificación sale una correcta planificación de los servicios.
ARANTXA LOPETEGI – DONOSTIA
En el Congreso Internacional de Cuidados Integrales que se clausura hoy en el Kursaal, la doctora en Ciencias Políticas y Premio Nacional de Investigación para Ciencias Sociales, Económicas y Jurídicas Pascual Madoz, María Ángeles Durán, impartió la charla La riqueza invisible de la atención: la importancia de medir y valorar el trabajo no remunerado en el sistema de salud y asistencia social.
Es esta una materia de candente actualidad en una sociedad que tiene que dar respuestas imaginativas a la realidad de una comunidad cada vez más envejecida.
¿Porqué es importante medir y valorar el trabajo no remunerado?
-Porque los recursos y necesidades se producen en ámbitos distintos. La mayor parte de los recursos se producen en los hogares. El siguiente en producirlos es el Estado, el siguiente en volumen es el mercado, donde se cobra por ellos, y después está el voluntariado. Cualquier cambio conlleva un traslado de un productor de recursos a otro. Por ejemplo, las familias piden que se les ayuden y, ¿quién va a hacerlo? El voluntariado, las empresas o el Estado y las administraciones públicas con servicios públicos, y hay que prever cómo esas influencias mutuas afectan a unos y a otros.
¿Y cómo se hace?
-La única manera es darle algún tipo de unidad común de cuenta. Si no se computa en dinero, a veces hay que convertirlo a dinero. Si un Ayuntamiento ofrece un servicio público tiene que prever cuánto le va a costar. Cualquier cosa que sea un trasvase de un sector a otro hay que valorarlo. Y esa medición se hace casi siempre en tiempo. Si lo dan las administraciones o las empresas costará dinero, si la dan voluntariado y familia, en parte será dinero pero, sobre todo, tiempo.
Una cuantificación complicada.
-Muy difícil, pero hay que hacerlo. Si no sabemos, por ejemplo, cuántas horas requiere el cuidado de un niño autista y cuántos hay, no se podrá planificar el servicio.
Los cuidados, remunerados o no, recaen principalmente en las mujeres.
-El 84% de las personas cuidadoras principales son mujeres. Si miramos el número de horas, la cuenta es más alta. Es un esfuerzo extra que hacen las mujeres y, en muchos casos, en una edad muy avanzada.
¿Cómo se puede dar un reparto más equitativo de los cuidados?
-No hay una fórmula mágica. Se requiere redistribución dentro del hogar, redistribución por género, que es la más importante;pero también por edades, porque ahora recaen mucho en gente mayor, que son grandes consumidores pero también grandes productores de cuidados. Hay que reordenar las prioridades del gasto público y guardar más recursos para los cuidados.
Hace usted referencia a la crisis de los cuidados, ¿a qué se debe?
-A que no tenemos jóvenes. Un poco puede estar influida por cambios de valores, pero el elemento principal es el cambio demográfico. Hemos pasado de una sociedad con estructura piramidal a, en algunas zonas , adquirir forma de champiñón, con más personas en edad de requerir cuidados que en la de darlos. Hay pocos niños, muchos viejos y, además, migración de las zonas rurales a las urbanas.
Ahí surge la nueva clase social que usted denomina cuidatoriado.
-Esta nueva clase social en parte es consecuencia del éxito de los países avanzados. Lo que ahora tenemos es una esperanza de vida muy larga. Salimos del mercado laboral a los 62 años de media y entre esa edad y los más de 80 que vivimos tenemos 20 años con pensiones bajas, en el caso de las mujeres bajísimas o ninguna. Si hay un enfermo que necesita cuidados permanentes, ¡a ver qué haces! El trabajo asalariado es más caro que las pensiones y no se puede pagar cuidado remunerado.
¿Cuáles son las consecuencias?
-Que los cuidados recaen aún más en las mujeres, que en muchos casos están incorporadas al mercado de trabajo y si cuidan no comen. Porque si dejas el empleo, ¿de qué se come? ¿Y qué hago a futuro cuando fallezca mi madre a la que cuido?
Las instituciones tienen como reto dar respuesta al envejecimiento.
-Así tiene que ser. En España, el 90% de las personas mayores son propietarias de su vivienda y en las ciudades una parte importante del parque de vivienda está ocupado por estas personas que no pueden ni pagar gastos de comunidad. ¿Porqué no hay más movilidad? En parte porque hay un montón de impuestos cuando se mueven, cuando venden. Si esas transacciones fueran más sencillas y menos costosas, se abrirían otras posibilidades.
Esa es una propuesta, ¿hay más?
-Por ejemplo, existe un claro conflicto entre voluntariado y sindicatos, que defienden a los asalariados. Pero a veces son tan estrictos que impiden el desarrollo del voluntariado, sin el que no podemos salir adelante. En España, en comparación con otros países, el sentimiento de solidaridad lo enfocamos por tradición a la familia y estas familias han cambiado mucho. En otros países ya hay más tradición de volcar la generosidad con desconocidos.
¿Potenciar el voluntariado?
-Facilitar, potenciarlo y no verlo como un problema para los asalariados sino como un beneficio colectivo. Yo me he apuntado a una cooperativa de cuidados y tenemos muchas dificultades legales, por ejemplo, para podernos constituir como cooperativa. No queremos ser propietarios sino usuarios de vivienda y entrar en relación privilegiada con los ayuntamientos para que nos faciliten la vida. Lo que queremos es cuidarnos entre nosotros.
¿Definir correctamente lo que son los cuidados es importante?
– Realicé un estudio para la ONU, porque no hay dos estadísticas de cuidados iguales, y es imposible comparar y aprobar leyes si no sabes a qué te refieres. En Francia y en España las palabra cuidados no significan lo mismo. He pedido hacer una puesta en común de conceptos, indicadores y estadísticas para que sean comparables.
¿La atención integral en la que participen distintos agentes es vital?
– El desafío de los estados no es dar servicios elitistas, con residencias que cuestan miles de euros, sino encontrar sistemas que ofrezcan cuidados de buena calidad accesibles para la mayoría de la población. Los súper millonarios no tienen problema. Hay que tener cuidado con que el mercado no genere necesidades que conlleven mayores diferencias.
En Gipuzkoa se ha presentado un proyecto de residencia, pisos tutelados, servicios sociales…
– Eso es lo ideal. El sujeto que necesita el cuidado es único, pero los cuidados que requiere son de distinto tipo. En una encuesta antigua de Dependencia de 2008 ya sale que el cuidador principal solo en el 2,7% es pagado por el Estado. El resto lo da la familia o lo paga. Eso hay que redistribuirlo porque esos cuidados son a tiempo muy completo. Según la encuesta, como media se requerían siete horas al día de cuidados. Si una persona te da siete horas ya no tiene vida y, ademas, los cuidados los asumen mujeres de cierta edad, porque las jóvenes trabajan fuera.
www.noticiasdegipuzkoa.eus/2019/04/03/sociedad/o-comes-o-cuidas-si-tienes-que-cuidar-siete-horas-al-