26 May Nuestra vida de niños puede determinar si sufriremos soledad de mayores.
La mala salud es el principal factor correlacionado con la soledad en la edad avanzada.
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Un nuevo estudio ha determinado que las circunstancias de la vida durante la infancia, como tener menos amigos y hermanos, relaciones de baja calidad con los padres, mala salud y crecer en un hogar más pobre, están correlacionadas con una mayor tasa de soledad en la edad avanzada.
La soledad ha sido un tema de creciente interés en la última década, ya que se ha demostrado que está relacionada con la mala salud y que aumenta con la edad. También se correlaciona con un mayor riesgo de desarrollar afecciones mentales y un deterioro de la salud física, y está vinculada a la mortalidad y a un mayor uso de la asistencia sanitaria.
Para este estudio, publicado en la revista de acceso abierto PLOS ONE por Sophie Guthmuller, de la Universidad de Economía y Negocios de Viena (Austria), Guthmuller utilizó datos de la gran Encuesta Transnacional sobre Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (SHARE), que recoge información de personas de toda Europa de 50 años o más sobre su salud, su situación socioeconómica y sus redes sociales y familiares. La soledad se midió con la escala de soledad R-UCLA.
Guthmuller descubrió que, si bien la mala salud es el principal factor correlacionado con la soledad en la edad avanzada, explicando el 43,32% de la varianza de la soledad, el apoyo social en la edad avanzada también representa el 27,05% de la varianza, los rasgos de personalidad suponen el 10,42% y las circunstancias de la vida durante la infancia el 7,50%.
Las probabilidades de soledad a partir de los 50 años eran 1,24 veces mayores para las personas que rara vez o nunca tuvieron amigos cómodos en la infancia, en comparación con las que tenían amigos con más frecuencia, 1,34 veces más en los que tuvieron una relación regular o mala con su madre cuando eran niños, en comparación con los que tenían una relación materna excelente, y 1,21 veces más cuando se crecía en un hogar con poca riqueza, en comparación con los de un hogar rico. La soledad era más común en individuos con una personalidad neurótica (OR 1,20) y menos común en aquellos que puntuaban alto en concienciación, extraversión, agradabilidad y apertura.
La importancia de las intervenciones en la infancia
Guthmuller señala que los resultados de este estudio confirman la importancia de las redes sociales y el apoyo en la edad avanzada, así como el papel de los rasgos de personalidad y las circunstancias de la infancia. La autora concluye que las intervenciones tempranas son fundamentales para atajar la soledad posterior y que las intervenciones destinadas a aumentar el apoyo social en la tercera edad deben adaptarse a todos los tipos de personalidad.
La autora añade que «el estudio encuentra, como se esperaba, que el estado de salud y el apoyo social a edades avanzadas son los dos principales factores correlacionados con la soledad a partir de los 50 años».
«Curiosamente, el estudio revela que los rasgos de personalidad y las circunstancias de la vida durante la infancia se asocian significativamente con la soledad más adelante en la vida, después de controlar un amplio conjunto de condiciones de la vida posterior –añade–. A la luz de la tendencia al aumento de la soledad en la infancia, y el impacto de la pandemia de COVID-19 en la vida de los niños, los resultados de este estudio confirman la importancia de las intervenciones en la vida temprana para abordar el efecto a largo plazo sobre la soledad».