Nomofobia, textaphrenia… y otros síntomas de la adicción al móvil.

Nomofobia, textaphrenia… y otros síntomas de la adicción al móvil.

La campaña ‘De la pantalla a la vida de Cofidis’ propone averiguar cuánto tiempo dedicamos a los dispositivos digitales y qué cosas que nos gustan nos estamos perdiendo.

Salomé García

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¿Recuerdas cuando de pequeño salías del colegio a eso de las cinco de la tarde, merendabas, hacías los deberes, salías a jugar, veías algo en la programación infantil de la tele, te bañabas y aún no habían dado las ocho de la tarde? Ahora, en cambio, haces dos cosas y cuando te das cuenta, se te ha pasado la tarde volando.

Si los minutos tienen 60 segundos como hace años, ¿dónde está el problema? En el móvil. Este dispositivo se ha convertido en una prolongación de nosotros mismos, con indudables ventajas, pero también con un lado oscuro de ‘ladrón de tiempo’. Revisando qué has hecho en esas tres horas es posible que hayas chateado con varios grupos de WhatsApp, echado un vistazo a los últimos reels en Instagram, reorganizado tu lista de canciones favoritas en Spotify o echado una partida al enésimo juego online.

Cada una de esas actividades apenas consume unos minutos. Pero sumados al cabo de la tarde, y no digamos al cabo del día, son horas perdidas. Se calcula que, de media, los españoles dedicamos unas cuatro horas diarias al teléfono móvil. O, lo que es lo mismo: 60 días al año. Por hacerlo más gráfico, eso representa una sexta parte de tu vida. La cifra aumenta entre la población joven y ellos son, también, los que sufren sus consecuencias más inmediatas que van desde el aumento del estrés y la ansiedad, hasta perder capacidad de concentración o, incluso, desarrollar problemas de insomnio y distanciamiento social.

Sin embargo, no es algo que afecte solo a las nuevas generaciones. Es por ello que la campaña De la pantalla a la vida, dentro del proyecto Vive más vidas de Cofidis busca precisamente concienciar sobre el abuso de la tecnología a cualquier edad y, lo que es más importante, demostrarnos todo lo que nos estamos perdiendo ahí fuera por estar pendiente de la pantalla. Esta cámara oculta es la prueba ya que refleja una situación que lleva al espectador a cuestionarse el tiempo invertido en el móvil.

Para saber si formamos parte de ese grupo que está demasiado tiempo pegado a la pantalla, basta con realizar un sencillo test donde se calcula cuántos años de vida puede llegar a perder cada persona con el móvil y qué cosas de las que le gustan podría hacer de no usarlo tanto.

¿Te han salido muchos años? Que no cunda el pánico: tomar conciencia es el primer paso. Identificar unos hábitos determinados, el segundo, solo así estarás en el camino correcto para desengancharte de tu smartphone.

1. No puedes vivir sin móvil

Eres uno de los 7,6 millones de españoles que reconocen la necesidad de tenerlo a mano y consultarlo constantemente, según datos del Informe Mobile en España y en el Mundo 2020. Los psicólogos hablan de relaciones insanas y obsesivas y lo comparan con una pareja posesiva. Si te sientes atrapado, la solución es cortar. O sea, usarlo solo para lo necesario.

2. Es lo primero y lo último que haces

Te despiertas y miras el móvil. Antes de acostarte, das un último repaso a tus redes sociales. No estás solo: hasta el 61% de los encuestados es como tú. Desde la Sociedad Española del Sueño (SES) alertan de que los españoles cada día dormimos menos y que aumentan los casos de insomnio debido a que la luz azul del smartphone interfiere en la secreción de melatonina, la hormona reguladora del sueño. Y sugieren directamente dejar el dispositivo fuera del dormitorio.

3. Sientes ‘cosas’

Los psicólogos hablan de las ‘vibraciones fantasma’, sentir que el móvil está sonando o vibrando cuando no lo está. También se refieren a la nomofobia (No Mobile Phobia), el pavor a quedarse sin smartphone, o la textaphrenia, la falsa sensación de que ha entrado un mensaje. Como con otras adicciones, la clave en la adicción al móvil está en buscar otros estímulos placenteros que hagan que no prestemos atención a esas tentaciones o sensaciones. Un buen ejemplo es salir a hacer deporte, charlar con amigos o quedar para comer (y dejar el teléfono en el bolso).

4. Te crispan las redes sociales

Pero no puedes evitar meterte en disputas con internautas a los que ni conoces. Catherine Price, autora de ¿Cómo cortar con tu móvil?, conocida como la Marie Kondo de las tecnologías digitales, sugiere eliminar las aplicaciones de redes sociales del móvil. Con el WhatsApp se pueden silenciar aquellas conversaciones que nos causan estrés o nos roban demasiado tiempo. Si no vemos las notificaciones, no tendremos tanta tentación de entrar.

5. Te aíslas

¿Cuánto hace que no miras por la ventana mientras vas en el autobús? Vas por la calle leyendo el móvil, te sientas en la mesa con el smartphone en la mano y lo consultas entre plato y plato. Prefieres eso a charlar o disfrutar del paisaje. La propia Catherine Price reconoce que se lanzó a escribir el libro al nacer su hija y darse cuenta de que mientras el bebé la miraba, ella estaba mirando la pantalla del móvil.

6. No te centras

Saltas de tuit en tuit a velocidades de vértigo, ves vídeos y escuchas podcasts a 1,5 veces su velocidad y esperas que todo en tu vida sea igual de rápido. Hace tiempo que no lees un libro completo, ni ves una película entera. Incluso una conversación sosegada te aburre. Linda Stone acuñó el término ‘atención continua parcial’ para definir ese esfuerzo por llegar a todo, pero acabar haciéndolo de forma incompleta. Aquí lo mejor es aplicar la sabiduría popular: quien mucho abarca, poco aprieta. Apaga el móvil y recupera el ritmo de los humanos. Será más lento, pero es indudablemente más intenso.



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